Como en una escena de ciencia ficción, la doctora Belén Gramaglia abre la tapa de una cápsula. Se levanta entonces un humo transparente. Ella explica que es el nitrógeno que comienza a evaporarse en el aire. Adentro, se pueden ver cientos de embriones congelados a 190 grados bajo cero. Algunos de ellos están congelados desde los años noventa, época en que la clínica inició sus actividades. Tal vez las mujeres que los guardaron en este banco ya hayan fallecido o quizás ya no los necesiten más. Pero ellos siguen ahí, esperando su turno para nacer. Mientras la legislación no indique qué hacer con ellos seguirán siendo embriones congelados en un laboratorio.
En otro espacio, se encuentran las incubadoras. Aquí hay más embriones que aguardan el momento —cinco días— en que deben ser insertados en el útero de una futura gestante. “No les gustan ni la luz ni los olores. Si usamos perfume, los matamos”, advierte la doctora como si cuidara de unos recién nacidos. “Tampoco les gusta el oxígeno, por eso las incubadoras tienen unos gases que lo eliminan”, agrega. El ambiente y la temperatura deben ser idénticos al cuerpo humano; de esta manera, la ciencia los engaña y los hace sentir como si estuvieran dentro del vientre de sus madres.
Ambas escenas no han salido de un libro ni de una película futurista: han sido tomadas de la rutina de un laboratorio peruano de estos días —la Clínica Miraflores—, uno de los tantos que existen el mundo y que se especializan en las técnicas de reproducción asistida (TRA).
* * *Lo que llamábamos futuro nos viene sobrepasando. ¿Cómo nació la posibilidad de concebir sin sexo? La imagen que teníamos de la reproducción natural en la intervenían un hombre y una mujer dejó de ser la única posibilidad algunas décadas atrás. Pese a quien le pese. En 1978, Louise Joy Brown fue la primera bebe que nació producto de la fertilización in vitro. Una niña probeta. Aproximadamente una década después, en nuestro país se produjo el primer nacimiento empleando la misma técnica.
La inseminación in vitro fue el final feliz de una larga cadena de experimentos para conseguir algo que parecía imposible: vencer la infertilidad femenina debido a trompas obstruidas. Esta técnica —que es la más efectiva— consiste en extraer óvulos y espermatozoides y unirlos en el laboratorio y no en el aparato reproductor femenino, haciendo de esta manera el trabajo de la trompa. Por otro lado, la inseminación artificial es la técnica menos invasiva y menos costosa, por lo tanto es la más usada.
Actualmente, existen técnicas diversas, como la criopreservación (congelar el semen o los embriones para ser usados en el momento adecuado); o la maternidad subrogada, conocida como “vientre de alquiler” (implantar el embrión de una pareja en el vientre de una mujer diferente a la madre). Las mujeres posmenopáusicas también pueden tener hijos gracias a la ovodonación; con este procedimiento, mujeres de 60 años han logrado ser madres.
Otra técnica es el ICSI (Intra Celular Sperm Inyection), un método in vitro utilizado cuando el esperma es muy malo y debe introducirse en el óvulo. La infertilidad masculina ya no es tampoco un problema.
Mientras el sexo y la reproducción siguen siendo temas tabú en colegios y muchos hogares peruanos detenidos en el oscurantismo, la luz de la ciencia y el conocimiento nos lleva a preguntarnos si solo a través de la historia recordaremos en el futuro cómo nos reproducíamos sexualmente.
* * *Pero los logros científicos no siempre vienen acompañados de una legislación clara; al contrario, se van creando vacíos y zonas difusas. En setiembre de 2018 fuimos testigos del caso de la pareja de chilenos que desató un gran debate en la opinión pública. Tras siete años de intentar tener hijos, Jorge Tovar y Rosario Madueño lo lograron gracias a un vientre subrogado en el Perú. Cuando la mujer que prestó su vientre dio a luz, la pareja vino a nuestro país para recoger a sus dos hijos.
