La crisis del sector hidrocarburos se complica, esta vez, por el lado del downstream (distribución de combustibles). El pasado 12 de octubre, la Asociación de Grifos y Estaciones de Servicio (AGESP) alertó la existencia de un serio problema de desabastecimiento de combustibles en varias regiones del Perú.
Hoy, el gremio advierte que esta problemática ha escalado hasta convertirse en “muy seria”, al extremo de que “no hay gasolina ni diésel” en muchos grifos de Lima, el centro y el norte del país.
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“Sólo el sur no tiene tantos problemas porque es abastecido por la planta de Monte Azul [contratada por Exxon Mobil]”, señala Edwin Pinedo, presidente de AGESP.
SALVAVIDAS PARA PETRO-PERÚ
Como se conoce, esta situación tiene su origen en los apuros financieros que Petro-Perú enfrenta para adquirir combustibles en el mercado internacional debido a las “malas decisiones adoptadas por el Directorio anterior”, las cuales han conducido a que la estatal pierda sus líneas de crédito, anota Erick García, ex director de hidrocarburos.
“En consecuencia, va a haber un abastecimiento muy restringido en el mercado local porque el 35% (que Petro-Perú provee) está faltando”, precisa César Gutiérrez, expresidente de la petrolera pública.
Para solucionar esta crisis, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) garantizó a Petro-Perú el pasado 17 de octubre un aporte de capital de US$1.000 millones, destinado, precisamente, a la adquisición de combustibles.
Esto, a través de un decreto de urgencia (DU) que debió haber sido expedido la semana pasada.
“Este decreto de urgencia permitirá enfrentar los problemas de liquidez que tiene la empresa debido a que no se ha recuperado todavía la confianza de los bancos”, indicó a este diario una fuente del Gobierno que no quiso ser identificada.
El problema es que la mentada norma estaba teniendo un parto bastante difícil.
EL DECRETO DE URGENCIA
Hasta el lunes por la noche, el Ejecutivo se encontraba abocado a recabar estos US$1.000 millones (que no son poca cantidad) por todos los medios a su alcance, incluyendo en las cuentas del Banco de la Nación.
“Urge que se emita el decreto de urgencia cuanto antes porque mientras más demore su aprobación, más tiempo estaremos en este problema de suministro y, lo que es peor, ad portas de una anunciada huelga de transportistas”, advertía ayer Erick García.
Finalmente, el Ejecutivo publicó en horas de la noche la norma que aprueba “de manera excepcional” el aporte de capital por hasta S/4.000 millones “con cargo a los saldos de libre disponibilidad de los recursos del Tesoro Público al 31 de diciembre de 2022″.
En esa línea, el decreto de urgencia aprueba también un endeudamiento de corto plazo por hasta US$500 millones para que la estatal efectué las importaciones de combustibles que considere necesarias con una línea de crédito que contratará con el Banco de la Nación.
“Con esto el abastecimiento de combustibles está asegurado, pero no significa que de la noche a al mañana se repondrá todo”, advirtió a este Diario una fuente del Ejecutivo.
En efecto, según cálculos de Erick García, la normalización del mercado de hidrocarburos demorará entre 20 a 30 días a partir de la publicación de la norma.
Gutiérrez es menos optimista. “En mi opinión podríamos estar hablando de 30 a 45 días de desabastecimiento”, estima.
El especialista explica que, después de publicada la norma, Petro-Perú tendrá que convocar una licitación internacional cuya buena pro “fácilmente podría durar tres semanas”.
“Y una vez que se firma el contrato, el proveedor puede demorar 3 o 4 semanas en entregar el combustible, por eso hablo de hasta siete semanas. Ese es el tiempo que va a haber este problema”, señala.
¿Por qué la entrega del combustible demorará tantos días?
PETRO-PERÚ, IMPORTADOR NETO
La razón, explica Gutiérrez, es que Petro-Perú adquiere todo el combustible que expende en el país en las refinerías estadounidenses de Texas y Louisiana, en el Golfo de México. Un viaje que demora cerca de un mes por vía marítima.
Como se sabe, esto ocurre desde que la estatal detuvo operaciones en la refinería de Talara, donde procesaba (convertía en diésel y gasolinas) el crudo producido en el país y el importado de Ecuador.
Desde entonces (fines de 2019), la petrolera se ha convertido en una importadora neta de combustibles, circunstancia que la ha llevado a perder participación en el mercado, desde un habitual 50% hasta un 35% o 40%.
“Hoy, Petro-Perú compite con Repsol, que tiene un 40% del mercado, y dos importadores estadounidenses: Valero y Exxon Mobil, los cuales se reparten el restante 25%”, precisa Gutiérrez.
De acuerdo a especialistas consultados para este artículo, Petro-Perú tendría pocas existencias de combustibles y ese poco ya se estaría terminando.
¿Qué hacer en estas circunstancias?
PROPUESTAS DE SOLUCIÓN
La esperanza de largo plazo para la petrolera estatal consiste en reanudar operaciones lo antes posible en la nueva refinería de Talara, lo que le permitiría procesar combustibles en el país, evitando el tener que importarlos desde EE.UU.
Lamentablemente, no se conoce aún a ciencia cierta cuándo ocurrirá esto. Humberto Campodónico, presidente de la estatal, informó a este Diario dos meses atrás que la nueva refinería empezaría a producir combustibles este mes de octubre.
Luego, la petrolera corrigió sus estimados para fines de año. Analistas del sector especulan, sin embargo, que el inicio de operaciones demoraría hasta el primer trimestre del 2023.
En este contexto, Gutiérrez propone, como solución inmediata, que Petro-Perú ceda franjas de almacenamiento a Exxon y Valero en el Callao, para que puedan incrementar sus importaciones de combustible.
“Se trata, sin embargo, de una medida que restará más participación en el mercado de combustibles a Petro-Perú, por lo que será muy difícil que se implemente”, anota.
Para evitar que situaciones como esta vuelvan a ocurrir, Erick García aconseja aprobar un mecanismo de elección de los miembros del directorio y los funcionarios de Petro-Perú, con profesionales probos y entendidos, que eviten la toma de malas decisiones futuras. Algo que está contemplado en el decreto de urgencia emitido ayer.
Del mismo modo, aconseja reforzar la institucionalidad en entidades clave, como el Ministerio de Energía y Minas (Minem), que debería estar liderando la búsqueda de soluciones para salir de esta crisis, pero que no puede hacerlo por falta de directivos técnicos calificados.
El Minem, efectivamente, no cuenta desde hace dos semanas con viceministro de hidrocarburos, director general de hidrocarburos ni director de gas natural, oficialmente nombrados, advierte García.
Mientras tanto, los empresarios de grifos se ven precisados a buscar soluciones dramáticas.
“Los griferos estamos pagando precios exorbitantes a los proveedores de combustibles. Si esta situación se va a prolongar, vamos a tener que ir hasta Arequipa para comprar diésel y gasolinas”, advierte Edwin Pinedo.
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