Actualmente, barreras que antes eran consideradas ventajas competitivas se han vuelto prácticas comunes. La tecnología es un ejemplo. El notebook que utilizamos en casa tiene mayor capacidad de procesamiento que la que tenía la sala de TI de un banco de inversión a principios de los años ochenta. La regulación ha llevado a la estandarización de la información y la innovación ha jugado un rol clave con la generación de nuevos productos, como los fondos pasivos. Estas tendencias han ayudado a la llamada democratización de las inversiones a través de una mayor oferta, gracias a plataformas digitales que probablemente representan uno de los mayores cambios que hemos visto en la industria.
Esto puede llevar a dos suposiciones: (i) que la necesidad de contar con un intermediario ha desaparecido y (ii) que la posibilidad de “ganarle al mercado” está al alcance de la mano. Sin embargo, hoy en día el inversionista se encuentra con un exceso de noticias, pero a la vez con un déficit de información. Esto debido a que el volumen de interlocutores a los que está expuesto dificulta el poder diferenciar el “ruido” de la información. A su vez, los equipos de inversiones se han profesionalizado y los estándares educativos para entrar a la industria se han incrementado considerablemente. Esto es, el inversionista de hoy en día compite con casas globales compuestas por profesionales altamente capacitados y con acceso a igual o superior tecnología y fuentes de información.
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¿Cómo podemos entonces incrementar la probabilidad de generar Alpha (retorno generado por el portafolio por encima del generado por el benchmark correspondiente) de manera consistente? Primero, es importante considerar dos constantes en nuestra industria: la incertidumbre y la toma de decisiones con información incompleta. Los gestores operamos bajo un flujo de noticias continuo y en un ambiente de cambios cada vez más rápidos. Por ello, somos conscientes de que separar el trigo de la paja se vuelve primordial, y además de que tener a los mejores talentos resulta hoy insuficiente. Así, nuestra respuesta a este ambiente tan dinámico es proponer una filosofía de teoría de mosaico. Esta tesis se basa en promover una cultura de transversalidad y diversidad, fortaleciendo la confianza y, a la vez, cultivando la independencia de opiniones a través de la mitigación de los sesgos. La misma es impulsada mediante espacios de trabajo transversales y colaborativos.
En tal sentido, la diversidad cognitiva es un valor agregado en un marco que busca desarrollar / fortalecer la resiliencia emocional dentro del equipo, lo cual implica una búsqueda de talento que nos ayude a acotar los vacíos de conocimiento que identificamos en un proceso constante de recalibramiento de nuestras tesis de inversión; pero manteniendo siempre una proximidad con las empresas donde invertimos, incorporando un lente ESG y basándonos en un profundo entendimiento de la cadena de valor. Esto nos permite ser dinámicos en la asignación de recursos hacia las distintas oportunidades que vamos identificando y, en caso corresponda, responder a través de un rebalanceo en nuestros portafolios.
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Nuestra filosofía se ve reflejada en la composición del equipo, el proceso de inversión y las herramientas que la sustentan. El proceso de contratación es extenso, involucrando a analistas, portafolio managers, además de la presentación de un caso de inversión al equipo entero, buscando enfocarse en el encaje cultural del candidato, su proceso de adaptación y de toma de decisión, y en entender sus modelos mentales. El proceso de inversión al ser trasversal y enfocado en la cadena de valor permite la interacción entre los analistas de diversos sectores. Un ejemplo fue cómo el analista de tecnología trabajó junto con el de bancos, entendiendo la disrupción que estaba dándose en el mercado brasilero de pagos. Al reconocer una oportunidad frente a una posible guerra de precios, desplegamos un trabajo robusto involucrando una vista de todas las partes relevantes (regulador, fintech, bancos, empresas de pago, etc.), que nos permitió tomar un posicionamiento en el portafolio que conversó bien con los tiempos de reacción del mercado y nos permitió generar un retorno importante de Alpha.
Finalmente, la visibilidad y entendimiento de mercado es clave. Nuestra búsqueda constante por completar el mosaico es lo que nos permite encontrar oportunidades para las estrategias que manejamos. Creemos que la filosofía de la teoría del mosaico es la adecuada para invertir en Latinoamérica, una región que se caracteriza por grandes asimetrías de información y en donde nuestro proceso de inversiones nos permite identificar oportunidades y explotarlas consistentemente.