No solo a bordo de nuestros buques combatieron gallardamente los marinos peruanos durante la guerra con Chile. Su presencia fue constante, heroica y destacada en todas las jornadas bélicas libradas en tierra: Tacna y Arica, la defensa de Lima y también durante la resistencia de la Breña. Destruidas en el Callao el 17 de enero de 1881 las últimas unidades de nuestra escuadra, para evitar que cayeran en manos chilenas, la mayoría de nuestros marinos, obedeciendo el mandato del patriotismo, emprendieron el camino hacia los Andes con el propósito de unirse a los hombres que desde esa región continuarían defendiendo el bicolor nacional, junto al tenaz y valeroso coronel Andrés A. Cáceres, a soldados de línea y civiles en armas, nuestros marinos darían, una vez más, cumplida muestra de su valor y espíritu de sacrificio.
Cuando recordamos la campaña de la Breña surgen de inmediato, entre otros nombres, los del capitán de navío Luis Germán Astete, capitán de fragata José Gálvez Moreno, teniente segundo Máximo Tafur, teniente Manuel Francisco Gamero, alférez de fragata Leoncio Prado y el de José Ernesto de Mora, quien con el correr de los años llegaría a la alta jerarquía de contralmirante. La ofrenda de sangre de la Marina de Guerra del Perú durante la guerra con Chile fue muy generosa. El coronel Juan Martín Echenique, ministro de Guerra y Marina, decía en su Memoria presentada a la Asamblea Constituyente de 1885: “Considerables son las bajas que ha sufrido el cuerpo general de la Armada desde 1879 hasta la fecha: 61 entre jefes y oficiales han desaparecido, muchos de ellos en los combates de mar y tierra, dejando todos notable vacío, que no puede fácilmente llenarse en un cuerpo para el que se requieren tan variados y vastos conocimientos”.
En Huamachuco
En la infortunada aunque gloriosa batalla de Huamachuco sucumbieron varios denodados marinos. Dejó allí la vida el capitán de navío Luis Germán Astete (1832-1883), hazañoso comandante del monitor Huáscar durante la jornada memorable de Pacocha, en 1877. Una corta tripulación al mando de Astete se apoderó del monitor el cual se hizo a la mar proclamando su rebeldía en favor de Nicolás de Piérola en contra del gobierno de Mariano Ignacio Prado. El 29 de mayo del mencionado año el Huáscar “lujosamente gobernado” por Astete se enfrentó al “Shah” y al “Amethyst”, dos poderosas unidades de la marina británica entonces la más importante del mundo. Astete recibió una magnifica formación naval en Francia, pero desde muy joven su vocación política se interpuso en su carrera que a causa de ello tuvo altibajos. Leal amigo de Piérola, en 1880 fue enviado a Estados Unidos para adquirir armamento, lo cual realizó exitosamente. Después fue nombrado prefecto del Callao.
Cuando Lima fue ocupada por los chilenos luego de los infortunios de San Juan y Miraflores, Astete dirigió el operativo destinado a hundir en nuestro primer puerto a la corbeta “Unión”, al viejo monitor “Atahualpa” y a los transportes “Limeña”, “Talismán”, “Oroya”, “Rímac” y “Chalaco” evitando así que cayeran en manos del enemigo. Posteriormente Luis Germán Astete se reunió con Cáceres para continuar la resistencia en tierra y tuvo el comando de la Cuarta División del pequeño y bravo ejército breñero. Caballeroso por cuna y talante como pocos, patriota ferviente, Astete murió en Huamachuco al frente de sus hombres “cumpliendo digna y valerosamente su deber”.
Los héroes
Desaparece también en Huamachuco, combatiendo heroicamente, el comandante Máximo Tafur quien en 1872 por su prudencia, valor y serenidad, fue el oficial designado por el capitán de navío Aurelio García y García para acompañar y proteger a Manuel Pardo, quien finalmente pudo embarcarse en la fragata “Independencia”, escapando así de la tenaz y homicida persecución de los hermanos Gutiérrez, fugazmente dueños del poder en Lima. Máximo Tafur, en situación de retiro a causa de su mala salud, se convirtió en uno de los más eficientes colaboradores del coronel Cáceres, ocupando la prefectura de Junín para posteriormente comandar la Tercera División del ejército peruano.
Otro caído en la batalla del 10 de julio de 1883 fue el joven teniente Francisco Gamero, embarcado durante la guerra en el transporte “Talismán” y más tarde en la lancha “Arno”. Después de la ocupación de Lima siguió la guerra como combatiente de infantería con el grado de teniente y sería tercer jefe del Batallón Huallaga. Fue gravemente herido y murió fusilado pocos días después de la batalla otro hombre formado en la Marina de Guerra: Leoncio Prado, héroe romántico, defensor de la libertad y de las causas justas incluso allende nuestras fronteras. Leoncio Prado será el héroe que ganará el respeto y la admiración del enemigo por su valor y serenidad ante la muerte. Por su martirio y la forma en que se comportaron nuestros compatriotas en esa desigual batalla escribiría el chileno R. Valenzuela, con hidalguía que lo honra: “En Huamachuco (los peruanos) pelearon como fieras, a la sombra de su bicolor desgraciado”.
Finalmente, nunca debemos olvidar el decisivo y heroico accionar de nuestras fuerzas de marina luchando en los Andes y en la selva contra los delincuentes terroristas asesinos de Sendero Luminoso y del MRTA. Fueron años muy difíciles y duros en que se ofrendó sangre de heroicos marinos de todas las jerarquías en defensa de los valores eternos que conforman la peruanidad y que la Marina de Guerra, desde su nacimiento, ha defendido y defenderá. Para todos ellos, los héroes del siglo XIX y XX, eterno honor y gloria.
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