Lima es una de las ciudades con mayor tráfico del mundo, lo que genera grandes costos económicos para las millones de personas que transitan diariamente por la ciudad.
Un sistema de transporte público integrado contribuirá significativamente a resolver ese problema. Sin embargo, los avances en ese sentido se encuentran notablemente retrasados.
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Costo del tráfico
En el 2023, Lima pasó del quinto al segundo lugar en el ranking de ciudades con mayor tráfico a nivel mundial. Según TomTom Traffic, trasladarse 10 kilómetros (la distancia entre la Plaza San Martín y el Óvalo Naranjal al norte o a Larcomar al sur) demora 24 minutos en promedio.
Eso es cinco minutos (o 20%) más que la demora en otras ciudades de América del Sur. En hora punta, especialmente, entre las 6 y 7 de la noche, el tiempo medio de recorrido se eleva a 33 minutos.
Así, un limeño que vive a 10 kilómetros de su trabajo pasa más de dos días (55 horas) adicionales en el tráfico, cada año, en comparación con el promedio de otras ciudades de la región.
Si esa persona viaja en hora punta – como ocurre con la mitad de los limeños, según estadísticas de uso del Metro de Lima – la pérdida de tiempo anual se eleva a 68 horas, es decir, casi tres días extra en el tráfico.
Tomando en cuenta el ingreso promedio y la cantidad de trabajadores que se trasladan en hora punta, ello equivale a una pérdida de productividad de S/2 mil millones anuales. Además, el tráfico genera costos adicionales en combustible y daños sobre el medio ambiente.
Según IQAir, institución que mide la calidad del aire a nivel mundial, San Juan de Lurigancho y Ate son los distritos con el peor resultado de todo América del Sur. En ambas, la contaminación excede en más de 10 veces los límites permitidos por las Naciones Unidas.
Lento avance
La magnitud de este costo evidencia la importancia de tener un sistema de transporte público masivo e interconectado que descongestione las vías de la capital. El actual sistema, que comprende la Línea 1 del Metro de Lima, el Metropolitano y los corredores complementarios, no cubre la demanda existente.
Según cifras de la ATU, solo el 7% de los viajes diarios se realiza en medios de transporte público masivo, mientras que el 41% restante ocurre en medios convencionales (buses, combis y colectivos).
Es necesario, entonces, poner en marcha proyectos de transporte masivo, articulando los diferentes esfuerzos alrededor de las necesidades de la población. Sin embargo, el avance es lento. Por ejemplo, casi una década después de la firma del contrato, la Línea 2 del Metro de Lima ha ejecutado la mitad de su compromiso de inversión. El proyecto debió inaugurarse en 2020 y actualmente se espera que termine en el 2028.
Este retraso se atribuye principalmente a demoras en la entrega de terrenos. A octubre de 2023, la ATU aún tenía pendiente la entrega de 14 terrenos debido a los lentos procesos de expropiación y saneamiento. Además, según Ositran, la reciente controversia con la Municipalidad Metropolitana de Lima respecto de la construcción de la Estación Central del Metro habría costado hasta US$ 9 millones por día al Estado por retrasos en la realización del proyecto.
A futuro
Para tener un sistema de transporte público integrado y eficiente, que permita reducir los costos de la congestión vehicular y aumentar la productividad, es clave abandonar las propuestas para formalizar el transporte en taxi colectivo, ejecutar acciones de fiscalización efectivas contra el transporte informal, ampliar las rutas para servicios como los del Metropolitano y los corredores complementarios, finalizar e implementar el plan de movilidad urbana en proceso en la ATU, y acelerar la entrega de terrenos a tiempo para el desarrollo de las líneas del metro y otros proyectos de infraestructura vial.
Ello requiere avanzar con acciones concretas por parte de las autoridades con competencias en transporte y el Congreso, en respuesta a una ciudadanía insatisfecha.
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