Por décimo año consecutivo, el Instituto Peruano de Economía (IPE) presenta los resultados del Índice de Competitividad Regional (Incore) 2022. El Incore evalúa 40 indicadores agrupados en seis pilares: Entorno Económico, Infraestructura, Educación, Salud, Laboral e Instituciones. Esta herramienta permite identificar las tendencias para cada una de las 25 regiones del país a lo largo de la última década, así como las amenazas y oportunidades derivadas de la pandemia.
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Avances y retrocesos más significativos
Los cambios en el ránking de competitividad regional entre la primera y la última edición del Incore revelan que 17 de las 25 regiones a nivel nacional retrocedieron o no avanzaron posiciones. Además, las cinco regiones más competitivas en la edición 2022 –Lima, Moquegua, Tacna, Arequipa e Ica– son las mismas que las de hace una década, lo cual evidencia la dificultad que implica generar cambios estructurales significativos que se traduzcan en una mayor competitividad.
Apurímac fue la región que más avanzó en competitividad, al pasar del puesto 22 en el 2013 al puesto 15 en la edición 2022. Al respecto, en el pilar Entorno Económico avanzó desde la última posición (25) al puesto 13, consistente con un mayor nivel de riqueza y de profundización financiera.
En Apurímac, el PBI por habitante se triplicó, al pasar de S/4.962 en el 2012 a S/15.282 en el 2021, influenciado fuertemente por la operación de la unidad minera Las Bambas en el 2016.
Además, el porcentaje de adultos con acceso a créditos más que se duplicó, al pasar de 12,4% en el 2012 a 26,1% en el 2021. La mayor competitividad de Apurímac se logró en forma paralela a la mayor caída en la tasa de pobreza de la última década: de 55,5% en el 2012 a 28,3% en el 2021.
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Sin embargo, para que esta región consolide una mejor ubicación en el ránking de competitividad debe abordar los retos pendientes en los pilares Salud y Educación, en los que ha retrocedido o no ha mejorado. Por ejemplo, Apurímac tiene la cuarta tasa de desnutrición más alta (19,4%) y la segunda más alta de analfabetismo (12,6%).
En el extremo contrario se encuentra Ucayali, que en la última década retrocedió siete posiciones y se sitúa como la tercera región menos competitiva en la edición 2022. Dicho retroceso responde, principalmente, a la caída de 11 puestos en el pilar Infraestructura, en el que se ubica en el último lugar.
Menos del 1% de las redes viales departamentales y vecinales están pavimentadas en esta región, lejos del promedio nacional, que se ubica en 36,2%. Además, es la segunda región con menor cobertura de servicios básicos y de telefonía e Internet móvil.
En Ucayali, apenas el 31,9% de los hogares accede al mismo tiempo a electricidad, agua y desagüe. Esto es menos de la mitad del promedio nacional de 70,4%. Además, el número de líneas con servicio a Internet móvil por cada 100 habitantes es apenas 60,8, por debajo del promedio nacional de 78,2.
Efectos de pandemia
Además del impacto económico, la pandemia ha generado un deterioro significativo en diversos indicadores de los pilares Salud, Educación y Laboral. Los mismos que, de no revertirse en el corto plazo, podrían impactar sobre la calidad de vida y las posibilidades de alcanzar una mayor productividad y desarrollo regional.
Por ejemplo, si bien la prevalencia de anemia en el Perú se redujo 1,3 puntos porcentuales (pp) en los últimos dos años, al pasar de 40,1% en el 2019 a 38,8% en el 2021, en 14 regiones del país la anemia aumentó en este mismo período. Entre ellas, Ucayali y Madre de Dios registraron incrementos de más de 7 pp.
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Además, con el regreso a clases presenciales, las condiciones adecuadas de las aulas resultan fundamentales. A nivel nacional, la proporción de colegios con los tres servicios básicos se redujo en 6,8 pp entre el 2019 (42,6%) y el 2021 (35,8%). Sin embargo, en regiones como Áncash, Apurímac y Cajamarca, la disminución ha sido entre 11 pp y 14 pp. En tanto, el deterioro del mercado laboral nacional ha significado una reducción de la tasa de empleo adecuado de 3,7 pp, al pasar de 55,8% en el 2019 a 52,1% en el 2022. No obstante, en Lima Metropolitana y el Callao, dicha reducción ha sido de casi el triple (9,3 pp). En la misma línea, los salarios reales cayeron 13% durante el 2019 y el 2021, con cifras más significativas en Pasco (-22%) y la capital (-19%).
Los resultados del Incore 2022 muestran también oportunidades para elevar la competitividad regional.
A raíz de la pandemia se aceleraron la inclusión financiera y la conectividad digital, que podrían contribuir a cerrar las brechas en otros ámbitos.
Producto de la pandemia, el ritmo del incremento de la población adulta con cuentas de depósito y los hogares con acceso a Internet fijo en los últimos dos años (2019-2021) fue similar al de los cinco años previos (2015-2019). Una mayor bancarización puede fomentar el acceso hacia instrumentos financieros alternativos que ayudarían a micro y pequeñas empresas a ganar productividad y recuperar los niveles de actividad previos a la pandemia.
Asimismo, el incremento en el acceso a Internet facilitaría la conexión de trabajadores hacia nuevos servicios de intermediación y entrenamiento laboral, así como nuevas oportunidades de negocios.
La competitividad determina el nivel de aprovechamiento de los recursos para lograr economías más productivas que permitan un desarrollo sostenible. Dado que buena parte de los resultados depende de las autoridades subnacionales, en las próximas elecciones municipales y regionales también estará en juego la competitividad y desarrollo regional.