Espíritus del mal“Emergencia pastoral”. Así calificó en marzo de este año la Asociación Internacional de Exorcistas al alarmante aumento de los reportes de posesiones demoníacas en países como Italia, Filipinas, Reino Unido o Irlanda. La entidad agrupa a sacerdotes católicos, anglicanos y ortodoxos y tiene reconocimiento oficial del Vaticano. De hecho, la Santa Sede respondió a la emergencia: un mes después impartió en Roma un seminario para formar nuevos exorcistas, en el que participaron 250 sacerdotes de más de 50 países, todo por un costo de 370 dólares, tal como informaron la BBC y The Guardian. Este mes, un reportaje publicado en The Atlantic da cuenta de cómo la demanda de exorcismos es también un fenómeno en Estados Unidos actualmente.
El exorcismo existe en todas las religiones. En el catolicismo es un ritual institucionalizado desde el siglo XV. El éxito de El exorcista, en los setenta, contribuyó a instaurar el rito en el imaginario popular. Las normas actuales exigen que toda persona que vaya a ser exorcizada sea evaluada primero por un psiquiatra. Pero conviene recordar que, a lo largo de la historia, la posesión demoníaca ha servido para estigmatizar aquello que no se entiende. Minorías de toda laya pueden dar fe de ello.
¿Pero por qué este revival del exorcismo? Desde la curia aluden al secularismo en ascenso, a que las nuevas generaciones han perdido temor al Maligno o han trivializado las artes ocultas en personajes como Harry Potter o Pascualina.
Desde una perspectiva menos oficialista, uno se pregunta si estos extraños reportes de posesiones no van de la mano con otros males contemporáneos, como el deterioro de la salud mental, el abuso de drogas, la violencia sexual o el vacío espiritual que están dejando los destapes sobre corrupción y abuso de menores por parte de religiosos en todo el mundo.
Sonría, lo estamos identificandoLas tecnologías de reconocimiento facial se abren paso en el mainstream. La vemos en las nuevas generaciones de celulares que identifican nuestra mirada para desbloquear la pantalla, por ejemplo. Pero lo revolucionario de esta nueva tendencia no es que nosotros veamos dónde están las cámaras, sino que estas vean dónde estamos nosotros. A cada momento.
GovTech, una agencia gubernamental de Singapur, se ha propuesto instalar 110.000 cámaras con reconocimiento facial en los postes de la isla. Esto forma parte de un plan piloto que tiene como objetivo digitalizar todos los servicios del Estado para atender mejor a la población.
En tiempos en los que se les reclama a empresas como Facebook o Google que les devuelvan a los ciudadanos el control total de su información personal, los Estados encuentran formas de hipervigilancia que vuelven obsoleto el consentimiento informado.
Gen estereoHacer que la gente experimente su cultura y no solo la lea fue la premisa detrás de una iniciativa que hermana a dos de las compañías que más saben sobre sus consumidores: Spotify y Ancestry. De la primera sabemos que hace recomendaciones musicales basadas en lo que escuchamos más a menudo o en lo que escuchan nuestros amigos. De la otra, que es una de las grandes empresas en la industria de la genealogía.
Ahora basta tan solo una muestra de saliva, para que Ancestry obtenga tu ADN. Una vez obtenidos los resultados, Spotify te permite ingresar manualmente dicha información para así generar una playlist con música representativa de tus raíces.
Y, aunque la propuesta venga con música de fondo, no suena tan bien. La experiencia cultural humana, la responsable de nuestros gustos y afectos, incluidos los musicales, se forma en el mundo en el que nos desenvolvemos a diario, no en el de nuestros antepasados. O, para decirlo de otro modo, no confundamos genes con memes.