Poco antes de que Patrick Crusius descargara la munición que acabó con la vida de 22 personas e hirió a otras tantas en El Paso el 3 de agosto pasado, se cree que él habría compartido un documento online —un manifiesto— en el que explicaba que buscaba detener “la invasión hispana de Texas”. Si bien intimidante, había algo que lo hacía aún más dramático: se trataba de una estrategia seguida por otros dos tiradores, uno en California (Estados Unidos) y otro en Nueva Zelanda, quienes habían compartido manifiestos similares antes de cometer dichos crímenes. Entre los responsables de la epidemia de tiroteos, que asola Estados Unidos desde la matanza de Columbine en 1999, se encuentran miembros de la alt-right, un eufemismo para designar a la extrema derecha. Esta tiene como discurso el oponerse violentamente a todo aquel o aquello que amenace su ya decadente estilo de vida basado en la identidad blanca, heterosexual, cristiana y ‘auténticamente’ estadounidense, con el inglés como idioma.
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—Supremacismo blanco 2.0—Internet y las redes sociales se han convertido en un canal de comunicación abierta, gratuita y global, un factor crucial en la gestación y reforzamiento de estas acciones violentas. En sus inicios, la naciente y moderna alt-right dependía de circuitos más tradicionales como magazines, folletos y correspondencia, que eran fervientemente intercambiados por sus miembros y compartida con potenciales adeptos. Kathleen Belew, investigadora de este movimiento, señala que los supremacistas blancos comenzaron a usar una red de computadoras llamada Liberty Net en una fecha tan temprana como 1984 para difundir sus mensajes.
Un aspecto a considerar es que, a diferencia de su etapa previa, ahora no necesitaban esconderse. Pasaron a colonizar nichos dentro de plataformas web, dirigidas a otros extremistas, pero con el propósito de llegar a un público más amplio. Pronto, Facebook, YouTube, Twitter se llenaron de mensajes y voceros que buscaban viralizar contenido radical. Los memes no estuvieron libres de esta contaminación y figuras como Pepe the Frog (Pepe la Rana) fueron convertidas en símbolos de los supremacistas y seguidores de Trump. El sitio web 8chan —que permite alojar tablones de mensajes— ha sido señalado como uno de los responsables en la propagación de los terroristas supremacistas. Creado en 2013 como una alternativa a otro sitio web (4chan) también conocido por sus mensajes radicales, 8chan fue pensado como un espacio donde los usuarios pudiesen intercambiar mensajes anónimos y con restricciones mínimas. Según señala The Guardian, el sitio albergó teorías conspirativas y conversaciones de usuarios que alababan el ataque ocurrido en El Paso y llamaban al tirador “nuestro muchacho”. Su creador, Fredrick Brennan, hizo un llamado para que cierren el sitio. “No está haciendo ningún bien al mundo”, señaló.
—Restringiendo el extremismo—Estos espacios se volvieron campos de batalla entre los extremistas y quienes buscaban desactivarlos a través de ataques cibernéticos o denunciando ciertas cuentas ante las plataformas involucradas. El ataque en El Paso llevó a algunas empresas vinculadas con 8chan a cortar cualquier vínculo. Esto ocurrió con Cloudflare, que le brindaba seguridad contra ataques DDoS. Pero la web Gizmodo estima que aún quedan cerca de 150 compañías que ofrecen servicios similares a otras webs extremistas.
Más efectivas han sido las medidas efectuadas por las compañías contra voceros de la derecha extrema. El caso más conocido es el de Alex Jones y su programa InfoWars, desde el cual ataca a políticos y esparce información falsa. Apple, Instagram, YouTube y Facebook, además de Twitter, decidieron prohibir su programa y sus cuentas en sus plataformas. Lo mismo ocurrió con el activista de extrema derecha Milo Yiannopoulos, lo que prácticamente eliminó su presencia pública.
El continuo cierre de cuentas en estas plataformas ha llevado a los extremistas a seguir buscando espacios alternativos para reproducir sus contactos y mensajes. Parece que Telegram, una aplicación de mensajería utilizada muy intensamente estos días por manifestantes en Hong Kong, está siendo invadida por mensajes extremistas, que también compartieron material y conversaciones favorables al atacante de El Paso.
Al parecer, esto solo va a terminar con la exclusión definitiva de las plataformas de estos voceros, al menos como una solución temporal.