“Convocamos a la empresa explotadora y comercializadora del gas de Camisea, para renegociar el reparto de utilidades a favor del Estado, caso contrario, optaremos por la recuperación o nacionalización de nuestro yacimiento”, escribió el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, en su cuenta personal de Twitter el domingo pasado. Este mensaje dio inicio a una semana en la que distintos actores explicaron una y mil veces que alrededor de Camisea hay más de un contrato y que las regalías que el consorcio paga al Estado alcanzan alrededor del 65% de sus utilidades, lo que dista poco del 70% propuesto por el ideario del partido Perú Libre. Según la Sociedad Peruana de Hidrocarburos, por ese 5% de recaudación adicional, el Estado podría gastar alrededor de US$30 mil millones si decide nacionalizar Camisea.
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Lamentablemente, durante la semana se habló más del tuit que de la problemática estructural: la masificación del gas natural, política pública que el Gobierno debería desarrollar para siquiera tratar de viabilizar que este recurso llegue a todos los hogares del Perú, antigua promesa que acompaña al sector energético desde hace varios años.
Más allá de este tema de fondo, que se aborda al detalle en el artículo central de esta edición de Día1, vale la pena resaltar que no pasa por alto la manera en que este mensaje, tan directo y en “blanco y negro”, fue comunicado. Twitter, que alberga un público muy específico y definitivamente no masivo -si tomamos en cuenta el Perú en su conjunto-, lo aguanta todo. De acuerdo a un estudio realizado por Ipsos en el 2020, solo el 12% de peruanos (1.3 millones de personas en zonas urbanas) tiene una cuenta en Twitter. Esta red social, además, está centrada en Lima y sus interacciones son muchas veces replicadas por medios de la capital que no han sido ajenos a las controversias con el Ejecutivo en las últimas semanas.
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Como este, varios son ya los episodios informativos que comienzan con un mensaje de no más de 280 caracteres. No obstante, el Gobierno ha manifestado más de una vez su interés por impulsar y darle mayor protagonismo a los medios regionales, en los que los mensajes tienen otros decibeles y se expresan en más de un idioma.
Miremos con detalle el hilo informativo y sigamos la pista de lo que el Gobierno anuncia y en qué fuero, para así también tener claridad técnica sobre qué es exactamente lo que se solicita o exige, y cuál es la vía de negociación teniendo en cuenta el marco regulatorio vigente en cada industria, sector o institución. Si para viabilizar negociaciones se plantea la necesidad de cambiar las reglas de juego legalmente, habrá que ser aún más agudos con respecto a los procesos que ello implica.
Un año más
Cierro esta columna el viernes 1 de octubre, Día del Periodista, recordando lo desgastante, pero tremendamente satisfactorio que es informar de manera responsable diariamente. Gracias a nuestros seres queridos, familia y amigos, que a punta de práctica comprenden que muchas veces no podemos dejar el celular en el bolsillo, que llegamos tarde a todos lados, que compramos regalos a última hora y llegamos el 25 de diciembre cuando el pavo sale del horno. Para ser primeros en la noticia, hay que sentir pasión por la información, y cuidar no solo qué se dice, sino cómo se dice. “Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo” - Gabriel García Márquez.
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