Luego del mítico combate que sostuvieron los dioses Pariacaca y Huayllallo Carhuincho en las alturas de Yauyos y Huarochirí, la leyenda narra que Wiracocha, considerado el creador de todo, los sentenció a vivir confinados bajo toneladas de nieve. Sin embargo, tiempo después una amenaza mayor se cerniría sobre los pobladores del antiguo Perú.
En esta segunda parada de La Ruta, un proyecto auspiciado por Nissan y Verisure en alianza con El Comercio, seguimos recorriendo la reserva paisajística Nor Yauyos Cochas para conocer el lugar donde se predijo la caía del imperio incaico.
MIRA: Sacrificios humanos en Lima: La Ruta, episodio 1
El antropólogo e investigador del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), Elmer Segura, nos guía hasta Pirqa Pirqa, un complejo arqueológico ubicado a más de 4.300 metros sobre el nivel del mar.
Pirqa Pirqa, ubicado a unos 20 minutos de trayecto desde el mirador en el que Elmer nos contó la primera historia, fue un importante asentamiento de al menos 20 hectáreas construido muy cerca de la mítica red vial inca Qhapaq Ñan.
Las excavaciones en la zona, como la realizada en el 2019 por Jorge Rodríguez, Laura Zamora, Raúl Zambrano y Camila Capriata, revelaron que Pirqa Pirqa fue un importante centro económico y social. Pero, además, las tradiciones orales que durante generaciones se han contado por esta zona agregan que era también un punto de reunión para ceremonias religiosas y sacrificios con los que se buscaba adivinar el futuro.
Sentados en la que hace siglos fue la plaza central de Pirqa Pirqa, Elmer nos narra una historia que tuvo lugar aquí. En dicho relato, los sabios que se habían reunido para celebrar el sacrificio de una llama se vieron sorprendidos por el presagio de un joven de la zona, llamado Quita Pariasca.
Según el Manuscrito de Huarochirí, el joven de origen llacuas aseguraría que tanto el corazón como el hígado de la llama sacrificada le revelaban la próxima muerte del poderoso Pariacaca.
¿Cómo un hombre podría concebir la idea de que uno de sus dioses morirá? ¿De qué forma perecería y, sobre todo, qué quedaría después de él? Son algunas de las preguntas a las que invita esta historia.
La reinterpretación de dicha leyenda sugiere que habría sido la forma en la que los habitantes de estas tierras habrían explicado la noticia sobre la llegada de la expedición comandada por el español Francisco Pizarro hasta Cajamarca en noviembre de 1532.
Dicho capítulo de la historia daría pie a la batalla de Cajamarca y la posterior captura del inca Atahualpa a manos de los conquistadores.
La evangelización e imposición del castellano como lengua oficial durante la conquista y virreinato del Perú provocaron dos situaciones que prácticamente condenaron a las antiguas tradiciones de la zona: por un lado, los santuarios o centros de adoración fueron destruidos; mientras que por otro lado, se prohibió el uso de las diferentes lenguas que se hablaban en la costa y el Ande.
“Cuando nos prohíben hablar en nuestro idioma, prácticamente más del 90% de nuestras formas de pensar, de ver las cosas y los relatos orales se han perdido”, lamenta Elmer durante nuestra conversación sobre las ruinas de Pirqa Pirqa.
Lamentablemente nuestra aventura por Yauyos está llegando a su fin. Elmer, el guardaparques Abdón Cochachis, mi compañero Juan Pedro Torres y yo abordamos la Nissan Frontier Pro4X para dirigirnos nuevamente a la plaza central de Tanta y despedirnos antes de partir a nuestro próximo camino.
Hay una estadística que me impactó desde el primer momento en el que la leí y fue la que terminó definiendo el destino de esta primera temporada de La Ruta: según la ONU, cada dos semanas muere una lengua originaria en el mundo. Dicho destino ya lo corrieron 37 lenguas en el Perú y actualmente otras 21 se encuentran amenazadas debido a la rápida disminución de hablantes nativos, según datos del Ministerio de Cultura.
Por ello, luego de estas primeras paradas conociendo el documento mitológico más importante de nuestro país, el viaje deberá continuar con la intención de registrar algunas de aquellas lenguas originarias que aún se mantienen vivas en el Perú. Nuestro siguiente destino, en ese sentido, será Oxapampa donde una comunidad yanesha nos abre las puertas para escuchar fantásticos relatos.
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