Erick tenía 3 años cuando murió de varicela en un hospital de Trujillo. Era enero del 2018 y esa enfermedad que empieza con brotes en la piel y puede terminar en meningitis o septicemia aún no estaba incluida en el calendario nacional de inmunizaciones – lo haría recién al mes siguiente –. No era una vacuna gratuita ni todos podían acceder a ella. Erick fue una de las víctimas de esa carencia como lo había sido unos días antes Romina, de apenas un año, en un hospital de Comas. Para ese momento, al menos otros 16 niños habían fallecido en un año por un virus que, como el Sars-Cov-2, se transmite tan fácil como respirar.
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Eso lo sabe Edelmira Rojas, quien el viernes rodea con firmeza a su hijo de 3 años y medio para que no se mueva cuando lo vacunen contra esta enfermedad. Por su edad, le toca también la segunda dosis contra la influenza y él, anticipando lo que viene, intenta zafarse de su madre como sea. A los dos pinchazos – uno en cada brazo – el niño llora a todo pulmón y ella sonríe porque ahora está a salvo. Así como Edelmira, otras 25 madres y padres acuden esa mañana al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de Breña para completar la vacunación de sus hijos. Meses después de que la cuarentena por el COVID-19 haya impactado en el calendario de inmunizaciones, la cobertura aumenta, pero a un ritmo lejos del esperado.
“De setiembre y diciembre fueron los meses más bajos. Al inicio tuvimos 5 o 6 niños al día, cuando antes de la pandemia podíamos recibir hasta a 60 un solo sábado”, explica el médico Alberto Romero, director de esta institución. El promedio diario ahora es de entre 20 y 30 niños vacunados. Si bien la vacunación contra el COVID-19 es la prioridad nacional, el riesgo de dejar a niños desprotegidos es aún peor. “Hay enfermedades muy severas que les generan mayores complicaciones que el coronavirus”, advierte.
Retos de cobertura
Aunque durante el 2020 se implementaron dos campañas de vacunación para atenuar la brecha abierta por la pandemia, la vacuna contra la varicela, por ejemplo, cerró el año con un 62% de cobertura, según el Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) del Ministerio de Salud (Minsa). Al mismo tiempo, ese año hubo 1.336 casos de varicela en el país. Es una cifra alta, pero para el infectólogo Carlos Chávez las medidas de prevención contra el COVID-19 contribuyeron a que no hayan sido peores. Este año hay incluso menos casos (111 hasta abril), pero el riesgo persiste si no crece la cobertura.
“Lo ideal sería una cobertura del 95%. Con 60 o 70% no logramos la inmunidad de rebaño, pero retrasamos la enfermedad. Es decir, los niños son parcialmente inmunes a la varicela, pero la adquieren más adelante, cuando los riesgos son mayores”, explica a este Diario.
De las otras 25 enfermedades que protegen las 17 vacunas del Esquema Nacional, solo una superó el 85% mínimo para hablar de inmunidad: la vacuna BCG contra la tuberculosis que se coloca a los recién nacidos tuvo 86,4%. Ese año, el avance del calendario total llegó apenas al 13,5%.
“Los riesgos de no vacunar a los niños son serios. Bacterias como el neumococo o Haemophilus influenzae, que causan meningitis, neumonía o septicemia, eran frecuentes hace 20 años, pero con la vacunación quedaron prácticamente en el olvido. Si en pandemia dejamos de vacunar, esos cuadros severos van a volver”, agrega Romero.
Un crudo ejemplo de la reaparición de enfermedades inmunoprevenibles ocurrió en octubre del año pasado. La muerte de una niña de 5 años por difteria, el primer caso en 20 años en el país, supuso una alerta epidemiológica dentro la crisis sanitaria por el COVID-19. No era el único riesgo. En ese momento las autoridades advirtieron brotes de sarampión en la región. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) total fueron nueve países, entre ellos Brasil, Argentina y Chile, que reportaron más de 8 mil contagios y once muertes durante el 2020. Este año la amenaza se mantenía por brotes activos en Brasil. “[Debido a] la baja cobertura de la primera y segunda dosis de la vacuna contra sarampión, rubéola y parotiditis (SRP1 y SRP2) en muchos países y territorios de la Región, la presencia de brotes activos en un país de la Región de las Américas, la circulación de virus en otras regiones del mundo y la apertura de fronteras, no se puede descartar la aparición de nuevos brotes de diversa magnitud en la Región de las Américas”, señalaban en un reporte epidemiológico sobre sarampión publicado el 1 de marzo.
En nuestro país, la cobertura de la vacuna apenas llegó al 52.2% el año pasado.
“Estamos en el puesto 24 en cobertura de vacunación a niños de menores de 5 años en la región, según la OPS. Perú ha tenido siempre una buena cobertura. Del 2006 al 2012 se llegó incluso al 95%. Con la pandemia hubo un tema de abandono al primer nivel y aún no se recupera”, explica Edda Cayotopa, vicedecana del Colegio de Enfermeros del Perú. En diálogo con este Diario, señala que se requiere incrementar el personal para no descuidar este aspecto ahora que los esfuerzos se centran en el COVID-19. El cumplimiento de metas, agrega, también está limitado por el temor de las madres de llevar a sus hijos a centros médicos. Ahí se requiere reforzar la comunicación sobre la necesidad de ampliar la inmunización. “La pandemia es importante, pero si descuidamos la vacunación del calendario nacional corremos el riesgo de que nuevamente se instalen epidemias que siempre hemos luchado por erradicar”, advierte.
Este diario solicitó al Minsa información sobre las estrategias y acciones implementadas para ampliar la cobertura del Esquema Nacional, pero al cierre de la nota no obtuvimos respuesta.
Por lado del INSN, mantienen en su centro de vacunación un horario de 8 a.m. a 6 p.m. de lunes a sábado. Las citas se programan a través del teléfono 330-0066, pero el director indica que también reciben a personas que acuden directamente al vacunatorio, ubicado al lado del hospital. “Todavía no llegamos a los niveles de vacunación de antes de la pandemia, pero estamos mucho mejor”, dice. Las vacunas son gratuitas y se aplican con cualquier tipo de seguro o sin él.
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