El abondono escolar es un problema profundamente arraigado y preocupantemente normalizado en algunos sectores de la población peruana. Según el Ministerio de Educación (Minedu), la tasa de estudiantes en instituciones educativas privadas que abandonaron sus estudios iniciales, primarios o secundarios en el período 2020-2021 disminuyó gracias a la recuperación económica que surgió tras el cese de casos de COVID-19. No obstante, continuó superando en gran medida a los niveles calculados en años anteriores a la pandemia. ¿Cuál es el verdadero rol que cada uno de los actores involucrados cumple en esta situación?
En muchas ocasiones solemos emplear el término deserción escolar para referirnos a la situación de abandono de estudios por parte de los peruanos. Ante ello, León Trahtemberg, especialista en Educación, nos indica que el primer problema es el nombre “deserción”, ya que le atribuye la culpa al alumno que deja de asistir al colegio como si fuera un “traidor a la patria”, cuando en realidad el responsable de este abandono es el Estado que no ofrece una educación atractiva de calidad, o es la economía familiar la que ocasiona que haya alumnos que no pueden asistir al colegio en ciertas épocas del año.
Existen muchos casos de abandono escolar como el de Laura (15), que abandonó sus estudios secundarios durante el período prepandemia debido a dos causas principales: las dificultades económicas que habían aparecido y un embarazo a temprana edad. En diversas ocasiones, se responsabiliza y margina a las adolescentes que se ven involucradas en este tipo de situaciones, dejándoles la decisión de abandonar sus estudios o continuarlos, siendo la primera opción la más “conveniente”. Esto se debe a la poca oferta de educación alternativa o modelos flexibles educativos que existen en nuestro país, como lo señala Erika Cuba, oficial de Educación en Unicef Perú.
Además, Cuba afirma que la situación de pobreza lleva a muchos estudiantes a dejar la escuela para trabajar y contribuir a la economía familiar. Todo ello tiene mayor incidencia en zonas rurales a comparación de las urbanas. Los territorios amazónicos como Loreto y Ucayali son los que presentan mayor desvinculación escolar. A esto se suma que los caminos para llegar a las escuelas son complicados, dado que tienen que caminar por buen tiempo, entre unos 30 minutos, una hora o más.
Abandono escolar: un problema con diversas aristas
Según un informe de la Defensoría del Pueblo, se observa una gran incapacidad de parte de los colegios para hacer frente a situaciones de abandono escolar, ya que el 86,7% de las instituciones educativas supervisadas no establece un trabajo conjunto con las Unidades de Protección Especial (UPE), encargadas de proteger y encaminar a las adolescentes víctimas de violencia sexual. Esto es preocupante y necesario de atender debido a que los caminos que deben transitar los estudiantes para llegar al colegio pueden estar cubiertos de peligros, como señala Cuba, especialmente para las estudiantes mujeres que a veces son víctimas de violencia sexual. “En algunos casos lamentables, también existen conflictos familiares o violencia doméstica que pueden influir en la decisión de los estudiantes de no continuar asistiendo a la escuela”, añade la especialista.
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Por otro lado, el mismo informe sacó a flote un factor que no había sido considerado por informes anteriores: la anemia. En primera instancia, esta enfermedad podría no ser considerada una amenaza para el éxito académico de un estudiante. Sin embargo, es una de las principales causas del bajo nivel de aprendizajes, influyendo en el 66,8% de los casos.
Otro punto importante es la salud mental en los estudiantes. Luego de la pandemia del COVID-19, se hicieron más notorios los casos de depresión y ansiedad, mismos que lamentablemente no han sido abordados de manera adecuada, ya sea con tratamiento médico o acompañamiento psicológico, en muchos casos, debido a mitos sobre la salud mental, lo que trae como consecuencia que los estudiantes se vean perjudicados y no puedan seguir cursando sus estudios.
Otro factor es la inadecuada diversificación de los contenidos escolares. Muchas veces no se toma en cuenta el contexto en el que viven los estudiantes, sobre todo en las zonas alejadas. Esta situación puede llevar a muchas familias a considerar la idea de dejar los estudios, tal como lo afirma Trahtemberg, “son más los alumnos que no aprenden que los que sí aprenden. Si ustedes analizan las pruebas del Minedu, van a ver que más de dos tercios de los alumnos no tienen logros satisfactorios, y al no cumplirse las expectativas, el alumno y las familias a veces se sienten mortificados, sienten que la educación es irrelevante o inclusive que los hace gastar tiempo y dinero por gusto. Por eso es que el abandono escolar suele ocurrir de cuarto grado en adelante, ya que el alumno se aburre. Los padres dicen, ‘oye, no está aprendiendo nada’, y si por lo menos aprendió a leer y escribir, ya se acabó la historia”.
Un trabajo articulado frente al abandono escolar
Para lograr cambios y garantizar un proceso educativo exitoso para los niños y adolescentes peruanos, es imprescindible el trabajo conjunto de las diversas instituciones, gobiernos regionales, locales y los ministerios involucrados en diversos ámbitos que influyen en el abandono escolar. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Perú ha venido trabajando en diversos programas de apoyo educativo, fortaleciendo la capacidad de las escuelas de contar con recursos y herramientas para responder a esta problemática
Por su parte, si bien el Ministerio de Educación ha hecho esfuerzos muy potentes por solucionar la problemática, aún se presentan problemas; sobre todo, burocráticos, lo cual afecta la adecuada gestión y visibilidad que le deben dar a temas relevantes como lo es el abandono escolar. Es deber de todos los peruanos hacer visible esta problemática y elevar nuestra voz para lograr cambios significativos.
Nota escrita por los estudiantes Alexa Villavicencio, Matías Malma, Isasku Román, Sofía Lagos y Mía Nin del colegio Innova Schools de Comas. Bajo la mentoría del periodista de El Comercio Sebastián Ramírez.
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