El 2020 fue el año más cálido para el mundo desde que se tienen registros. Se suma a una década de temperaturas récord que refuerzan la necesidad de actuar frente al calentamiento global. Sin embargo, a inicios de ese mismo año, Donald Trump anunció que Estados Unidos se retiraba del Acuerdo de París, una iniciativa con 197 países firmantes que buscan desacelerar el aumento de la temperatura en el mundo.
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La salida de Estados Unidos representó la pérdida de US$3 mil millones para el Fondo Verde del Clima, creado con la finalidad de ayudar a países en desarrollo a ser más resilientes frente al cambio climático y a implementar nuevas tecnologías. Además, tuvo un efecto sobre el precio del carbono e implica que el resto de los países necesitarán un mayor esfuerzo para alcanzar las metas del Acuerdo de París, debido a que Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero a nivel global.
Así, su salida recargó la mochila de los esfuerzos por alcanzar el gran objetivo del resto de países firmantes.
En rechazo de esa decisión, diversos estados, ciudades, universidades, inversionistas y empresas de los Estados Unidos reafirmaron su compromiso con la mitigación del cambio climático, a través de iniciativas como We Are Still In, una de las más conocidas, que incluye a Amazon, Citi, Bloomberg, Walmart y Volvo, entre otros.
Tras el cambio de gobierno, el presidente demócrata Joe Biden y su gabinete regresaron inmediatamente a los Estados Unidos al Acuerdo de Paris, refirmando el compromiso de ese país de reducir las emisiones de carbono en 80% o más para el 2050. Se espera que Biden aumente el compromiso a ser un país carbono neutral en el 2050, al igual que la Unión Europea y Japón.
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El reto de mitigar el impacto del calentamiento global no solo ha sido asumido por los gobiernos, sino también por el sector privado. Una prueba de ello es la relevancia que han ganado las iniciativas medioambientales en la toma de decisiones de inversión de muchos gestores de fondos en el mundo. Ello ha generado nuevas oportunidades, como tecnologías bajas en carbono, pero también nuevos riesgos, como cambios en la regulación que pueden afectar la rentabilidad de ciertas industrias, y desastres naturales más frecuentes, que deben considerarse en el análisis de inversión.
En Prima AFP, por ejemplo, estamos elaborando un Plan de Cambio Climático con la finalidad de incluirlo en nuestros procesos de inversión. Este tipo de políticas entre los inversionistas genera una doble ganancia: mitigar el cambio climático y tomar mejores decisiones de inversión.
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Por su alta biodiversidad, siempre se ha considerado que el Perú es uno de los países que más puede sufrir el impacto del cambio climático. A puertas de un nuevo proceso electoral, toca estar alertas de medidas que nos puedan llevar, como pasó en el 2020 en Estados Unidos, por el camino equivocado.