Los economistas Hugo Perea e Ismael Mendoza, de BBVA Research, publicaron esta semana una investigación sobre los ciclos económicos desde los ochenta hasta nuestros días. Su principal conclusión: los ciclos en nuestro país se han suavizado. En esta entrevista, Perea da detalles del tema.
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— ¿Por qué ocurren los ciclos económicos y por qué son inevitables? Las economías están sujetas a lo que llamamos choques, eventos fortuitos, exógenos e incontrolables. Por ejemplo, en buena parte de la década pasada, un evento exógeno nos dio mucho impulso, que fue el auge del precio de las materias primas. Esto, por una serie de mecanismos, nos permitió crecer de manera muy acelerada.
Hacia el 2009 la crisis financiera internacional nos metió en un pequeño bache, pero salimos rápido. Estos choques no tienen que ser externos, también pueden ser locales. Por ejemplo, un fenómeno de El Niño muy intenso, cambios en las expectativas empresariales o de las familias podrían acelerar o desacelerar la economía.
— ¿Cuáles son los principales hallazgos sobre la variedad de los ciclos económicos en el Perú? Lo que hemos encontrado es que desde finales de los 90 a la fecha, estas fluctuaciones se han moderado, y eso pese a que hemos pasado episodios complicados en ese período.
— ¿Qué ha causado esa moderación?Dos cosas. Las familias ahora tienen mayor capacidad para suavizar sus gastos de consumo. Esto ocurre por el desarrollo del sistema financiero.
Lo segundo es que es posible que esta moderación haya estado vinculada a una mejora de la calidad de las políticas macroeconómicas de corto plazo, fiscal y monetaria. Hasta antes de finales de los 90, el gasto público era procíclico: tendía a exacerbar las fluctuaciones económicas. Después, es de carácter acíclico. Eso es una mejora relativa.
Por el lado de la política monetaria, hay un uso más intenso por parte del banco central en el control de la tasa de interés. Esta sigue los movimientos del producto. Al BCR le preocupa si la economía se acelera o desacelera mucho.
— Varios economistas han criticado que la nueva regla fiscal haría que el gasto público sea nuevamente procíclico. Hay que hacer una distinción. Cuando digo que el gasto público antes de los 90 era procíclico y que luego se vuelve acíclico, encontramos cierta heterogeneidad entre los dos componentes del gasto público, que son el consumo público y la inversión pública.
El gasto de consumo público hoy es contracíclico, lo cual es positivo. Pero el gasto de inversión es procíclico, y es el gasto que más efectos multiplicadores tiene sobre la economía. Entonces, ahí hay espacio para hacer mejora en la política fiscal.
Efectivamente, hay mucha discusión sobre si la modificación a la ley de responsabilidad y transparencia fiscal va a implicar que la política fiscal se vuelva más procíclica. Hay algunos elementos que deberían contener esa posibilidad: el techo a la expansión del gasto no financiero y el límite al endeudamiento público para que no exceda al 30%. Sí podría haber cierto riesgo de que la política fiscal pueda tener un carácter procíclico, pero vamos a ver cómo se desarrolla esta regla finalmente.