Imagínese que mientras camina va realizando una película con su dispositivo móvil, ya sea un celular, una tableta o una cámara GoPro. Hace rato esto dejó de ser parte de la ciencia ficción, pues desde hace un tiempo existen ya películas elaboradas con smartphones y otros equipos que en los últimos tiempos se han incorporado a nuestra vida cotidiana. El fenómeno no es nuevo, pues desde sus primeros días el cine ha sido —antes que nada— un artilugio.
Grandes maestros del cine como François Truffaut, Claude Chabrol, Éric Rohmer, Roberto Rossellini, Vittorio de Sica o la recientemente fallecida Agnès Varda han filmado en las calles con bajos presupuestos y cámaras caseras. Y tal vez la apuesta más radical la realizaron, a fines del siglo XX, los directores del llamado grupo Dogma 95, quienes apostaron por realizar un cine rudimentario sin los efectos ni presupuestos de Hollywood. Pero, con la evolución de la tecnología y los dispositivos digitales, lo que parecía extraño se ha vuelto común. Ya lo había sugerido, en 2007, Spike Lee, en el Festival de Cannes, al comentar que no sería nada extraordinario que la gente comenzara a producir textos visuales, imágenes en movimiento y películas con sus teléfonos. Lejos de pensar en el ocaso del séptimo arte, lo que Lee vaticinaba era la expansión conceptual y tecnológica del arte de filmar.
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—Cine inteligente—Si caben dudas, aquí algunos ejemplos de este nuevo cine móvil. En 2011, el cineasta Hooman Khalili presentó Olive, película filmada íntegramente con un Nokia N8 al que se le adaptó una lente de 35mm. Es catalogada como la primera película hecha con un teléfono inteligente. Luego está Tangerine, de Sean Baker, reconocida durante la premiación de los premios Gotham y los Independent Spirit Awards 2015. Y, si pensamos en una producción más experimental, esta sería I play with the phrase each other, de Jay Alvarez, compuesta enteramente de llamadas de teléfonos portátiles. Por último, está Oso polar, dirigida por Marcelo Tobar, considerada como la primera película filmada por completo con un iPhone.
Pero tal vez uno de los más sonados viajes audiovisuales con estas técnicas fue el realizado en 2018 por Steven Soderbergh —director de las aclamadas Ocean’s Eleven y Erin Brockovich—, con su impactante Unsane, película grabada en una semana con un iPhone.
Aquellas aventuras creativas han llevado a un grupo de entusiastas cineastas y cinéfilos en el Perú a lanzar Ojo Móvil, un espacio dedicado a la formación y realización fotográfica y audiovisual con smartphones, tabletas y cámaras GoPro, entre otros equipos portátiles. Uno de sus impulsores es el realizador, poeta y docente de Artes Audiovisuales, Enrique Beó (cuyo verdadero apellido es García), quien anuncia el primer Ojo Móvil Fest, un festival de cine y video que busca promover la creación con dispositivos móviles por estos lares. Para ello, nos comenta Beó, ya se iniciaron las coordinaciones y tratativas con aliados como el Ministerio de Cultura y la empresa privada. La convocatoria del festival ya está abierta y cuenta con distintas categorías; las bases pueden visitarse en https://www.ojomovil.com/ojo-ficcion/.
—Técnicas narrativas—La pregunta que subyace a toda esta movida es si este tipo de cine puede ser considerado arte. Según el estudioso Robert Stam el cine viene perdiendo desde hace buen tiempo su hegemonía como disciplina artística masiva, pues debe competir no solo con la televisión por streaming (entiéndase Netflix), sino también con los videojuegos, computadoras y la realidad virtual. A esto tenemos que añadir que la cultura visual es ya parte de nuestra vida cotidiana y esto abre nuevas posibilidades de creación.
“Con el celular podemos producir argumentos y tramas. Si existe un buen guion, una buena historia, un cuidadoso trabajo con los actores, no tendríamos por qué subestimar la producción cinematográfica en cualquiera de sus géneros con celulares”, refiere Beó. Destaca, además, que “estos dispositivos permiten un acceso más democrático a los procesos de producción y realización de filmes de bajo presupuesto”.
Esto no significa, por supuesto, que el uso del celular ya nos convierte en potenciales cineastas. “Lo ideal es que el realizador tenga una cultura cinematográfica y una perspectiva humanista y artística. Precisamente, este tipo de vacíos es el que queremos llenar a través de Ojo Móvil y el festival. Enseñar a usar las herramientas tecnológicas con técnicas narrativas, no se trata de presionar REC solamente, sino generar una estética, un discurso y un proyecto articulados, así fuere solo experimental”, explica Beó.
—Culto a la inmediatez—Si bien el cine producido en celulares puede ser visto todavía como algo experimental, el realizador Juan Durán, responsable de la fotografía de un importante número de películas nacionales, documentales y cortometrajes, sostiene que la tecnología ha democratizado hoy muchos de los procesos de producción cinematográfica.
En su opinión existe hoy una facilidad y pragmatismo a la hora de desarrollar un filme que está afectando a los profesionales en este campo. Por otro lado, percibe que las dinámicas creativas que ofrecen los nuevos dispositivos están influyendo en los ritmos de narración, estética y contenidos. “Quizás sea más difícil ver un cine cercano al que hacían Bergman o Tarkovski”, apunta. Aunque, como contraparte, la narración puede ganar en audacia e inmediatez.
Lo cierto es que cada vez más usuarios buscan articular imágenes en discursos unitarios con mayor coherencia y valía narrativa. “El uso de celular no te hace menos profesional a la hora de filmar. Reforzamos la idea de que lo primordial es tener una buena historia y un manejo aceptable de la iluminación y otros elementos fílmicos”, recalca Beó. Además, recuerda, que plataformas como YouTube y Vimeo permiten la difusión exponencial de eso que —solo por ahora— puede ser catalogado como ‘cine experimental’.