Cañete, al sur de Lima, es una tierra brava y sensible. Nacieron allí populares músicos como Caitro Soto e intensos poetas como Enrique Verástegui; pero también lo hicieron hábiles y potentes futbolistas, uno de los más notables fue Lolo Fernández. Fue en la hacienda Hualcará, de su eterno y mítico Cañete, que doña Raymunda Meyzán lo acarició por primera vez ese 20 de mayo de 1913. Era su sexto hijo, y su esposo, don Tomás Fernández, pensó en ponerle “Teodoro Oswaldo” y así lo registró: Teodoro Oswaldo Fernández Meyzán (1913-1996). Así empezó su leyenda.
Nacido en pleno gobierno de Guillermo Billinghurst (alias “Pan Grande”), Lolo Fernández se sentía ciento por ciento cañetano. Por eso, antes de ser el ídolo crema, la figura indiscutible del Club Universitario de Deportes; antes de recibir numerosas ofertas para jugar en el extranjero que rechazó, el pequeño Lolo jugó feliz en el club que formó con sus amigos de Cañete: el “Huracán Hualcará”.
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Primero descalzo y luego con unos zapatos de fútbol gastados se hizo merecedor del apelativo del “Mortero de Cañete”. Nunca fue al arco ni a la defensa, nunca divagó filosóficamente en el centro de la cancha. Lolo Fernández siempre jugó en la delantera y siempre fue el goleador de su equipo.
Aun quinceañero, en 1929, en el año final del ‘oncenio’ de Augusto B. Leguía, don Tomás Fernández, su comprensivo padre, lo hizo subir a un bus y lo trajo a Lima para que continuara sus estudios secundarios. Lo matriculó en el colegio “Residencia de Estudiantes”, que era un internado donde Lolo empezó a practicar el básquetbol, pero no le gustó y volvió a su pelota y a sus chimpunes.
Ya decidido, y con don Tomás convencido, este lo dejó incorporarse al equipo de Universitario de Deportes. Así empezó a jugar en la ‘reserva’ del club y jamás dejó la camiseta crema de su equipo de siempre.
EL DEBUT CON LA CAMISETA CREMA Y SUS CIFRAS HISTÓRICAS
Lolo Fernández recibió en su “primer contrato” 120 soles mensuales, los cuales le sirvieron para cubrir sus gastos en Lima. A los 18 años, en una tarde gloriosa para él, debutó en el primer equipo el 29 de noviembre de 1931, cuando su enfrentó al Club Deportivo Magallanes de Chile.
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El recio delantero crema consiguió seis títulos nacionales y fue siete veces el indiscutible goleador del torneo. Su marca en la ‘U’: 156 goles. Con la selección peruana, su primer éxito fue haber jugado en las míticas Olimpiadas de Berlín en 1936, donde anotó cinco goles en el triunfo peruano ante Finlandia (7-3). Hasta hoy, esos cinco goles en un solo partido es un récord olímpico.
Lolo Fernández integró también la escuadra nacional que obtuvo, en 1939, la primera Copa América (entonces se decía “Campeonato Sudamericano”). El ‘Cañonero’ peruano fue el goleador de aquel torneo. Siguió interviniendo con la camiseta peruana en los sudamericanos de Chile (1941), Uruguay (1942) y Ecuador (1947).
Sus cifras son admirables: cuarto máximo goleador de la selección peruana con 24 goles (superado solo por Paolo Guerrero, Jefferson Farfán y Teófilo Cubillas); y tercer goleador histórico de la Copa América (15 goles).
LA DESPEDIDA DE UN CRACK DEL FÚTBOL SUDAMERICANO
Tras más de 20 años con la camiseta crema y en la selección peruana, donde brilló por todo lo alto, Lolo Fernández jugó su último clásico, el 30 de agosto de 1953. Fue con un partido especial, puesto que Lolo ya no jugaba con el equipo titular; incluso su puesto natural lo cubría Manuel Arce. A sus 40 años, el técnico se las jugó por él en la delantera, en un intento por animar al equipo que no andaba en los primeros lugares de la tabla en esos momentos.
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Antes del pitazo inicial, el ídolo crema había declarado a la prensa deportiva: “Saldré con el entusiasmo de hace 20 años. Aunque las piernas no sean las mismas, el corazón sigue igual”. El partido quedó 4-2, con victoria crema. Tres de los goles fueron marcados por el ‘Cañonero’; el cuarto tanto fue de ‘La Lora’ Gutiérrez.
Aquel fue un partido intenso y conmovedor por lo que significaba para el gran Lolo, quien sabía que su retiro andaba muy cerca. A unos pasos. El cotejo se sintió como si fuera una despedida y él la vivió en olor de multitud y en el escenario de sus grandes proezas: el Estadio Nacional de Lima, que diez meses antes, en octubre de 1952, había sido remodelado en tiempo récord.
Un mes y medio después, el 14 de octubre de 1953, se realizó otro homenaje de adiós a Lolo en el Estadio Nacional. Este sí era de la despedida final. Se presentaron números folclóricos y hubo un doblete: el primer partido, nostálgico, fue entre los equipos de ‘Los Olímpicos’ y el ‘Lolo Fernández’, ambos de Hualcará, Cañete; y el segundo encuentro lo protagonizaron Universitario de Deportes y el Centro Iqueño.
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Lolo Fernández solo jugó unos cinco minutos, tras los cuales todos los jugadores se reunieron en el centro del campo para despedirse de él, de la gloria nacional. Lolo entregó su camiseta a Manuel Arce, y procedió a estrechar la mano de cada uno de los jugadores. Un caballero hasta el final.
El partido, como no podía ser de otra manera, lo ganó Universitario, por ello el equipo recibió la “Copa Presidente de la República”, donada por el entonces primer mandatario, el general Manuel A. Odría.
Ese mismo día, por la mañana, antes del cotejo y el adiós definitivo, Lolo se acercó al local de El Comercio para recibir lo recaudado en una colecta pública que auspició el diario decano en su honor. La respuesta de la gente, hinchas y no hinchas de la U, fue impresionante.
En esa visita, y ya con la mirada puesta en el retiro, Lolo Fernández describió su pasión merengue con estas palabras: “Esa chompa me atrae y seduce desde los años de infancia. Al parecer ha sido la novia de toda la vida. Cómo podría abandonarla, salvo que ella deje de quererme”.
Teodoro Oswaldo Fernández Meyzán, Lolo, falleció a los 83 años, el 17 de setiembre de 1996. Hace 25 años exactamente.