Fueron tres artistas de origen italiano los que a fines del siglo XVI configuraron eso que desde entonces empezó a llamarse arte virreinal: Mateo Pérez de Alesio, Angelino Medoro y Bernardo Bitti, nombres que serían claves para el desarrollo del arte cusqueño y de un estilo conocido como manierista. Desde entonces, la presencia italiana en el Perú, aunque reducida en comparación con otras migraciones, ha destacado en distintos campos, entre ellos los de la cultura y el arte.
En este pequeño volumen, editado por el Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos, la investigadora Nanda Leonardini Herane, reconstruye un legado pocas veces estudiado con detenimiento y atención: la influencia italiana en el arte peruano del siglo XX. Un acontecimiento marcó, significativamente, esta contribución: las celebraciones por el centenario de la independencia en 1921. Con ocasión de tan magna fecha, las diversas colonias extranjeras residentes en el Perú realizaron diversos obsequios que embellecieron Lima, ciudad que por entonces experimentaba un creciente proceso de modernización.
El Museo de Arte Italiano En este contexto, la colonia italiana obsequió a la ciudad el Museo de Arte Italiano, un bello edificio “visiblemente inspirado en la arquitectura del renacimiento florentino” (p.28), ubicado frente al Parque de la Exposición. En este recinto se comenzó a exhibir una muestra significativa de arte italiano de fines del siglo XIX e inicios del XX. Y tanto para su construcción, como para el montaje de las exposiciones, la presencia de artistas, diseñadores y escultores italianos comenzó a ser notoria en el Perú.
Así lo testimonia el libro de Leonardini que destaca la llegada de arquitectos como Gaetano Moretti, a quien se encargó el proyecto del museo, pero en el país se ocupó también de otros proyectos. “Es oportuno agregar —escribe la autora— que Gaetano Moretti deja, además, otra importante obra en Lima, ahora de carácter escultórico. Se trata de la Fuente China, conocida también como Fuente de las Tres Razas, fina alegoría inaugurada el 27 de julio de 1924”, en una de las rotondas del Parque de la Exposición.
El monumento a Jorge ChávezAños después otro aporte italiano marcaría la fisonomía urbana de Lima: el monumento al aviador y pionero peruano Jorge Chávez Dartnell, quien murió luego de cruzar por primera vez los Alpes, el 23 de octubre de 1910. El libro cuenta detalladamente la ejecución de esta obra en granito rosado y bronce a cargo del escultor italiano Eugenio Baroni en la glorieta del Campo de Marte, en la década de 1930.
Desde entonces, varios artistas italianos inaugurarán muestras a su paso por Lima y otros decidirán quedarse a vivir en la capital peruana. Leonardini, gracias a su recorrido por archivos oficiales y periodísticos, hace un recuento de cada uno de ellos. Destaca a personajes como Bruno Roselli, quien entre las décadas de 1940 y 1950 dedicó sus esfuerzos a rescatar del olvido a los balcones limeños, y Mario Piacenza, quien fue escultor, coleccionista de arte y gestor del Premio Tekno que promovió las artes plásticas en nuestro medio y el cual ganaron maestros como Fernando de Szyszlo, Venancio Shinki, Ricardo Grau, Tilsa Tsuchiya o Adolfo Winternitz.
Un volumen pequeño pero con amplia información sobre un aporte que muchas veces pasa desapercibido a la hora de contar la historia de nuestro arte moderno y contemporáneo.
Información adicionalTítulo: Presencia italiana en el arte peruano del siglo XXAutora: Nanda Leonardini HeraneEditorial: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.Extensión: 162 páginas.