A partir del segundo o tercer mes, el bebé empieza a babear. Normalmente, este suele llevar sus manos a la boca para morderlas. Eso indica que probablemente le estén apareciendo los primeros dientes y el secretar la saliva alivia la sensibilidad de las encías.
Pero, la secreción de saliva en el bebé no es malo. De hecho, tiene varias funciones importantes. Por ejemplo, transforma la comida solida, permite que el bebé puede pasar los alimentos, mantiene húmeda su boca, y protege los dientes de su bebé, entre otras cosas más.
Entonces, ¿cuánto significa babear en exceso? Algunas señales pueden indicar que el babeo se debe a otro motivo y no por los dientes.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) estableció estas indicaciones para detectar si el bebé está teniendo problemas para respirar y necesita ayuda. Recuerda que es importante que lo lleves de inmediato con un doctor en caso de que:
- El niño presente fiebre mayor de 38 grados y no tiene ganas de comer. Además, le duele mucho al pasar una comida. Probablemente este presentando una infección viral de la garganta o de la boca, una infección garganta estreptocócica (una enfermedad que solo es grave en niños o poblaciones vulnerables) o amigdalitis (inflamación de las amígdalas).
- El bebé tenga manchas o úlcera en la boca y son muy dolorosos. Puede tratarse de una infección viral de la lengua o de las encías. También podría ser herpes.
- Al estar babeando, le cueste respirar y lo hace con la boca abierta. Puede tener la garganta muy irritada. Se puede tratar de Epiglotitis, una inflamación del cartílago que impiden que el bebé pueda pasar los alimentos y líquidos por la tráquea. De no tratarse a tiempo, el niño puede dejar de respirar.
- Si el bebé empieza a tener un color azulado, le es difícil hablar y hace ruidos cortos y fuertes mientras tose, probablemente esté asfixiando o ahogando. En ese caso, llama a emergencias o puedes darles compresiones en el pecho. Si deja de tener pulso, puedes empezar con RCP y hazlo hasta que llegue el especialista.
- Se desmaye o pierda el conocimiento, sus músculos o extremidades empiezan a sacudirse y no es controlable. Puede tratarse de una convulsión. Ante ello, retire los objetos cercanos y no lo deje solo. Pero llama pronto al pediatra.
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