Hay un chiste entre economistas que dice que estos se pasan la mitad del tiempo haciendo predicciones y la otra mitad explicando por qué estas no se cumplieron. Hace doce meses, en este mismo espacio, recordaba que la proyección de crecimiento del banco central para el 2020 era de 3,8%. Ahora que termina un año inolvidable, el presidente de la autoridad monetaria, Julio Velarde, espera que cerremos con una caída anual cercana a -11,5%.
Decir que lo que ocurrió es que la producción se contagió de COVID-19 sería correcto, pero simplificaría demasiado el asunto. Primero hay que entender qué es lo que se esperaba al momento de estimar esa cifra y cómo cambió el panorama en el último año. Las proyecciones, finalmente, están compuestas de variables macroeconómicas que evalúan tanto el frente interno como el externo.
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Así, lo que afirmaba el BCR hace doce meses era que el 2020 sería un año en que los principales sectores registrarían un crecimiento con respecto a un 2019 malo. Y había sustento para pensar de esa manera.
Se creía, por ejemplo, que la pesca rebotaría 23% tras un año catastrófico por una menor disponibilidad de anchoveta. También que el sector construcción aumentaría en 5,3% y que la mayor producción en Las Bambas, Cerro Verde y Toquepala harían crecer la minería metálica en 3,6%. Además, se esperaba que la inversión pública aumentaría en 6% por una mayor ejecución de los gobiernos locales con autoridades asentadas en sus cargos.
Luego llegó la pandemia. Ya en los primeros dos meses del año se sintió un primer efecto cuando China (el primer socio comercial del país) redujo sus importaciones. Pero en marzo, todo cambió. Las medidas tomadas por el gobierno de Martín Vizcarra para enfrentar la emergencia sanitaria frenaron casi por completo la producción nacional. Solo en el segundo trimestre del año, esta se redujo casi en 30% (llegando a un pico de -40% en abril y recuperándose desde entonces).
Lo bueno es que la caída no desarticuló los medios de producción y de a pocos se ha ido recuperando la demanda. En las últimas semanas, por ejemplo, el precio y los envíos de cobre han aumentado a niveles que no se veían desde enero. Además, la inversión pública en noviembre se expandió en 28,4% con respecto al mismo mes del 2019, incluso superando los estimados del Ministerio de Economía y Finanzas.
En esa misma línea, un informe del Instituto Peruano de Economía publicado hoy en El Comercio da cuenta de que la recuperación de la economía peruana se mueve a pasos más acelerados que en el resto de la región (cayendo apenas 3,8% en octubre en comparación al mismo mes del año pasado). A este ritmo, hay espacio para compartir el optimismo que las autoridades económicas muestran para el año que empieza esta semana.
Y es que prácticamente todas las proyecciones esperan un rebote de dos cifras para la economía peruana en el 2021 (aunque la producción nacional no volverá a los niveles que tenía antes de la pandemia sino hasta el 2022). Esto, sin embargo, es solo la proyección actual. En un año electoral y con un Congreso como el que tenemos, ojalá en doce meses no estemos buscando explicar por qué al final no ocurrió así.
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