Muchas personas han perdido sus viviendas y pertenencias en el sismo de magnitud 8.
Muchas personas han perdido sus viviendas y pertenencias en el sismo de magnitud 8.
Redacción EC

Por Patricio Valderrama
Columnista invitado

La madrugada del domingo 26 de mayo, exactamente a las 2:41 a.m., gran parte del Perú saltaba de sus camas rumbo a las zonas de seguridad de sus viviendas. No era para menos: un sismo de gran magnitud estaba en desarrollo.

Este movimiento que inicialmente fue catalogado como un sismo de magnitud 7,2 en la escala de momento, ya que la vieja escala de Richter no se usa desde hace varias décadas, fue posteriormente recatalogado con una magnitud de 8, con epicentro cercano a la ciudad de Yurimaguas, en la región San Martín, a orillas del río Huallaga, en la selva peruana, y con una profundidad de 135 kilómetros. El Perú no vivía un sismo de gran magnitud desde el 2007, cuando ocurrió uno en la región Ica.


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Dada la gran energía liberada en este evento y, sobre todo, su ubicación de origen, las ondas sísmicas lograron viajar largas distancias. Tal es así que, desde el Centro de Monitoreo y Prevención de Rimac, recibimos reportes inmediatos desde Quito, Guayaquil y Loja, en Ecuador; Bogotá y Medellín, en Colombia; e incluso desde Barquisimeto y Caracas, en Venezuela.

¿Pero cómo es posible? Resulta que la profundidad donde se generó el sismo dentro de la corteza terrestre es la raíz de la Cordillera de los Andes, por lo que este potente episodio movió varios países al mismo tiempo, dando como consecuencia un sismo continental.

Otro punto importante por considerar es la intensidad del evento. Mientras que la magnitud de un sismo es su huella dactilar, la intensidad es la sensación que deja por donde pasa. Es por esta razón que, según la escala de Mercalli modificada, la intensidad cerca del epicentro en Yurimaguas y Tarapoto fue entre VI-VII; la misma que genera severos daños materiales. Mientras que, en la capital, ubicada a 670 kilómetros del epicentro, el sismo se percibió con una intensidad de V.

¿Este evento fue un sismo? ¿Un temblor? ¿Un terremoto? La respuesta es simple: fue todas las anteriores, ya que esas palabras son sinónimos. Pero hay una manera muy sencilla de diferenciarlas.

Un sismo es un evento, un dato que pasa a la estadística para futuros estudios. Un temblor es un movimiento de tierra que sentimos todos y a veces, como en el caso de Lima, nos hace saltar de la cama sin generar daños. Un terremoto es un sismo que genera daños, lamentables pérdidas humanas y pérdidas materiales que tomará esfuerzo recuperar o reponer.

Las cifras dejadas por este sismo, hasta el cierre de esta columna, son una persona fallecida y 11 heridas, 86 familias damnificadas y 74 afectadas, 48 viviendas dañadas y 55 inhabitables; seis colegios afectados y dos colapsados; cuatro centros de salud dañados y dos colapsados.

Fue un terremoto.

En definitiva, este sismo de gran intensidad nos recuerda que no existe un solo metro cuadrado de terreno en el Perú que no pueda ser afectado por un evento como este, sea costa, sierra o selva. Finalmente, la tarea y compromiso de la población con su mochila de emergencia y su participación activa en los simulacros también sumará para generar una cultura de prevención en el país. Tenemos que estar mejor preparados para el siguiente sismo que nos tocará vivir. 

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