Abril fue el peor mes de la pandemia del COVID-19 en el país. En este período, los contagios, la positividad de casos y la mortalidad debido al coronavirus aumentaron de forma más acelerada respecto a marzo y alcanzaron nuevos ‘picos’ históricos, impulsando aún más la demanda de camas hospitalarias y de UCI para tratar los casos moderados y graves de la enfermedad.
Este hecho fue reconocido el viernes por el ministro de Salud, Óscar Ugarte, quien señaló que actualmente el Perú se encuentra en el punto más alto de la segunda ola y espera que su avance disminuya en las próximas semanas. “Sabemos que esta segunda ola está siendo muy dura. Estamos en la cúspide, esperemos que las próximas semanas ya empiece a decrecer, pero estamos ampliando oxígeno, ampliando camas UCI, y sobre todo vacunando que es la mejor forma”, dijo.
Mortalidad al alza
Según cifras oficiales del Minsa, el aumento más alarmante se observó en este indicador. En abril hubo en promedio unos 314 decesos diarios asociados al coronavirus, cifra mayor en 60% incluso a lo observado en agosto (196 víctimas), durante el peor momento de la primera ola. Solo en abril se registraron los 10 días con mayor cantidad de víctimas de toda la pandemia. La jornada más trágica fue el domingo 18, cuando 433 peruanos perdieron la batalla contra esta enfermedad.
La subida notable de decesos diarios impactó en los resultados a nivel agregado. De esta manera, en abril hubo 9.469 muertes por COVID-19, cifra que equivale al 40% de las defunciones totales reportadas en lo que va del 2021, seguido por el mes de febrero, con 5.468 muertes.
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Dicha tendencia también se reflejó en la curva de mortalidad elaborada por el Sinadef, el registro que incluye las defunciones asociadas al COVID-19 y a otras enfermedades no atendidas a causa de la pandemia. Si bien en las últimas dos semanas se aprecia un lento descenso de las muertes diarias por toda causa en el país, éstas siguen por encima de los los 1.000 fallecimientos. Es decir, aún persiste un exceso de 700 defunciones diarias respeto a un año normal.
En un informe publicado a inicios de esta semana, El Comercio comprobó que esta variable muestra un contraste según zonas geográficas: disminuye en la capital, pero aumenta en las regiones. Según el portal OpenCovid-Perú, el norte y el centro del país habían mostrado un aumento en los últimos días. Asimismo, en Huánuco, Junín e Ica se apreciaba un segundo incremento de los fallecidos tras una ligera disminución en marzo.
Sin embargo, el descenso más marcado se registró en Loreto, donde las muertes retrocedieron en 66% respecto a niveles máximos de inicios de marzo. Para Juan Carlos Celis, infectólogo del hospital Regional de Loreto, la segunda ola de COVID-19 en la región amazónica habría sido un tercio de la primera, que causó efectos devastadores hacia mediados del 2020.
Mayor transmisión
El aumento de mortalidad estuvo precedida de un fuerte repunte en los contagios. Desde mediados de marzo, los casos positivos de COVID-19 tuvieron un aumento casi vertical, el cual continuó un mes después. El nivel más alto de contagios se observó el 15 de abril con 13.326 nuevos infectados y el promedio diario mensual fue de 8.355 casos positivos, el mayor en lo que va de la pandemia [ver gráfico].
Según el Minsa, en abril se diagnosticaron 250.638 nuevos contagios, cifra que representa el 33% de los más de 763 mil casos reportados desde inicios de año.
El repunte en el número de infectados en la segunda ola ha estado estrechamente ligado a un incremento en la positividad de las pruebas moleculares, que miden la presencia activa del virus. Según estadísticas del Instituto Nacional de Salud (INS), en las últimas cuatro semanas la proporción de test positivos disminuyó de 17,5% a 15,3% a nivel nacional. A la fecha, los índices más altos se encuentran en regiones como Ayacucho (42%), Puno (38%), Junín (35%), La Libertad (34%) y Cusco (33%). En Lima Metropolitana la positividad de pruebas moleculares es de 13%.
Recursos al límite
El recrudecimiento de la pandemia aceleró el colapso del sistema hospitalario para tratar casos graves de la enfermedad. Según cifras de la Sala Situacional COVID-19 del Minsa, abril cerró con una ocupación de 2.550 camas UCI, cifra mayor en 65% a la máxima ocupación de la primera ola (1.540 ventiladores).
Pese a que las cifras publicadas por Susalud muestran una diferencia en la ocupación de 272 camas, también revelan la misma tendencia al alza. Cada día de abril el Ejecutivo instaló en promedio unas 9,6 camas UCI; sin embargo, la ocupación avanzó con la misma velocidad. Según el organismo supervisor, al cierre del mes este indicador bordeaba el 97,5% y solo quedaban 60 camas disponibles en el país.
Por su parte, desde hace dos meses, la ocupación de camas hospitalarias se mantiene en una especie de “meseta”, con valores aún por encima del ‘pico’ de la primera ola. En este rubro, los niveles de ocupación alcanzaron el 70% a fines de abril.
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