Mientras el inesperado ‘boom’ del cine coreano sigue acaparando adeptos cada segundo, en los estudios británicos del fútbol Heung-min Son (Chuncheon, 8 de julio de 1992) continúa rodando su mejor película. Su juego es como “Parasite”, enamora por su estupendo guion puesto en escena. Su actuación podría ser calificada de la misma forma que el crítico de cine Sebastián Pimentel define a la película ganadora del Óscar: “Una sofisticada caja de sorpresas”. Ese es Son, el zigzagueante delantero que mantiene al Tottenham en cartelera de la Premier League con una narrativa ingeniosa y goles dentro de los campos.
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Lesionado el goleador y capitán Harry Kane, transferido Christian Eriksen al Inter de Milán y Dele Alli sumido en una marcada inconstancia, es ‘Sonny’ quien pide el rol protagónico con absoluta naturalidad. José Mourinho se lo agradece y alimenta ese incombustible fuego sagrado del coreano, porque entiende que hoy debe ser su actor fetiche en la cancha para evitar que los estresores se disparen en el club londinense. “Siempre va al límite, lo da todo. Es increíble”, lo piropea ‘Mou’.
Cada adjetivo del estratega luso está bien documentado. Cuatro partidos marcando es la racha vigente del coreano. Tantos que sirvieron para las victorias ante el Norwich City (2-1) y Manchester City (2-0) por la Liga Inglesa, y trascendentes para la igualdad 1-1 y el posterior triunfo 3-2 frente al Southampton en el desempate para mantenerse vivos en la FA Cup. El estado de gracia del atacante les permite a los ‘Spurs’ soñar todavía con la clasificación a la próxima Champions League (son sextos a cuatro unidades del corte establecido por el Chelsea).
Si bajo la dirección del argentino Mauricio Pochettino ya Heung-min tenía alas y licencia para recorrer las bandas con absoluta libertad, hoy debe redoblar esfuerzos considerando que en la filosofía de ‘Mou’ su campo de acción es todo el ancho de la cancha para hacer valer su velocidad como un arma letal para el contragolpe.
Aunque esta no es la temporada más prolífica de Son con los ‘Spurs’ (31 juegos y 14 goles en todas las competiciones), este curso sí ha servido para dejar roles secundarios y asumir el protagonismo. Es el orfebre en la ofensiva del cuadro londinense. Su verticalidad encaja en el libreto característico de Mourinho.
La carrera al estrellato de Son no estuvo exenta de situaciones dramáticas, como cualquier filme que se precie de ser bueno. Aunque hoy le reste importancia, su niñez estuvo marcada por una exigencia que rebasaba incluso los límites imaginables. Aprender cada diálogo con el balón era una obligación que no admitía errores. Woong-yung Son, su padre, fue un futbolista que llegó a defender a la selección coreana. Él quería lo mismo para sus hijos. Y para ello ejerció un rigor militar en cada entrenamiento. “Dudaban de que fuera nuestro padre”, confesó tiempo después el hermano mayor de ‘Sonaldo’, quien contó que los castigos físicos eran habituales para corregirlos. “En mi sociedad, la palabra del padre es ley”, justifica hoy la estrella del Tottenham.
Esa obsesión por la perfección llevó a ‘Sonny’ hasta el Hamburgo, club en el que debutó profesionalmente sin pisar una cancha de Primera División en su país. Con los ‘dinosaurios’ compartió plantel con Paolo Guerrero entre el 2010 y el 2012, y se quedó un año más tras la partida del atacante peruano para luego jugar otras tres temporadas en el Leverkusen antes de marcharse al Tottenham a cambio de 16 millones de euros.
Ya establecido en las islas británicas, el peor marcaje de su carrera amenazó con retirarlo del fútbol. En su país el servicio militar es obligatorio antes de cumplir los 28 años. Y su cuenta regresiva parecía más veloz que él mismo. Para evitar esos 21 meses en los cuarteles, debía obtener un gran logro deportivo para Corea. En Rusia 2018 quedó fuera en primera ronda y la única opción viable era el oro en los Juegos Asiáticos de Indonesia. Recién el 1 de setiembre pudo respirar tranquilo. Del llanto tras la eliminación en el Mundial al disfrute absoluto pasaron solo unos meses. Son tenía vía libre para seguir su carrera.
Llegar y perder la final de la Champions 2018-19, ser protagonista accidental de la fractura de tobillo del portugués André Gomes y escalar el Everest futbolístico otra vez para guiar al triunfo a los ‘Spurs’ es una constante en la vida de película de un chico de 27 años que vive con sus padres, no bebe alcohol, tiene su propio programa de televisión en su país –“Sonsational”–, es fanático de los videojuegos y promete casarse solo después de colgar los botines para evitar las distracciones. Si alguien merece un Óscar en el Tottenham de Mourinho, ese es Heung-min Son, el coreano de moda en la Premier League.
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