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La sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue escenario de un festival de cocina peruana para dar a conocer una gastronomía mutante, diversa y multicultural que llegó a conquistar durante cinco días los paladares más internacionales.
Ajíes peruanos, frutos como la lúcuma o la chirimoya o plantas autóctonas como el rocoto llegaron a Naciones Unidas para presentar a los representantes de la organización el festival “Sabores peruanos”, organizado por la misión en la ONU de ese país.
“La comida peruana se rehace dentro de sus mismos sabores, pero siempre en la boca va a causar una diferencia”, dijo a Efe el chef Miguel Alonso Hernández, quien, cargado con ilusión y productos de su país, vino a Nueva York para convencer con sus sabores a la ONU.
Durante esta semana, más de trescientas personas se han reunido cada día en el comedor de delegados de la sede de Naciones Unidas para deleitarse con un menú diario de ocho platos fríos, ocho calientes y diez postres, con una selección distinta cada jornada.
Se han mezclado los sabores andinos, los criollos y los asiáticos, entre otros, para dar de comer a centenares de comensales cada día en un salón que pocas veces había tenido tanta concurrencia.
Alonso, que estudió en Barcelona, que ha servido comida a personalidades como el rey Felipe VI de España y es dueño del restaurante peruano La Nacional, quiso venir a Nueva York para demostrar la variedad y riqueza de la gastronomía de su país.
“Nuestra cocina ha ido mutando de mil maneras. Tenemos fusión, cocina de autor, tenemos moderna, tenemos criolla, contemporánea, oriental...”, sostiene el chef, que llegó a la ONU acompañado por otras tres personas de su equipo para dar de comer a tanta gente.
Receloso de enviar por separado algunos de los productos básicos que necesitaba, el equipo llegó cargando consigo 188 kilos de mercancías congeladas o envasadas al vacío, como 500 humitas, pasta de ají, pulpa de lúcuma y de chirimoya y algunos postres.
Y en Nueva York ha tenido que buscar productos frescos como el pescado o la carne, y otros aderezos que, para su sorpresa, podrían encontrarse fácilmente en esta megaciudad.
“En ciudades como Nueva York se puede encontrar en un supermercado una línea entera con productos peruanos”, dice el chef, algo que atribuye al auge internacional de una cocina que cada vez se está ganando más espacio.
Por supuesto, Miguel Alonso ha traído el ceviche, con una serie de variedades que ha intentado demostrar la diversidad gastronómica.
“¿Qué diferencia hay entre un ceviche clásico, uno con rocoto, uno con ají amarillo, uno con mariscos y uno con atún y pulpo?. Todos son diferentes”, sostiene.
Aunque en Perú se hace fundamentalmente con lenguado, en Nueva York tuvo que recurrir al “sea bass” o róbalo, pero también contó con “maravillosos” atunes de unos treinta kilos de peso.
Salmón con salsa de maracuyá o pulpo a la parrilla o servido con una salsa hecha con una mayonesa de aceitunas, alcaparras y pimientos morrones, eran algunos de los platos que pudieron paladear los funcionarios de la ONU y representantes de distintos países.
El embajador de Perú ante Naciones Unidas, Gustavo Meza Cuadra, destacó que la gastronomía que se ofreció en la ONU es un ejemplo de los frutos de una tierra que tiene una de las mayores biodiversidades del Planeta, con 84 zonas climáticas.
“Tenemos influencia andina, europea, africana, asiática. Tenemos raíces negras, orientales..”, agregó.
No sólo llegó el ceviche, en diferentes variedades, sino también la quinua, un producto altamente nutritivo, que en los últimos años ha pasado de los hogares indígenas andinos hasta los mercados internacionales y que cada vez se ve en más platos en todo el mundo.
A la ONU llegó asimismo como quinoto, o risotto de quinua, como tabulé de quinua, con ensaladas verdes con vinagreta o queso brie, con lentejas y trigo o con hongos de porcón, una variedad se setas propia del Perú que rivaliza con los aromas del porcini o boletus.
El chef destacó que la fama que va ganando cada día la cocina de Perú se ha logrado con esfuerzo, con desarrollo cultural y económico, gracias a unos productos frescos que están disponibles todo el año y al “cariño” que se pone al trabajar con las ollas.
“En el Perú siempre hemos comido muy bien, desde el más rico hasta el más pobre, porque se cocina con cariño”, subrayó.
(Fuente: EFE)