¿Qué cosas atañen a las mujeres? Todas. Es cierto que podemos decir esto al vivir en el siglo XXI, en el 2021, pues la respuesta, el siglo pasado —y, más aún, en el anterior— era otra.
Fueron los siglos pasados tiempos de constantes conflictos bélicos: a la extensa época que abarcó la guerra independentista le siguió la guerra del Pacífico y, luego, las dos guerras con los países ubicados al norte del Perú. Las crónicas ensalzan en ellas valerosas participaciones de nobles hombres que pusieron en riesgo su vida en busca de la paz para nuestro país. Sin embargo, ¿dónde estaban las mujeres?
Estaban en todas partes. En el hogar, sí, pero también en la calle. En los espacios de acogida a los soldados y también en los de conspiración e incluso en el campo de batalla, luchando, liderando, dando vivas a una sorprendida tropa.
Reparar omisiones
La historia oficial se ha escrito con nombre de hombre. No obstante, esto empezó a cambiar en las últimas décadas del siglo pasado. Así lo explica la historiadora Claudia Rosas, docente universitaria y editora del libro Mujeres de armas tomar. La participación femenina en las guerras del Perú republicano: “En las últimas décadas del siglo pasado, irrumpió como campo de estudio la historia de las mujeres y el género, lo que hizo que estas sean visibilizadas como sujetas históricas. Y, desde ese punto de vista, verlas en el ámbito de la guerra y la política es interesante porque son ámbitos específicamente masculinos, vistos desde la perspectiva que se había alimentado desde el siglo XVIII. Entonces, en esos momentos de ruptura, estas mujeres irrumpen y quiebran también los estereotipos. Por eso, las heroínas resultan en general incómodas, tipo Francisca Zubiaga de Gamarra o Manuelita Sáenz, que fueron insultadas e incluso olvidadas.
Las mujeres en las guerras rompen la visión establecida de los roles de género, pues surgen en la escena pública, política y militar —continúa Claudia Rosas— y, a pesar de no ser consideradas ciudadanas plenas, participan en la organización de las tropas, dan órdenes o están encargadas de la logística.
El protagonismo que adquieren diferentes mujeres también depende de las tradiciones de participación femenina que hay en este tipo de eventos en las distintas regiones. “La sierra central y sur tiene tradición de liderazgo femenino, por ejemplo. Es cierto que, cuando los movimientos son formales, se pone a las mujeres en un plano secundario, pero, cuando son espontáneos, ellas toman la iniciativa”, explica.
Finalmente, la historiadora añade: “Las formas de participación que se ven en las guerras de la independencia son las que también se verán en la guerra con Chile: la movilización de las rabonas, el acopio de donativos, el compromiso de quienes tejen y cosen los uniformes y las banderas, o el de quienes hacen de espías y conspiradoras”.
”Nuevas heroínas”
Las heroínas que han pasado a la historia, a pesar de transgredir la visión hegemónica que se tiene de las mujeres —dedicadas al hogar, al esposo o a los hijos—, no pudieron escapar de su destino, ya que su imagen fue construida en el marco, precisamente, de valores hegemónicos. Explica Claudia Rosas: “Cuando se construye a las heroínas, se resalta los valores del hogar e incluso los religiosos: la abnegación, la maternidad, la entrega, el sacrificio, el acompañar al esposo”.
En el libro Mujeres de armas tomar. La participación femenina en las guerras del Perú republicano, se detalla la participación de algunas figuras que pasaron a la historia bajo dichos parámetros y otras cuyos nombres, en su momento, fueron omitidos. Por ejemplo, más allá de Micaela Bastidas, esposa de Túpac Amaru II, muchas otras mujeres indígenas y mestizas participaron en la rebelión de 1780, tales como Tomasa Tito Condemayta, cacica de Acos; Cecilia Túpac Amaru, prima de José Gabriel; o Bartolina Sisa, esposa del líder aymara Túpac Catari. Ellas movilizaron a la población indígena, organizaron la alimentación y avituallamiento de las tropas, sirvieron para las comunicaciones, dieron directivas, y transmitieron órdenes.
Hubo las que se inmolaron por la patria, como María Parado de Bellido en Ayacucho en 1822, o las que participaron directamente en las acciones militares, como las hermanas María e Higinia Toledo, y su madre Cleofé Ramos, quienes lideraron la movilización de los pobladores de Concepción. De otro lado, desplegaron su actividad las salonnières, las conspiradoras y las espías como Brígida Silva de Ochoa en Lima o la guayaquileña Rosa Campusano, que facilitaron valiosa información al general José de San Martín para la organización de la Expedición Libertadora antes y después de su arribo al Perú.
También estaban aquellas como Micaela Muñoz y Ostolaza, quien, junto con Josefa Lacomba, confeccionó la primera bandera que se izó en la ciudad de Trujillo, que proclamó su independencia en diciembre de 1820. No solo las damas de la élite dirigieron salones y tertulias, sino que también las mujeres de sectores populares utilizaron sus fondas, pulperías y chicherías como espacios de discusión de noticias en torno a la independencia y lugares de reunión de los separatistas. Algunas como Mercedes Nogares, que tenía un puesto en el mercado, fueron encarceladas y acusadas de auspiciar estos sitios para la conspiración de los insurgentes.
En el capítulo que aborda la guerra con Chile, destacan las figuras de la escritora tacneña Carolina Freyre de Jaimes, quien lanzó una proclama a la población limeña, desde el diario La Patria en 1880, ante la inminente ocupación de Lima por las tropas chilenas, y de Antonia Moreno de Cáceres, señalada como rabona ejemplar y la única mujer que está enterrada en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro.
Finalmente, el capítulo que aborda la guerra de 1941 resalta la participación de Carmen Rosa Panduro Ramírez ( Requena, 1918 – Iquitos, 1989 ), quien combatió el 11 de agosto de 1941 en la batalla de Rocafuerte. Según los testimonios del episodio, la señora Panduro fue para encontrar y luchar al lado de su esposo, soldado del batallón de infantería N.° 27.
Los tiempos de guerra, como los tiempos de paz, también fueron cosa de mujeres.
El libro, publicado por el Ministerio de Defensa a propósito del Bicentenario, puede descargarse gratuitamente en este link.