El cáncer de mama metastásico, una de las formas más avanzadas y complejas de esta enfermedad, continúa siendo una preocupación global. Sin embargo, avances médicos recientes están abriendo nuevas puertas para las pacientes, ofreciendo tratamientos que no solo prolongan la vida, sino que también mejoran significativamente su calidad.
El Dr. Joaquín Gavilá, oncólogo del Instituto Valenciano de Oncología en España, lidera esfuerzos en la lucha contra este tipo de cáncer. “El cáncer de mama no es una enfermedad única. Hoy lo dividimos en tres subtipos principales: luminal, HER2 positivo y triple negativo. Este conocimiento nos permite aplicar tratamientos específicos y mucho más efectivos”, explica Gavilá.
Justamente, el avance en el tratamiento del cáncer de mama metastásico ha cambiado gracias a la introducción de los inhibidores de ciclinas. Este grupo de medicamentos representa un cambio de paradigma, especialmente para pacientes con el subtipo luminal, que constituye el 70% de los casos.
El Dr. Joaquín Gavilá explica que estos fármacos, utilizados en combinación con terapia hormonal, son una alternativa más eficaz y menos agresiva que la quimioterapia tradicional. “Con dos medicamentos orales logramos resultados superiores a los de la quimioterapia, tanto en términos de control de la enfermedad como en calidad de vida para las pacientes. Además, tienen un perfil de toxicidad mucho más favorable”, señala el especialista.
¿Cómo funcionan los inhibidores de ciclinas?
Estos inhibidores actúan directamente sobre las proteínas que regulan el ciclo celular, conocidas como ciclinas. Este mecanismo de acción es innovador, ya que bloquea las señales que permiten a las células cancerosas crecer y multiplicarse. “Es como poner a dormir a las células tumorales, evitando que sigan avanzando. Esto es especialmente importante en etapas tempranas de la enfermedad metastásica, cuando las células aún no han desarrollado resistencias al tratamiento”, detalla el Dr. Gavilá.
Una de las características más destacadas de estos medicamentos es su capacidad para duplicar el tiempo durante el cual la enfermedad permanece controlada. Antes, con la terapia hormonal exclusiva, las pacientes podían mantener el tumor estable durante 12 a 14 meses; ahora, con los inhibidores de ciclinas, este tiempo se extiende hasta 30 meses. Este avance no solo da a las pacientes más tiempo, sino que también les permite disfrutarlo con una mejor calidad de vida.
Además, estos tratamientos han logrado un hito en términos de supervivencia global. Por primera vez en años, las pacientes con cáncer de mama metastásico están superando la barrera de los cinco años de vida. “Hace una década, la expectativa de vida promedio para estas pacientes era de apenas tres años. Hoy, gracias a estos medicamentos, estamos viendo cifras que superan los cinco años, algo que era impensable en el pasado”, enfatiza el oncólogo.
La revolución no solo se limita al subtipo luminal. Para los subtipos HER2 positivo y triple negativo, las terapias dirigidas han complementado el uso de quimioterapia, haciéndola menos agresiva y más efectiva. En estos casos, los tratamientos personalizados, basados en las características moleculares del tumor, están demostrando resultados prometedores.
Desafíos en el acceso a los tratamientos
A pesar de los avances revolucionarios en el tratamiento del cáncer de mama metastásico, el acceso a estos medicamentos sigue siendo un desafío, especialmente en países como Perú. Aunque los inhibidores de ciclinas están aprobados para mujeres posmenopáusicas, muchas pacientes premenopáusicas, un grupo que requiere atención urgente, no tienen acceso a esta terapia innovadora.
El Dr. Joaquín Gavilá señala que, según el estudio MONALEESA-7, los inhibidores de ciclinas son seguros y efectivos en mujeres jóvenes. “Estas pacientes, que aún tienen la regla, también se benefician de una mayor supervivencia global y una mejor calidad de vida con estos tratamientos. Sin embargo, la falta de aprobación para este perfil limita su disponibilidad en Perú y en otros países”, explica.
Una solución para superar esta barrera es inducir la menopausia en las pacientes jóvenes, ya sea mediante medicamentos o mediante la extracción quirúrgica de los ovarios. “Si logramos que la paciente pase a ser posmenopáusica, puede acceder al tratamiento. Esto implica un cambio significativo en su vida, pero en el contexto de una enfermedad metastásica, la prioridad es prolongar la vida y mejorar su calidad”, detalla Gavilá.
