Lejos de ser solo el ladero de ese Batman imaginario que era Cruyff, Johan Neeskens fue un superhéroe a su manera. Era un Robin con posibilidades de resolver él solo la misión que le tocase. Volante cerebral, de pase corto y vertical, era un multitarea capaz de ser mediocentro, extremo o incluso llegador. De hecho, no es menor que sin Cruyff el otro Johan fue figura transcendental del Mundial 78 y si ese subcampeonato se logró fue en parte por él, gracias a él.
El apellido Neeskens está asociado a tres peruanos en mi memoria. A saber, primero Sotil, “victima” en el Barcelona de cómo la llegada del amigo de Cruyff fue restándole espacio, poco a poco. Por entonces, el cupo de extranjero solo premiaba a dos jugadores y Sotil, por más que bautizó a su hijo como Johan, no tenía el crédito del recién llegado Neeskens. Es más, al poco tiempo debió irse de Catanluña. El segundo es Cueto, zurdo fino de nuestra selección que lesionó y dejó casi inconsciente a Neeskens en un partido de la primera fase del 78. Es icónica la imagen de Quiroga recogiendo al holandés del piso y llevándolo fuera del campo.
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El tercero es Malásquez, quien en el 82, cuatro años después, le dio tremendo cortito en la bronca Perú-Cosmos, cuando Neeskens, por entonces jugador de los norteamericanos quiso buscar venganza contra Cueto. La bronca empezó con un fuerte foul de Duarte que dejó en el suelo a Romerito jugador de Cosmos. Cuando el Chiquillo lo trató de ayudar se encontró con el ecuatoriano Borja quien rechazó su intención de disculparse, Duarte reaccionó con un golpe y Neeskens, a la carrera, se lo devolvió. Esto provocó la reacción de Cueto, Quiroga y Malásquez, quien le asestó el puñetazo más preciso. El árbitro determinó la expulsión de Neeskens y Jeff Durgan del Cosmos y Roberto Rojas de Perú en lo que terminó siendo un show de bronca.
Más allá de tanta riña y más allá de esta historia cruzada con los peruanos, debo admitir que Neeskens era un señor crack. Polifuncional y preciso, el Robin holandés era capaz de jugar un poco de todo. Como dijo Menotti para elogiarlo: “Neeskens no fue Cruyff porque existió Cruyff”.
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