Con polo, short y en sandalias: ese fue el atuendo que eligió Lionel Messi el día que eligió hablar de las razones por las que se quería ir del Barcelona. Fue una entrevista pactada, preparada, en la que el argentino dejó en claro, con palabras y gestos, que se quedaba a cumplir su contrato debido a la camisa de fuerza de los 700 millones de euros.
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Ver a Leo como quien se alista para ir a caminar en la arena y pasar unas horas en la playa, terminó siendo la imagen que faltaba para corroborar todo lo que se dijo en la previa sobre la infelicidad del astro en el club culé.
Contra su voluntad deberá quedarse hasta junio del próximo año, aunque dentro de unos meses podrá negociar libremente con los clubes que quiera. Ahí veremos si el Manchester City de Pep Guardiola se mantiene como el candidato elegido por el futbolista de 33 años o el PSG de su amigo Neymar entra en escena y lo seduce. Incluso, Barcelona debería tener alguna chance pensando en que Josep Maria Bartomeu dejará el cargo en las próximas elecciones. Ese será un nuevo episodio de esta novela para más adelante.
Más allá de lo que se piense, el presente le pone una gran oportunidad a Messi. La próxima temporada, que podría ser la última del ’10′ en Barcelona, supone no solo un gran desafío sino la chance de romper con todos los mitos que arrastra la ‘Pulga’ en su carrera.
Ronald Koeman no es Ernesto Valverde ni Quique Setién. El técnico de 57 años forma parte de la historia de la institución catalana. Su imagen con la primera Copa de Europa de los culés marca el lugar de privilegio del exfutbolista blaugrana. A ello se suma su carácter fuerte, de decisiones innegociables, que lo señalan como un entrenador frío, sin llegada a los jugadores. Sin embargo, el fútbol de Messi es capaz de derretir cualquier iceberg, por más grande y resistente que sea.
Koeman necesita a Leo, pero eso no quiere decir que cederá ante el argentino. Mientras que el crack rosarino, sin Luis Suárez al lado –está próximo a fichar con Juventus-, con el poder del vestuario por debajo de las decisiones del neerlandés, lejos de una zona de confort, podrá callar bocas y volver a enamorar a los hinchas culés que terminaron molestos por su manejo de las últimas semanas.
La 2020-21 será la temporada más importante de Messi sin importar a donde vaya después. Se le mirará con lupa antes, durante y tras los partidos. Se analizará cada gesto, cada respuesta. Se harán juicios acerca de su compromiso. Lo que le espera será todavía más duro que el 8-2 del Bayern Múnich. Leo deberá encontrar los caminos para volver a sonreír vestido de azulgrana. Aunque no parezca, motivaciones para sacar su mejor versión tiene de sobra.
De ahora en adelante, la única palabra que valdrá será la que diga Leo en cada juego del Barza. Ni siquiera habrá espacio para escuchar quejas por la falta de fichajes, si es que estos no llegan. Por más complicado que parezca, estilo militar que precede a Koeman puede ayudar mucho al rosarino. El reto de Messi no solo será adaptarse al estilo de su nuevo entrenador sino también a la lucha interna de tener que enamorarse nuevamente del club que quería dejar.
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