El IPE proyecta que la economía peruana crecerá cerca de 1,9% en 2022, la menor tasa en 13 años sin considerar la caída registrada en el 2020. Este bajo crecimiento se explicaría por la inminente caída de la inversión privada ante el deterioro de la confianza empresarial. A esto se le suman riesgos internos relacionados con el potencial escalamiento de conflictos sociales y, en el frente externo, la desaceleración de la economía global. Con ello, se estaría desaprovechando el entorno internacional de altos precios de los metales para consolidar la recuperación, generar más empleo y mejorar los ingresos de las familias.
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Menor confianza, menor inversión
La inversión privada, uno de los principales motores de crecimiento y generación de empleos formales, se reduciría 9,0% en 2022. Dicha proyección se explica por el fuerte deterioro de la confianza empresarial a lo largo del 2021, acentuada durante el segundo semestre. En efecto, las expectativas empresariales sobre el futuro de la economía a tres meses se encuentran en terreno negativo por octavo mes consecutivo, el periodo más largo desde que se tiene registro (2002).
En línea con la reducción de la confianza empresarial, los indicadores vinculados a la inversión privada muestran que el desarrollo de nuevos proyectos habría empezado a paralizarse desde el cuarto trimestre del 2021. Los últimos reportes del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) advierten que el crecimiento del sector construcción, la manufactura no primaria y el volumen de importación de bienes de capital se habrían desacelerado fuertemente en octubre. De acuerdo con estimaciones del IPE, la inversión privada habría registrado un crecimiento de alrededor de 1,0% en los últimos tres meses del año respecto al mismo periodo del 2020.
La caída prevista de la inversión privada limitaría la generación de nuevos empleos formales. Esto contribuiría a que el crecimiento del consumo privado – variable que representa dos tercios del PBI – disminuya de 11,5% a 3,1% entre el 2021 y 2022. A pesar de que los sectores vinculados al consumo como comercio y servicios se recuperarían gradualmente en respuesta a los mayores niveles de vacunación, su desempeño seguiría afectado por la incertidumbre que representa la pandemia y el potencial surgimiento de nuevos rebrotes.
Asimismo, el acceso a mayor liquidez alcanzado por los hogares entre el 2020 y 2021 ante las medidas de liberación de fondos (CTS y AFP) y transferencias monetarias extraordinarias difícilmente se prolongará. Además, la capacidad adquisitiva de los hogares continuará siendo afectada por los elevados niveles de inflación esperados por lo menos hasta la primera mitad del año.
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Oportunidades y riesgos
Para el 2022, el entorno internacional de altos precios de los metales representa una oportunidad para atraer nuevas inversiones que apuntalen un mayor crecimiento en el mediano plazo. Las cotizaciones internacionales de los principales metales de exportación del país rompieron récords históricos durante el 2021. En particular, el precio promedio del cobre el año pasado (US$ 4,22 por libra) se incrementó en 56% respecto al promedio de los cinco años previos (2016-2020).
En episodios anteriores de incremento del precio de los metales a inicios de la década del 2010, la inversión minera se incrementó notablemente y alcanzó un valor promedio de US$ 7.500 millones al año entre el 2011 y el 2015, cuadruplicando el promedio registrado durante los cinco años previos (2005-2010). Hoy en día, los precios de los metales son incluso mayores que en el anterior periodo de auge; sin embargo, la inversión minera de los últimos doce meses (US$ 5.000 millones) es un tercio menor.
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La incertidumbre generada por la inestabilidad política y el incremento de la conflictividad social han afectado particularmente al sector minero. En noviembre del 2021 se registraron 147 conflictos sociales activos en el país, el mayor número desde el 2017. De estos, el 43% están relacionados a la actividad minera. El continuo y creciente clima de conflictividad social afectaría no solo al crecimiento del volumen de exportaciones del 2022, sino también al potencial inicio de nuevas inversiones en el sector. El caso reciente más emblemático corresponde a la paralización del proyecto minero Las Bambas en Apurímac, el cual representa 1% del PBI nacional y el 16% de la producción de cobre.
En el plano internacional, la persistente inflación a nivel global generada por los problemas en la cadena de suministros ha llevado a que los bancos centrales de las principales economías desarrolladas anuncien recortes a sus estímulos monetarios más rápidos a los previstos inicialmente, lo que podría desacelerar el crecimiento de la economía mundial en el 2022. Las condiciones de la economía de China y el control de la pandemia son otras fuentes de riesgo.
El bajo crecimiento económico proyectado para el 2022 sería una lamentable evidencia del poco aprovechamiento de los buenos vientos externos de hoy a partir del deterioro de la confianza en la economía.
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