El derbi español entre Real Madrid y Barcelona sigue siendo el clásico más importante del mundo, aunque en ambos cuadros se extrañen las figuras bombásticas de hace una década. Tampoco ayuda que ninguno de los dos se encuentre a la vanguardia de las propuestas futbolísticas de un mundo deslumbrado por las innovaciones tácticas, como las que plantea el Manchester City de Guardiola, o que posea el vertiginoso dinamismo del Napoli de Sarri. Sin embargo, esto no les impide liderar la tabla española codo a codo aún invictos en tierras ibéricas, aunque sí les dificulta convencer en Europa, donde ambos acaban de trastabillar.
Quien llega con más volatilidad es el Barcelona. A pesar de que su defensa está mermada por la ausencia de Araújo, Christensen, Koundé y Bellerin, ha recibido solo un tanto en 8 partidos de liga. En Champions expone un rostro más feo: va tercero en su grupo con cuatro puntos en el mismo número de cotejos, en los que ha recogido 7 veces el balón de propia red. El pase a octavos de final requiere una dosis de hazaña, otra de errores ajenos y no poco optimismo. No parece que vaya a alcanzar esta vez para otra cosa que no sea la UEFA League.
El problema catalán es doble, de juego y mentalidad, aunque el entrenador solo reconoce el segundo. Los azulgrana no defienden ya con el balón y su primera línea es porosa ante la exigencia. Xavi no cuenta con un Xavi que capitanee el mediocentro (Gavi y Pedri están aún por madurar, De Jong ha perdido el favor del técnico ) y los años ya se empiezan a sentir en el telenovelesco Piqué y el ajetreado Busquets. Lewandowski compensa con una tasa de conversión magnífica, pero sus aliados arriba son punzantes pero intermitentes: Raphinha y Demébéle.
Con el cuadro de Ancelotti los problemas no son tan acusados, pero hay signos de que el rendimiento estelar en ambas áreas que les hizo triunfar durante la temporada pasada difícilmente se repetirá ahora. Courtois aqueja una ciática y Benzema, recuperado de una lesión que le impidió jugar parte de setiembre, ha perdido puntería. Vini Jr, Rodrygo y Valverde vienen subsanando el bajón del francés, pero el Real Madrid no es un equipo dominador ni posee un estilo que vaya más allá de la contundencia. Sendos empates ante el Osasuna y el Shakhtar Donetsk pueden ser señales que luego se conviertan en síntomas , aunque la vieja sabiduría del DT italiano a veces sirva para disfrazar el desempeño de sus dirigidos.
Dicho esto, poco importa cuando dos camisetas tan legendarias y enfrentadas cruzan fuegos, porque el efecto primero de un clásico es igualar a los contendientes. Luego las preguntas. ¿Qué garantía le puede dar al arco madridista el ucraniano Lunin que ha vivido a la sombra de Courtois?¿Cuánto daño hará el trío sudamericano madridista a los laterales catalanes de turno? ¿Podrá confirmarse Tchouameni como sustituto de Casemiro en plaza grande? ¿Será capaz el Barza de despejar dudas transmitiéndolas al Real Madrid o serán los albos quienes liquiden el proyecto rival? Las respuestas, en unas horas, hoy domingo, a las 9 am.
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