Sin embargo, este enfoque plantea desafíos emocionales y físicos para las pacientes. Muchas de ellas enfrentan dudas sobre los efectos secundarios de la menopausia inducida, que incluyen cambios hormonales y posibles impactos en su bienestar general. Además, el costo y la disponibilidad de los tratamientos para inducir la menopausia pueden ser otra barrera para muchas mujeres.
La calidad de vida como objetivo primordial
En el tratamiento del cáncer de mama metastásico, no solo importa prolongar la vida, sino garantizar que el tiempo adicional sea de calidad. Los nuevos medicamentos, como los inhibidores de ciclinas, se han diseñado con este objetivo en mente, ofreciendo a las pacientes una alternativa menos invasiva y con menores efectos secundarios en comparación con la quimioterapia tradicional.
“El tratamiento hormonal combinado con los inhibidores de ciclinas ha demostrado un impacto notable en la calidad de vida de las pacientes. Es menos tóxico y permite que las pacientes lleven una vida activa mientras enfrentan la enfermedad”, explica el Dr. Joaquín Gavilá.
Los efectos secundarios asociados a estos medicamentos son significativamente más manejables. Según el especialista, las pacientes pueden experimentar fatiga leve, algunas molestias digestivas y, en ciertos casos, irritación en la piel. Sin embargo, estos síntomas rara vez interfieren con sus actividades cotidianas. “La toxicidad de estos medicamentos es más analítica que real. Aunque pueden disminuir los niveles de glóbulos blancos, el riesgo de infecciones es prácticamente nulo, algo que contrasta de forma drástica con la quimioterapia”, señala Gavilá.
Otra ventaja importante de estos tratamientos es su flexibilidad. Si las pacientes presentan efectos secundarios que requieren un ajuste en la dosis, la eficacia del medicamento no se ve comprometida. Esto permite una personalización del tratamiento, adaptándose a las necesidades individuales de cada paciente. “Podemos reducir la dosis sin sacrificar los beneficios, lo que aumenta la adherencia al tratamiento y mejora aún más la calidad de vida de las pacientes”, explica.
Más allá de los aspectos médicos, los inhibidores de ciclinas también han transformado la experiencia emocional y psicológica de las pacientes. La posibilidad de evitar los efectos debilitantes de la quimioterapia, como la caída del cabello, el agotamiento extremo o el riesgo constante de infecciones graves, les brinda una sensación de normalidad y control sobre sus vidas.
“La calidad de vida no solo se mide en términos físicos, sino también en cómo las pacientes se sienten consigo mismas. Estos tratamientos les permiten seguir participando en sus actividades, estar con sus familias y mantener su independencia, lo cual es crucial en un contexto tan complejo como el cáncer metastásico”, añade Gavilá.
El futuro del tratamiento del cáncer metastásico
El tratamiento del cáncer de mama metastásico está en un punto de cambio gracias a los avances científicos y tecnológicos. Según el Dr. Joaquín Gavilá, el próximo gran hito será expandir el acceso a terapias innovadoras como los inhibidores de ciclinas a todas las pacientes, incluyendo aquellas premenopáusicas. “Es vital que estas terapias, que han demostrado prolongar significativamente la vida y mejorar la calidad de las pacientes, estén disponibles sin importar su perfil hormonal o etapa de vida”, afirma.
Además, el uso de herramientas de precisión como las plataformas genómicas está ganando protagonismo. Estas permiten personalizar el tratamiento analizando las características moleculares del tumor, reduciendo el uso de quimioterapia y maximizando los beneficios de las terapias dirigidas. “Estamos logrando que muchas pacientes puedan evitar tratamientos agresivos, utilizando únicamente terapia hormonal combinada con inhibidores, lo que representa un avance enorme en la medicina oncológica”, añade Gavilá.
Otra línea de investigación clave es la exploración de nuevos usos para los inhibidores de ciclinas, extendiendo su aplicación a etapas tempranas de la enfermedad en pacientes con alto riesgo de recaída. Este enfoque busca prevenir la progresión hacia una etapa metastásica, aumentando las tasas de curación y reduciendo la carga emocional y física de la enfermedad.
Finalmente, tecnologías emergentes como la inteligencia artificial están comenzando a desempeñar un papel crucial en la predicción de la evolución de la enfermedad y en la identificación de patrones de resistencia a los tratamientos. “Estas herramientas serán fundamentales para desarrollar estrategias cada vez más personalizadas y efectivas, asegurando que cada paciente reciba la mejor atención posible”, concluye el especialista.
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