Marco Martos ( Piura, 1942 ) irrumpió en la escena poética de los años sesenta con versos irónicos y disolventes como los de “Casti connubi” de su libro Cuaderno de quejas y contentamientos ( 1969 ), versos como espadas hirientes que se atrevían a parodiar el mensaje de la encíclica del papa Pío XI sobre el matrimonio: “Cada mañana, gordos,/ payasos, esperan la noche, el hastío sexual:/ fingirse dormidos, fingirse despiertos,/ decirse palabras de libros de amor,/ cada mañana, rata y rata, rata y rata”. Luego, sus intereses supieron encaminarse hacia la reflexión sobre el lenguaje poético en Carpe diem (1978 ) y sobre el amor. De esta etapa, el registro coloquial, conversacional, es el recurso que le dará esa potencia y vitalidad a su obra.
Durante los años ochenta y noventa, Martos asume el compromiso de convertir la poesía en un instrumento de conocimiento, vinculándola a una dimensión trascendente. Un libro clave, así lo reconoce el propio poeta, es Cabellera de Berenice ( 1991 ), en el que ya se perfilan los tres ejes centrales de su poesía, ejes que le servirán en su afán cognoscitivo: el amor, el Perú y el diálogo con otras tradiciones culturales.
En 1999, con El mar de las tinieblas, ensaya un acercamiento a escritores cuyas vidas son recuperadas en un instante que busca intersectarse con la vida del hablante lírico. ¿El propósito? Reconocerse en el otro histórico. El recurso, muchas veces, es otorgarle voz al escritor que, de este modo, hace vivo su discurso, como en “Carta moral a Lucilio. Escribe Séneca ( 40 d.C. )”: “Condición del hombre es estar solo/ vivir lo breve en la incertidumbre./ En cualquier cosa que hagas, Lucilio/ pon tus ojos en la muerte./ Consérvate bueno”.
De antología
Han pasado ya más de cincuenta años de oficio poético y Martos sigue siendo uno de aquellos nuevos que Leonidas Cevallos antologara en su recordado libro allá por los años sesenta. Su aliento poético —más vivo que nunca— continúa generando libros cuya diversidad pareciera ser el resultado del intento de apropiarse de toda la realidad. Su vitalidad e interés poéticos nos hacen recordar aquellas palabras de Neruda: “Soy omnívoro de sentimientos, de seres, de libros, de acontecimientos y batallas. Me comería toda la tierra. Me bebería todo el mar”. Esa es la percepción que el lector llega a tener después de transitar por su última antología, Castillos en el aire ( Editorial Milhojas, 2021 ), que recoge poemas escritos entre 2013 y 2019.
El libro reúne lo mejor de sus últimos diez poemarios y se cierra con un texto titulado “Orígenes”, en el que Martos nos proporciona, además de las claves y coordenadas de su poesía, el modo en que fueron concebidos sus poemarios. Sobre el libro, destaquemos, en principio, que Martos se reafirma en sus tres líneas fundamentales: la belleza femenina que encarna al amor, el país y sus avatares, y la poesía en diálogo con la tradición.
El lugar amado en donde se fue feliz y la naturaleza están presentes en la permanente referencia a la patria chica, así como en el ancho mundo y su pasado histórico con el que el yo lírico dialoga creativamente. Su permanente exploración en casi todas las formas estróficas —entre ellas, la sextina y el soneto— es una prueba de su consumado oficio y su vocación totalizadora. Martos ha construido, pues, la imagen de un poeta total.
Para finalizar, solo un recuerdo personal: aún tengo viva en la memoria la clase de poesía peruana contemporánea en San Marcos, allá por los años ochenta, en la que nos habló, con admiración, de algunos poetas del 50. Ese día, Marco tuvo la generosidad de regalarme su poemario El silbo de los aires amorosos. Fue la primera vez que un poeta me regalaba un poemario suyo.
Poema “El Perú”
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
TE PUEDE INTERESAR
- Natalia Sobrevilla: “Los peruanos nos creemos dueños de todos los males” | Entrevista
- Bicentenario: Conoce el recién descubierto retrato del libertador José de San Martín
- Los 150 años de Marcel Proust, el hombre que renovó la literatura
- Artista Bruno Portuguez: “Trato de pintar el espíritu peruano” | ENTREVISTA