De ser un evento culinario pequeño en Miraflores, Mistura se ha convertido en la feria gastronómica más importante de nuestra región. Este año Apega prevé que convoque a como máximo 700 mil personas. Su crecimiento ha sido exponencial en solo siete ediciones, y vale la pena explorar cómo se ha dado desde que vio la luz, en el 2008. Aquí un breve recuento.
2008: Perú, mucho gusto
Si algo se les debe reconocer a Gastón Acurio y la Sociedad Peruana de Gastronomía (Apega) es que desde que concibieron una feria internacional de gastronomía hecha en el Perú pensaron en mucho más que comida. En mucho más que miles de peruanos y extranjeros pasando revista a decenas de miles de potajes. Es cierto que se trata -en gran medida- de entregarse al placer del buen comer y beber, no cabe duda, pero también es verdad que, desde que vio la luz en el 2008, Mistura ofrece cultura e identidad, con el objetivo más claro cada vez: mostrar que la gastronomía peruana se puede convertir en una industria de exportación. Quizás sea más fácil de explicar si volvemos a los orígenes. Hace siete años, cuando la feria nació y llevaba el nombre “Perú, mucho gusto”, presentó en su sede del Cuartel San Martín de Miraflores, además de 36 stands y carritos rodantes, un mercado para lucir a los productos nativos que hacen parte de la culinaria peruana y, sobre todo, a una veintena de cocineros de todo el mundo que vinieron a explicar sus fórmulas de éxito. Aquella vez no vendió mucho, si comparamos los US$100 mil que obtuvieron por la visita de casi 15 mil asistentes con los US$12 millones que recaudó en su última versión, pero –como les gusta decir a los expertos del management- dejó claro el concepto, la propuesta. Ello tiene mucho que ver con el éxito que ha conseguido después.
2009: Mistura
Tres aspectos llaman la atención en la memoria que hace Apega sobre Mistura 2009. Apuntan: el mayor gasto de los peruanos (35% de su presupuesto) es en alimentación. Luego: el 95% de los limeños afirma que la gastronomía es uno de los motivos para estar orgullosos de ser peruanos. Y finalmente: en el 2008 más de 97 mil personas llegaron al Perú atraídos por su gastronomía. Vale la pena mencionarlo porque algunas de las estrategias que trabajaron en las siguientes ferias se valían de esta data. En el 2009 Mistura se mudó al Parque de la Exposición y convocó a 100 mil personas en cuatro días. Hubo exhibición de cine, además del mercado y las charlas internacionales. El evento dejó algunas cifras que refuerzan la idea de que le dan mucha fuerza a los productos nativos. Se vendieron cuatro toneladas de ajíes, cinco toneladas de papas nativas y otras cinco toneladas de frutas amazónicas. Nada mal para menos de una semana de feria.
2010: El despegue
Con la experiencia del año anterior en el Parque de la Exposición, Apega apostó fuerte por Mistura en el 2010, con el objetivo de aprovechar mejor el espacio. Ese año la feria contó con más: pasó a ocupar de 40 mil metros cuadrados a 80 mil metros cuadrados, e incrementó de cuatro a seis los días del evento. Así, consiguió duplicar el número de asistentes registrado en el 2009, convocando a 200 mil personas. Mistura ya era popular entonces, algo que supo leer muy bien el presidente de turno, Alan García: fue la primera vez que un mandatario peruano asistió a la feria.
2011: La consolidación
El éxito que venía consiguiendo la feria desde su primera edición, en el 2008, hizo que el Parque de la Exposición le quedará chico a Mistura. El 2011 fue el último año en que el evento se realizó en esta locación. ¿Los motivos? La feria explosionó en convocatoria, confirmando que su popularidad iba en ascenso. Ese año recibió la visita de 400 mil personas durante 11 días de celebración. Y, por primera vez, el Consejo Asesor Internacional del Basque Culinary Center, conocido como G9, asistió a la feria. Su presencia fue muy importante para que el Perú gane protagonismo como destino gastronómico a escala internacional, pues se trata de los representantes de los países más importantes de la culinaria moderna. Es por eso que conocemos tan bien a Ferrán Adriá, su presidente, y quien es una de las 10 personalidades más influyentes del mundo de la cocina, según la revista Time.
2012: Al Campo de Marte
Ese fue el año en el que Mistura se convirtió en la feria gastronómica más importante de Latinoamérica. Pero comenzaron también, y al mismo tiempo, los problemas para encontrar una locación con suficiente espacio para realizarla. Apega, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), y el Buró de Convenciones, entre otras entidades públicas y privadas, han llamado la atención desde el 2012 sobre la necesidad de un recinto ferial para albergar este evento y otros de gran convocatoria, como Expoalimentaria. Hace dos años, Mistura convocó a más de 500 mil personas en 11 días de celebración, y el Campo de Marte le quedó chico en su primer y único año en que la recibió.
2013: Comer en la playa
Pese a las deficiencias logísticas, el mejor lugar posible para realizar Mistura en el 2013 fue la Costa Verde de Magdalena. A pesar de que la zona no tenía agua y carecía de servicios higiénicos, Apega montó la feria tratando de cumplir con los estándares de calidad internacionales. El resultado fue que visitaron el recinto medio millón de comensales, entre los cuales hubo 25 mil turistas extranjeros. La feria que comenzó en el 2008 con 15 mil asistentes en el Cuartel San Martín de Miraflores se convirtió en un gigante que generó US$12 millones en ingresos.
2014: El reto
Hacer una feria como Mistura, con lo que ha ido ganando en prestigio a escala nacional e internacional, es una tarea harto difícil. Sobre todo si se toma en cuenta que la calidad del espacio en el que se desarrollará mantiene las carencias del 2013 [aún no cuenta con agua potable, por ejemplo]. Así, ponerla a punto le costará a Apega como mínimo unos US$8 millones. A partir de ahora, con la mirada puesta en la internacionalización de Mistura, cualquier error de organización le saldrá caro. Es lo que corresponde cuando se trata de hacer la feria gastronómica más grande de Latinoamérica en el principal destino culinario del mundo. No se trata ya de convocar a 700 mil personas y obtener ingresos por US$14 millones, como se ha previsto. Se trata, más bien, de hacerla sostenible a futuro con los objetivos que Apega utiliza para definirse: Inclusión, calidad, identidad cultural y biodiversidad. En ese sentido, enfrentarse a la Municipalidad de Lima por las obras de refacción en la Costa Verde, que precisamente se hacen mirando al futuro, no suma. Habría que cambiar esa parte de la receta.