Hoy tenemos una nueva administración del Estado que deberá poner en marcha la vía expresa del desarrollo hacia el bicentenario. Hay mucho por hacer. Es un sueño ambicioso, pero no imposible. La carencia de creatividad, empuje, planeamiento y visión de Estado en que nos encontrábamos deben cambiar. Hoy las señales de eso deben ser claras. Follow @EconomiaECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
En los últimos años, el estancamiento en inversiones de proyectos extractivos, ya sea por las condiciones de la economía global, por la falta de convicción de su necesidad por parte del Estado o por trabas burocráticas, ha sido total. En el sector de hidrocarburos (petróleo y gas) la crisis es palpable, y hoy está sobre el tapete la necesidad de definir si el Perú debiera buscar ser un país petrolero y gasífero como lo son los países vecinos, y si debiera promover e incentivar la exploración y producción de hidrocarburos.
Los hidrocarburos existen mucho antes que el hombre. Se conoce que el combustible fósil puede ser más o menos amigable al ambiente, y esto es un tema de discusión en foros, sobre el cual la sociedad tomará una posición. Lo que nadie niega es que el petróleo y el gas son fuente de energía para el desarrollo.
Se necesitan señales claras para lograr esa vía de desarrollo y en el sector de hidrocarburos aún falta encontrar la luz al final del túnel. Hoy vemos la caída y desgaste del que fuera la obra de transporte de crudo de las décadas de los setenta y ochenta: el Oleoducto Norperuano, en el que se transportaba el crudo de la selva hasta el puerto de Bayóvar. También se ha experimentado la declinación de los campos de producción de petróleo en la selva y costa; la poca o nula presencia de empresas trayendo inversión de riesgo en exploración para encontrar nuevas reservas de petróleo y gas –que con su desarrollo otorguen calidad de vida a lo largo y ancho del país–; y un esquema de abastecimiento y transporte de productos que requieren atención y descentralización.
DecisionesQueremos energía y sabemos que la inversión trae desarrollo. Pero las acciones y decisiones que se tomaron fueron en un sentido contrario al deseo de crecer. Hay que pensar en grande para crecer. Las buenas ideas no pueden estar aisladas de bases sólidas y proyección de crecimiento. Se han iniciado dos grandes proyectos de infraestructura, como son la modernización y expansión de la refinería de Talara y el gasoducto del sur, y ambos requerirán hidrocarburos para procesar o transportar.
¿Tiene hoy el país las reservas de hidrocarburos que permitan contar con una sostenibilidad de suministro y consumo en el largo plazo? ¿La decisión de la gran inversión en infraestructura estuvo acompañada con la decisión de incentivar y promover la exploración por hidrocarburos para encontrar y contar con esa sostenibilidad de suministro en el tiempo?
Si no se hizo, hoy tenemos que hacerlo y buscar esas reservas para el mañana. Tenemos que seguir mirando hacia el futuro. Hoy nos juega en contra la economía global, los precios bajos del petróleo y del gas, y la falta de éxito en la exploración por hidrocarburos. Con el cuidado y respeto ambiental y social como políticas de Estado y el compromiso responsable por parte de las empresas, se pueden buscar los mecanismos para reavivar el interés por la inversión en el país.
Cada día cuenta y hoy ya son varios los años de atraso que serán difíciles de recuperar, pero debemos empezar ya. Consultora en temas de hidrocarburos y energíaEl gurúbárbara brucePetróleo y gas: ¿por dónde empezar?