Nuestra legislación no impide el uso de vientres de alquiler, por lo que en este caso no había nada ilegal. El problema sucedió cuando la pareja intentó sacar a los recién nacidos del país con dirección a Chile. Los esposos fueron detenidos y acusados de tráfico de personas, pues la fecha de nacimiento de los bebes era anterior a su llegada al Perú, por lo que no podían ser sus hijos. La policía actuó según indica la ley. Fueron acusados de trata de personas y encarcelados y los bebes internados en Inabif. Posteriormente, tras un examen de ADN, Jorge Tovar demostró que era el padre biológico de los niños. La pareja consiguió así su libertad.
“En los casos de útero subrogado —dice el doctor Augusto Ascenzo, de la Clínica Miraflores—, el parto se atiende a nombre de quien da a luz. La ley peruana lo indica así”.
Según Ascenzo, toda mujer que desea beneficiarse con las técnicas de reproducción asistida, solo debe tener un buen útero y buenos ovarios. No es necesario que esté casada ni que tenga pareja o que sea heterosexual.
Las biotecnologías pueden hoy identificar el sexo de un embrión. En un futuro inmediato, tal como en la película Gattaca de 1997, se podrá “mejorar” a los humanos hasta lograr su perfección. Para el doctor Ascenzo se podrá estudiar si el embrión sufrirá diabetes, cáncer, hipertensión u otros males, no para eliminarlo sino para “mejorarlo”.
En Homo deus. Breve historia del mañana, el historiador Yuval Noah comenta que no solo se podrá mejorar la calidad de la salud de los futuros hijos, sino perfeccionarlos para hacerlos más competitivos: “Supongamos que un test genético indica que nuestra futura hija será con toda probabilidad lista, hermosa y amable…, pero padecerá depresión crónica. ¿No querríamos librarla de años de infelicidad mediante una intervención rápida e indolora en el tubo de ensayo?”. ¿Es ético hacerlo por su bienestar?
* * *A todo esto, ¿qué nos dice la bioética? Según el doctor Edwin Vásquez Ghersi, SJ, coordinador del diplomado en Bioética de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, los principales cuestionamientos se encuentran en el destino de los embriones sobrantes: “¿Los damos en donación a otra pareja que no pueda concebir o los eliminamos? Ahí está un conjunto de preguntas éticas importantes”, resalta.
Mientras la concepción sea artificial (es decir no sexual), habría más objeciones. “La ética médica secular sí discute la legitimidad de las TRA, de la fecundación in vitro en concreto”, comenta Vásquez. Sí, es más tolerante en el caso de la fecundación homóloga (de la pareja), pero mucho más restrictiva en relación a la maternidad subrogada.
“Las TRA en general son legítimas, pero hay que ponerles algunas limitaciones. Muchos se oponen al vientre de alquiler porque distorsiona la unidad de la pareja al producirse el embarazo completamente fuera su ámbito”, añade.
Mientras las mayores dudas y preocupaciones se focalizan en el embrión, ¿qué pasa con la mujer o el hombre que desean tener un hijo y que solo pueden conseguirlo a través de algunas de estas técnicas? “La bioética considera ese deseo legítimo —responde el sacerdote jesuita—, pero no es absoluto sino que se debe tomar en cuenta el valor intrínseco de la vida humana desde el momento mismo de la fecundación. El deseo de tener un hijo no debe relativizar el valor de la vida humana al punto de decir: ‘No importa cómo terminen los embriones sobrantes’”.
* * *Pero más allá de las TRA, existen hoy otras investigaciones que apuntan a la creación de vida. Por ejemplo, el uso de células madre es ya una realidad. “Teóricamente, de una célula madre se pueden crear óvulos y espermatozoides. Lo único malo es que tendrían solo la mitad de cromosomas”, afirma el doctor Ascenzo. Siendo así y superados todos los impedimentos, ¿los seres humanos nos podremos reproducir sin necesidad de sexo ni de donaciones ni vientres de alquiler? “Eso es inminente”, afirma el especialista.
