Con una inversión de US$ 55 millones, la empresa Cemento Inka inauguró su nueva planta en San Andrés, en el departamento de Ica, que tiene una capacidad de producción de 800 mil toneladas de cemento al año. El doble de su planta en Cajamarquilla, que produce 400 mil toneladas al año.
Carlos Choy, gerente general de la compañía, señala que en sus 16 años de funcionamiento, han logrado llegar a casi 20 departamentos del Perú, pero tenían dificultades para alcanzar la zona sur y centro. Así, con la entrada de esta nueva molienda de cemento, tendrán mayor cercanía a departamentos como Ica, Arequipa, Huancavelica, Apurímac y Abancay.
“Tenemos un ‘market share’ de entre 3,8% y 4% en el país. Con esta planta esperamos llegar a un 10% del mercado local”, estima Choy.
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Obstáculos
Inicialmente, se estimaba que la planta estaría operativa para el segundo semestre del 2020, pero la pandemia y los sobrecostos no solo atrasaron el proceso de construcción sino que, incluso, pudo llevarse la inversión a otros países.
Desde que adquirieron el terreno en el 2014, las autorizaciones y permisos hicieron que la construcción inicie en noviembre del 2019 y los primeros equipos se instalaron en diciembre de ese mismo año.
Con la llegada de la pandemia, el Gobierno decidió cerrar todas las actividades, lo que paralizó la construcción hasta octubre del 2020. “Fuimos uno de los pocos países del mundo que cerró completamente la construcción, uno de los motores principales de la economía”, recuerda Choy.
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Durante el reinicio de las actividades constructivas y montaje de los equipos, el mundo aún seguía siendo golpeado por la pandemia, el costo de los fletes marítimos subieron 2.500%, el precio del acero se incrementó en 280% y los fletes de mercadería que importaban a granel se incrementaron 500%.
Todo esto hizo que el proyecto tenga un sobrecosto de entre US$ 7 millones y US$ 10 millones.
A ello se le sumó la inestabilidad política vivida que paralizó al país, comenta Choy.
“Varios países nos ofrecieron llevar nuestra inversión dándonos facilidades tributarias para poder montar la planta, que es algo que aquí en el Perú no se da al sector privado ni a la industria. Pero seguimos apostando por el país, generando empleo y bienestar no solo para quienes trabajan con nosotros sino en común, con buenos productos a precios razonables en el mercado”, comenta.
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Nuevas inversiones
Si bien aún no pueden compartir muchos detalles del proyecto, desde Cemento Inka están apostando por la construcción de un horno para poder producir Clinker y no depender de importaciones del exterior.
“Es un proyecto que no se puede dar de un año para otro porque la inversión es bastante grande”, anota Choy.
La idea es tener una planta que produzca entre un millón y un millón y medio de Clinker al año, y abastecer a sus propias plantas de molienda y a clientes en el exterior.
La autoconstrucción es responsable de entre el 75% y 80% del consumo de cemento en el Perú.
La empresa usa insumos y combustibles alternativos que permiten la reducción del uso de Clinker para la producción de cemento y emitir menos CO2.
Los cementos ecológicos que producen los hace una marca sostenible en el tiempo, asegura Choy.
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