Angie Higuchi

Sin lugar a duda, esta es la campaña agrícola del presente siglo. Ni siquiera en comparación con la del 2017, sino con lo sucedido entre 1997 y 1998. Después del anuncio emitido por el Centro de Predicción del Clima de Estados Unidos, existe una probabilidad de un 71% de un fenómeno de fuerte. Por su lado, Senamhi afirmó que el Perú registró el invierno más cálido desde 1960. Sumado a esto, varias fuentes predicen un grave déficit hídrico para el siguiente año.

Definitivamente, el panorama no es alentador. Según la última evaluación del MEF, el sector agrícola registró en abril una caída del 20% del área de cultivo, la peor cifra en más de 25 años. Con un aproximado del 12% de inflación en alimentos, el INEI reportó en el 2022 que de peruanos se encuentran en pobreza y 319.000 personas adicionales pasaron a una condición de pobreza extrema. Solo en Lima, en los últimos años la pobreza se ha duplicado. Son estas personas vulnerables las que están sufriendo de inseguridad alimentaria moderada o grave, ya que tienen que destinar más del 80% de su ingreso solo en alimentarse. Según el IEP, seis de diez peruanos no tienen alimentos en su hogar y siete de diez peruanos han reducido su consumo de alimentos en estos tres últimos meses.

Incluso el presidente del BCR, Julio Velarde, mencionó que la economía crecerá en el 2023 y que el presente año es el menos productivo en el ámbito agrícola de los últimos 26 años. Adicionalmente, el contralor general de la República, Nelson Shack, se pronunció argumentando que solo se ha utilizado el 6% del de S/3.500 millones asignados para llevar a cabo labores preventivas dirigidas a contrarrestar el impacto de los fenómenos climáticos.

El caso más visible del impacto económico de la coyuntura que estamos enfrentando fue la reciente subida de precio del limón sutil. Pero este es solo el primero de muchos eventos similares por venir. Las lluvias en el norte han estado presentes incluso hasta mayo y han causado una floración pobre, que se traducirá en una baja producción. Juntamente con la crisis de fertilizantes, tuvimos una prolongada sequía el año pasado y, posteriormente, ha sido inclemente causando fenómenos extremos de temperatura y atracción de plagas en las principales zonas productivas del Perú.

En la región sierra centro y sur están experimentando severas sequías, así como fuertes vientos, granizadas y nevadas que están mermando cosechas de papa, maíz, habas, quinua, avena, además de afectar al ganado y animales menores. Los productos de exportación de nuestra Amazonía también están sufriendo los estragos de esto. Por un lado, el café está sufriendo de la enfermedad de la roya, mientras que el cacao presenta broca y otros problemas fitosanitarios.

Las alertas sobre el panorama alimentario ya están dadas y estas vienen desde diferentes frentes. Las estadísticas oficiales, tanto internacionales como nacionales, la opinión de los expertos gubernamentales y privados, y los agricultores coinciden en que se debe hacer algo. Se dice de un impacto en la reducción de más del 50% de los cultivos. Por mencionar algunos especialistas en alimento y agricultura en consenso con esta premisa, Carolina Trivelli, Eduardo Zegarra, Gabriel Amaro, Javier Núñez, Jorge González Izquierdo, Juan Manuel Benites, Luis Miguel Castilla, Milton von Hesse, Ulises Osorio, entre otros, que van en la misma línea.

Ante la inminencia de El Niño global, el impulso en obras públicas es crucial si queremos menguar en algo su impacto. El reforzamiento ribereño; la descolmatación de ríos; la limpieza, ampliación y construcción de canales de riego, caminos y puentes; la reforestación; los proyectos agrícolas que necesiten mano de obra, etc. Asimismo, es vital hacer alianzas público-privadas. En el ámbito agrícola, debe promoverse un “reactiva agrícola” que llegue directamente al productor para que pueda invertir en insumos para asegurar las próximas producciones a nivel de suelos y raíz de las plantas. También se puede aplicar descuentos en insumos agrícolas como fertilizantes desde las casas comerciales, lo que permite un mayor control y efectividad. Seguidamente, es imprescindible que la extensión agrícola se trabaje mediante capacitación de los pequeños agricultores, así como fomentar investigaciones que involucren no solo el apartado agrícola, sino también la debida comercialización de los cultivos agrícolas.

Finalmente, podría trabajarse una propuesta de créditos por prenda agrícola a cada agricultor, y el pago sería en especies de productos prioritarios y especiales. Esto sería fiscalizado por la agroexportadora como agente retentor. En este sentido, parte de la cosecha podrá ser adquirida por el Estado y destinada a programas sociales como Qali Warma y comedores populares. Estos últimos, en conjunto con las ollas comunes, deben ser reforzados, pues es aquí a donde acuden las personas de mayor vulnerabilidad económica.

Estamos en octubre y medidas correctivas producto de El Niño costero, así como preventivas para El Niño global, son necesarias para anticiparnos a la catástrofe que se avecina. Aún estamos a tiempo de trabajar medidas preventivas en pro de preservar nuestra agricultura. Voluntad es lo único que se necesita.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Angie Higuchi es profesora e investigadora en la Universidad del Pacífico