En esa misma línea, la bióloga británica Aarathi Prasad, en su libro Like a virgin plantea la posibilidad de la fecundación sin sexo, solo a partir de la manipulación de las células madre, de tal manera que puedan reemplazar al espermatozoide o al óvulo para lograr la fecundación sin necesidad de ambos al mismo tiempo. ¿Una locura? Prasad anota en el prólogo de su libro: “Los investigadores en el campo de las células madre están creando óvulos y espermatozoides a partir de células de la médula ósea; se están construyendo úteros artificiales y se están desarrollando cromosomas artificiales”. Para ella “son tecnologías que pueden mejorar mucho la vida de las mujeres, dándonos más tiempo que el que dicta la biología, quitando tal vez algunos de los efectos negativos de la menopausia y siendo, además, opciones más éticas que pagar a mujeres pobres por ser madres de alquiler”.
Sin duda son declaraciones polémicas pero no descabelladas. La ciencia de la fertilidad está creando oportunidades para las mujeres que desean ser madres más allá de las condiciones vinculadas al sexo.LA PRIMERA BEBE PROBETAEl 25 de julio de 1978 nació en Inglaterra Louise Brown. Las imágenes de su llegada al mundo acapararon portadas de periódicos y de noticiarios televisivos: había nacido la primera bebe probeta. Sus padres, Lesley y John Brown, habían intentado sin éxito un embarazo natural durante nueve años, por lo que decidieron probar el tratamiento experimental propuesto por Patrick Steptoe y Robert Edwards, dos reconocidos científicos que llevaban casi una década investigando el tema. El resultado fue, evidentemente, exitoso.Con motivo del aniversario 40 de su nacimiento, y del éxito del experimento, Louise Brown concedió muchas entrevistas a diversos medios. “A veces asusta pensar que todo empezó conmigo”, dijo. Y agregó que sus padres estarían asombrados de cómo ha avanzado el sistema de reproducción asistida en el mundo contemporáneo. Es claro: ella no eligió venir al mundo de esa manera, pero su existencia —lleva una vida normal y es madre de dos hijos—es la prueba de que la ciencia también hace milagros.MÁS ALLÁ DE LA IMAGINACIÓNLa reproducción asistida es una cuestión cada vez más común y su aplicación genera más aceptación social que antes. Por supuesto, tampoco vivimos —¿aún?— en una sociedad como la que imaginó el cineasta Andrew Niccol en Gattaca ( 1997 ), película en la que la mayor parte de los niños eran concebidos in vitro y con técnicas de selección genética.Los avances tecnológicos en este campo han alimentado la imaginación de escritores y cineastas, y en las historias que ellos desarrollan, la humanidad puede reflexionar sobre sus propios límites. Por ejemplo, sobre los mejoramientos genéticos antes del parto. De ello habla Hanna ( 2011 ), película que cuenta la historia de una adolescente entrenada para ser una asesina y cuyas extraordinarias habilidades son el resultado de experimentos genéticos que la CIA realizó con madre cuando esta gestaba. Un paso más allá va Blade runner 2049 ( 2017 ) película en la que nos enteramos de que una replicante (androide) dio a luz a una bebe humana tras su relación con un humano. Situación imposible...¿no?Sin necesidad de ponernos densos, el tema de la reproducción asistida también ha sido retratado con humor. Está, por ejemplo, Junior (1994), la película que nos dejó en la retina la imagen de Arnold Schwarzenegger embarazado gracias a un experimento genético. O Plan B ( 2010 ), donde Jennifer López, cansada de buscar al hombre de sus sueños, decide concretar otro sueño sin la ayuda de un hombre específico: ser madre comprando esperma en un banco. Spoiler: queda embarazada de mellizos y, en el tránsito, conoce al hombre de su vida. Cosas que pasan. Como los demás ( 2008 ) es una comedia francesa entrañable que también entra en este rubro. Es la historia de los desacuerdos de una pareja homosexual al momento de decidir convertirse en padres, lo que hace que pasen de apostar por la adopción, en lugar de elegir un vientre de alquiler. Esta historia no tiene nada de referencias científicas, pero de ética y humanidad tiene de sobra.