Por José Carlos Yrigoyen“Pues sí, me siento confundido. Seguramente podría expresarlo mejor, pero a fin de cuentas vendría a ser lo mismo”. Esto es lo que expresa Törless, el adolescente y atribulado personaje de la célebre novela de Robert Musil, cuando acepta que aspira a hallar un lugar en el mundo donde poder sentirse pleno y comprender lo que lo rodea. Lo mismo podría decir Macarena, la joven protagonista de los cuentos de ¿Qué tengo de malo? de María José Caro (Lima, 1985), una de nuestras escritoras con mayor proyección e interés entre las que han surgido en los últimos años.
Macarena ya había aparecido en la primera novela de Caro, Perro de ojos negros (2016); y en los relatos de su debut, La primaria (2012). En ¿Qué tengo de malo? se recoge La primaria junto a cinco nuevos textos en los que repasamos su pubertad y sus ajetreos en el duro oficio de crecer. Son cuentos breves, en ocasiones concisas viñetas que adquieren un apreciable vigor narrativo gracias a una virtud difícil de adquirir: la de la sutileza. Este recurso le permite a la autora trazar escenas y situaciones en las que los silencios y las acciones están dotados de una angustiante ambigüedad, una indefinición opresiva y cargada de sentido que siempre matiza, sugiere y a la vez potencia las consecuencias y alcances de las derrotas y descubrimientos de su criatura.
Macarena, una chica extremadamente sensible, ansía, al igual que el desolado Törless, encontrar un espacio en la realidad donde su incapacidad para relacionarse con los demás y su honda timidez puedan ser comprendidas, o al menos no resulten un obstáculo para moverse entre sus semejantes sin desentonar demasiado. Hay dos planos donde esto se manifiesta: 1) entre los avatares de su familia, disfuncional y quebrada, en la que es pasiva receptora de la destrucción del matrimonio de sus padres, y donde a la hora de las preguntas se da cuenta de la incomunicación que estorba la relación con sus progenitores, como sucede en “Las palabras”, el excelente “Árbol de Navidad” o en “Zancos”; y 2) en su incapacidad para adaptarse a las convenciones del mundo en el que ha crecido (“He nacido en esta clase social, por eso me resulta tan difícil salir de ella”, escribió alguna vez Andrés Caicedo, y esto también se le podría aplicar a Macarena), que la obliga a desarrollarse en los márgenes, siempre ajena al centro luminoso donde ocurren los hechos relevantes, aquel en que los elegidos son honrados y consagrados. Cuentos como “Fiesta”, “Charcos” o “Martín” son buenos ejemplos de esto.
Relatos¿Qué tengo de malo? Editorial: Alfaguara Páginas: 96Precio: S/ 39,00
Quizá el único de los relatos del libro donde Macarena es correspondida y por ello reconciliada con la vida sea “Farallones”, que en mi opinión es el mejor y más maduro de todos los que integran este volumen. En una historia en la que lo verificable y la perspectiva de la protagonista —como en todos los demás cuentos dudosa, pletórica de exageraciones y mondas mentiras— se confunden, creando ambientes y atmósferas oníricas, casi líquidas, en las que encuentra complicidad con una chica que comparte sus mismas señas y su mismo nombre. La inquietante y constante tensión, por momentos emotiva, en otras casi sexual, hace de esta pieza una lograda inmersión en lo más profundo de la psicología del personaje. Abiertas por fin las puertas canceladas por sus represiones y miedos, todo lo que la circunda cambia, las cosas pierden su naturaleza agresiva y hostil, la realidad se convierte en algo que no se debe rehuir ni enfrentar, sino recibir emocional y sensorialmente, sin cortapisas.
Al margen de estériles discusiones sobre si estos cuentos parten de la vertiente autoficcional o no, lo que me resulta claro es que estamos ante un libro notable y que resulta una superación de los méritos que era posible constatar en Perro de ojos negros. Caro ha edificado un sólido y pequeño universo, intransferible, en el que, como sucede con la buena literatura, es posible identificarnos. Por eso hay que conocerlo.