En los últimos años, la economía global experimentó un proceso deflacionario muy marcado y prolongado. La globalización y las innovaciones tecnológicas generaron una importante reducción en los costos de producción y distribución, así como un crecimiento económico con baja inflación. Inclusive, la gran emisión de dinero por parte de los bancos centrales de los países desarrollados para reactivar la economía luego de la recesión del año 2008 nunca se tradujo en un desborde la inflación, sino todo lo contrario; la inflación estuvo ausente.
Actualmente, nos encontramos en un ciclo económico distinto, en donde las presiones inflacionarias han resurgido. Desde principios de este año, con el despliegue de la vacunación y con ello el fin de las restricciones de movilidad y las cuarentenas en los países desarrollados, las empresas enfrentaron cuellos de botella en la cadena de suministros, en donde destaca la producción de microchips, lo cual hasta el momento ha generado escasez y por ende inflación.
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De otro lado, los subsidios al desempleo junto con las restricciones laborales a los no vacunados han generado una escasez de mano de obra y con ello una fuerte presión en los costos laborales que se traduce una mayor presión a la inflación. Adicionalmente, la subinversión en las industrias de energía y minería en los últimos años, producto de exigencias medioambientales, está generando una menor oferta de petróleo, gas y metales.
Ante la mayor demanda global luego de la reapertura económica, el desbalance ente la oferta y demanda está generando una fuerte subida en los precios de las materias primas y consecuentemente una fuerte presión en la inflación global. Por último, la desbordante inyección de liquidez por parte de los bancos centrales de los países desarrollados y la también descomunal política fiscal expansiva de EEUU le dan otro impulso adicional a la inflación.
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Con todo esto, las fuerzas inflacionarias superan enormemente a las deflacionarias, con los cual podríamos encontrarnos en un mundo muy diferente al de antes de la pandemia. Sin embargo, es importante entender que no necesariamente estas presiones inflacionarias son permanentes. En la medida en que la economía se vaya normalizando la inflación debería moderarse, pues casi todas las presiones inflacionarias son transitorias.
También es importante entender que las presiones inflacionarias son de oferta y no demanda, con lo cual éstas no pueden ser corregidas con políticas monetarias restrictivas. Es por ello, que muy posiblemente la FED no sea muy agresiva en el retiro de estímulos monetarios, como muchos inversionistas temen. No sólo no será mas moderada por que no tiene la capacidad de limitar los factores inflacionarios de oferta, sino además estos mismos factores que están ocasionando la inflación son factores recesivos, y afectan negativamente el crecimiento. Las políticas económicas no deberían apuntar a frenar más la economía cuando ya de por sí hay fuerzas que la están presionando, pues se podría caer en el riesgo de una estanflación.