Óscar Vidarte A.

La IX Cumbre de las Américas, a realizarse en , le plantea un serio reto a la diplomacia peruana.

El problema comienza con la decisión del gobierno de EE.UU. de no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela a la . Al tratarse de un evento que va a hacer énfasis, entre otros temas, en la gobernabilidad democrática y la defensa de los derechos humanos en la región, por obvias razones, EE.UU. no vería con buenos ojos la participación de estos tres países. Es más, en la Cumbre por la Democracia auspiciada por EE.UU. y llevada a cabo a fines del año pasado, tampoco fueron invitados (aunque en esa oportunidad la lista de países no invitados también incluyó a Bolivia, El Salvador, Guatemala y Honduras).

Este supuesto veto ha ocasionado que varios presidentes de la región hayan confirmado que no van a asistir. Recordar que, en la anterior Cumbre de las Américas realizada en nuestra capital, el retiro de la invitación a Venezuela generó un gran debate que terminó opacando a la cita.

La cancillería peruana ha confirmado que el Perú “estará representado” en la Cumbre, aunque aspira a que participen todos los países de la región. Ciertamente, este comunicado ha generado más dudas que respuestas, ya que no resuelve el principal dilema, ¿asistirá el presidente Pedro Castillo a tan importante evento? El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador –muy cercano al Gobierno peruano–, ha dicho que su participación está condicionada a que se invite a todos los países de la región; caso contrario, enviará una delegación presidida por su canciller. Por su parte, la cancillería chilena ha confirmado que Gabriel Boric sí asistirá a la Cumbre. A pesar de tener una posición crítica respecto a la decisión del Gobierno estadounidense, el Gobierno chileno ha señalado que “sería importante poder conversar más allá de las diferencias”. Tratándose del Perú, ¿qué va a suceder?

Cabe señalar que, en estos momentos tan complejos para nuestro país, el vínculo con EE.UU. adquiere mayor importancia. Al encontrarse el Gobierno peruano en “modo supervivencia”, necesita el soporte de organizaciones internacionales y países que resulten claves como es el caso de EE.UU. En ese sentido, la potencia mundial ha mostrado ser de gran ayuda: desde un inicio, Washington reconoció al nuevo Gobierno peruano e incluso cuestionó las voces que buscaban descalificar el proceso electoral, afirmando que las elecciones peruanas eran “un modelo de democracia en la región”. Increíblemente, a pesar de la presencia de sectores cercanos al Gobierno peruano que ven a EE.UU. como una amenaza para nuestros intereses, el Perú continúa siendo un país cercano a la potencia mundial.

Además, luego de un primer año de gobierno de Joe Biden, en el que América Latina no ha estado presente en la política exterior de EE.UU., la Cumbre de las Américas puede ser un buen momento para relanzar la relación. Por lo pronto, en esta cita EE.UU. buscaría avanzar en una nueva agenda económica y en un plan migratorio para América Latina.

En todo caso, el presidente Castillo ha pedido permiso al Congreso para viajar a EE.UU. y asistir al evento. Se podría interpretar esta solicitud como una confirmación de su asistencia a la Cumbre, aunque tratándose del Foro Económico Mundial en Davos también pidió permiso y finalmente no asistió. Personalmente, no estoy de acuerdo en que se excluya a países de participar en este tipo de encuentros regionales, pero en este momento, nuestra diplomacia no parece tener muchas opciones.

Óscar Vidarte A. Internacionalista y profesor de la PUCP