Los últimos datos de crecimiento del PBI del Perú muestran un claro estancamiento económico. Sin embargo, ese resultado esconde importantes diferencias según regiones. Por ejemplo, la caída anual promedio del país de 0,5% durante el primer semestre del año se explica por el resultado negativo en 15 de los 24 departamentos del país. En ese sentido, durante la primera mitad del 2023, las regiones del centro y la capital se encuentran en negativo y las zonas oriente y norte registran crecimientos positivos pero mínimos. En contraste, impulsada por Moquegua y Apurímac, la zona sur del país se expandió 2,9% y viene dando soporte a la economía nacional.
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Lima, la gris
Lima Metropolitana, que representa cerca del 40% de la economía nacional, se contrajo 1,5% en el primer semestre y acumuló tres trimestres continuos de resultados negativos. Este resultado se explica principalmente por la caída en sectores vinculados a la inversión, como manufactura (-9,4%) y construcción (-7,9%), afectados por la menor demanda de insumos industriales, como el petróleo y el bajo dinamismo en el desarrollo de proyectos privados y públicos.
Ese panorama no pudo ser compensado por el crecimiento de los sectores vinculados al consumo como comercio (3,3%) y transportes (1,4%). Además, el sector servicios, que constituye la mitad del PBI de Lima Metropolitana, presentó un crecimiento casi nulo durante el primer semestre, influenciado por el menor gasto de las familias. No obstante, la progresiva reducción de la inflación y la flexibilización de las condiciones de financiamiento impulsarían un mayor crecimiento del sector en los próximos meses.
Contrastes en el sur
Mientras que en el resto del país la economía se contrajo en 1% durante el primer semestre del 2023, la zona sur creció 2,9%. Sin embargo, este resultado esconde importantes contrastes. Por un lado, Moquegua y Apurímac lideraron el crecimiento en la macrorregión impulsadas por una mayor actividad minera. Moquegua creció 46% producto del inicio de operaciones en Quellaveco; y Apurímac, 14% gracias a la recuperación de la producción de cobre y molibdeno en Las Bambas tras la paralización de sus actividades entre abril y junio del 2022. Asimismo, Cusco mostró un resultado positivo durante la primera mitad del 2023, aunque de solo 0,9% debido a un mejor avance de la inversión pública.
Por otro lado, en Ayacucho, Arequipa, Puno y Tacna, la actividad económica se contrajo, incluso más que el promedio del resto del país. Ello se debió principalmente a la menor producción agrícola ante la ocurrencia de heladas y la ausencia de lluvias. La región más afectada por estos fenómenos fue Puno, cuyo PBI se redujo en 14% durante el primer semestre del 2023, el peor desempeño en el ámbito nacional. La caída de 1,1% en el caso de Arequipa se explica también por una contracción en la actividad manufacturera por la menor elaboración de harina y aceite de pescado.
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¿Qué esperar?
Aunque en julio el crecimiento fue negativo (-1,3%), se espera un ligero mejor desempeño de la economía peruana en lo que resta del 2023, impulsada por un mayor consumo privado. Sin embargo, hacia fines de año, es probable que esta vuelva a desacelerarse. Según el último pronóstico del Enfen, hacia el verano del 2024, es cuatro veces más probable que tengamos un fenómeno de El Niño (FEN) costero de magnitud moderada o fuerte (82%) que uno de magnitud neutra o débil (18%). Ello afectaría principalmente la agricultura, especialmente en el norte del país. En el 2017, por ejemplo, Piura perdió el 20% de su producción agropecuaria debido al FEN de ese año.
Hacia fines de año, también se espera una desaceleración del crecimiento en la zona sur, conforme el impacto de las operaciones de Quellaveco y la reanudación de Las Bambas se normalicen. Al respecto, es importante destacar que, sin la mayor producción de esas minas, el sur hubiese sido la macrorregión con el peor desempeño económico durante el primer semestre del 2023 (con una caída promedio de más de 2%).
El estancamiento de la economía peruana y las diferentes dinámicas regionales aquí explicadas son consistentes con los recientes ajustes a la baja en las proyecciones anuales de crecimiento hechos por el Banco Central, el Ministerio de Economía y los principales analistas. Sin embargo, considerando el resultado de julio, algunos indicadores adelantados de la economía y los eventuales impactos de un FEN fuerte, es probable que cualquier recuperación para lo que queda del 2023, que solo sea ligera, no sea suficiente para evitar nuevos ajustes a la baja. Urge entonces que nuestras autoridades discutan cómo crear un entorno favorable para la inversión y el empleo, que permita reactivar la economía y retornar a una senda de reducción de la pobreza.
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