Andrea Lazo

Durante los últimos 100 años hemos sido testigos de un esfuerzo colectivo por transformar, visibilizar y poner en valor el rol de las en la sociedad e incorporarlas en ámbitos que antes tenían prácticamente prohibidos, como el laboral, el político, el científico y el educativo.

Gracias a esto, en nuestro país, las mujeres representan el 44,8% de la PEA (Población Económicamente Activa) y en las últimas décadas se ha visto un fuerte incremento de la participación femenina en la educación superior, de un 25% en los años 70 al 51% en el 2021 (Chávez, C. 2023). A pesar de estas cifras alentadoras, en carreras vinculadas a la ingeniería y tecnología, tradicionalmente vistas como masculinas, solo 30 de cada 100 estudiantes son mujeres.

No es necesario citar estudios o presentar cifras para corroborar algo que todos vemos con nuestros propios ojos en el día a día. Vivimos en un mundo de ciencia ficción, donde enviamos robots a Marte e inteligencias artificiales crean la próxima canción de moda; sin embargo, los roles de género siguen existiendo. Ellos marcan desde cómo vestimos, qué comportamientos son aceptables en hombres, pero no en mujeres, hasta qué rutas profesionales seguimos.

No todo es negativo, por supuesto. Según datos del Ministerio de la Producción, durante el 2022, el número de mujeres con emprendimientos creció en un 3,1% respecto del 2021; se trata de un progreso lento, pero seguro, gracias a iniciativas gubernamentales. Por ejemplo, la estrategia “Ruta Emprendedoras” busca financiar, capacitar y generar redes de contacto entre el ecosistema emprendedor femenino para el desarrollo y promoción de la autonomía económica.

También están las instituciones educativas y las nuevas generaciones que cada vez crecen más alejadas de los estereotipos con los que crecieron sus padres.

En Tecsup se refleja este cambio de paradigma. Por ejemplo, en el 2021, la carrera de Diseño y Desarrollo de Software tenía una participación femenina del 8% y, para finales del 2023, el porcentaje se incrementó hasta el 40%. En la carrera de Mantenimiento de Maquinaria Pesada, el incremento en ese mismo período fue del 5%, y en la carrera de Diseño y Desarrollo de Simuladores y Videojuegos, del 10%. Estas cifras se deben en parte a iniciativas de la institución como el evento “Ellas” que fomentan estas carreras entre las chicas de los colegios de Lima Metropolitana, así como la colaboración con organizaciones como WIEE (Women in Engineering) y WIM Perú (Women in Mining Perú) que promueve el ingreso de talento femenino en la industria minera.

Por el lado gubernamental, es importante destacar que en el 2019 se aprobó la Política Nacional de Igualdad de Género (PNIG), que permite la articulación de 21 entidades del Estado y que tiene como objetivos reducir la violencia, garantizar el ejercicio de los derechos a la salud, garantizar el acceso y participación de mujeres en espacios de toma de decisiones, garantizar el ejercicio de los derechos económicos, reducir barreras institucionales y reducir la incidencia de los patrones socioculturales discriminatorios entre la población. Por ejemplo, dentro de sus indicadores principales hacia el 2030, buscan incrementar en un 92,25% el índice de empoderamiento económico de las mujeres.

Pero todas estas iniciativas y cifras alentadoras no deben hacernos olvidar que tanto las peruanas como los peruanos somos responsables de promover la igualdad y reducir la brecha de género en nuestro país, y que esto empieza por casa. Debemos dejar de lado los estereotipos de juegos, vestimentas y conductas porque es ahí donde comenzamos a crear diferenciación. Nuestras niñas deben crecer sabiendo que pueden ser una princesa Disney si así lo desean, pero que las princesas también se ensucian arreglando un motor, que pueden jugar con una casa de muñecas, pero que también la pueden diseñar, construir o reparar, que da igual si quieren jugar vóley o fútbol, y que, si prefieren soldados a muñecas, no pasa nada. En un país rico en diversidad y potencial, el empoderamiento de las mujeres es clave para forjar un futuro más inclusivo y próspero para todos los peruanos.

Andrea Lazo es directora académica de Tecsup - Sede Trujillo