Ya lo dijo recientemente el filósofo español Fernando Savater: “En un país que valora el PBI y no la cultura, el producto interno será cada vez más bruto”. Y para hacer más sensible el decreto supremo que suspendió hasta nuevo aviso el acceso a museos, bibliotecas y espectáculos para enfrentar al coronavirus, el Ministerio de Cultura viene preparando un padrón contrastado con el Midis que incluya a los artistas autogestionarios en el bono de 380 soles.
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Mientras se confecciona una lista justa, otra iniciativa corre paralela, impulsada por la Dirección General de Industrias Culturales y Artes del Mincul y la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima. El sábado pasado, ambas instituciones lanzaron una encuesta para actualizar su información sobre el impacto del COVID-19 en el sector cultural, que le permita diseñar estrategias y propuestas que mitiguen el golpe sobre la producción y el acceso a bienes, servicios y manifestaciones creativas.
La encuesta se dirige a pequeñas y medianas empresas, personas naturales y jurídicas, así como asociaciones sin fines de lucro y organizaciones vinculadas al medio audiovisual, al cine, las artes escénicas y visuales, la música, el libro y el acceso a la lectura, así como museos y el patrimonio cultural.
De carácter voluntaria, la encuesta no otorga obligaciones ni derechos a los encuestados. No se trata de un registro para beneficiarios directos del prometido subsidio. Son 56 preguntas para ser respondidas antes del 12 de abril.
Además de los datos generales (nombre, razón social, documentación, tiempo de existencia de la empresa o cantidad de personas que trabajan en ella), la encuesta busca identificar las características de cada organización, fuentes de ingreso y el grado de afectación por la emergencia sanitaria.
Asimismo, el sondeo investiga cuánto tiempo las empresas culturales podrán mantener sus gastos fijos de operación, si tienen obligaciones tributarias pendientes. Finalmente, se inquiere cuáles son las medidas más beneficiosas para las empresas o instituciones, sean fondos concursables, donaciones, acceso a créditos, incorporación al sistema de pensiones, incorporación al sistema de salud, exoneración del IGV, entre otras. Finalmente, la encuesta busca medir las expectativas de futuro de los actores culturales cuando finalice la crisis.
LA OPORTUNIDAD PERDIDA
Cubiertas sus necesidades de casa y comida, la reconocida artista Natalia Iguiñiz se considera privilegiada en esta dura cuarentena. Sin embargo, es su trabajo artístico y de investigación lo que se ha visto comprometido: ‘virtualizar’ cursos en la universidad, seguir la educación a distancia de sus hijos, proveerse de comida orgánica (es paciente oncológica) y hacer las tareas domésticas, demandan todo su tiempo. En su agenda profesional, ha debido postergar hasta nuevo aviso una bienal, una feria de arte, dos exposiciones individuales, seminarios y cursos en los que ella iba a participar en estos meses.
Para la artista, para identificar a los justos beneficiarios de ayudas oficiales en el sector es importante empezar un empadronamiento para armar una base de datos de creadores, centros culturales e iniciativas autogestionarias e identificar en ella los sectores más vulnerables. Sin duda, un padrón que hoy estaría actualizado y en uso si el gobierno de Toledo hubiera aprobado la enmienda de la ley del artista que aseguraba el seguro social y que impulsó la entonces ministra Susana Baca.
LA CULTURA CUESTA
Inicialmente, la artista visual Shila Alvarado apreciaba con emoción la cantidad de iniciativas artísticas que empezaron a realizarse desde el aislamiento social, para difundir contenidos culturales o educativos. Pero conforme pasan los días, empieza a preocuparle que ninguna de estas iniciativas sea pagada. “Es entendible que estamos en un Estado austero y en una situación de emergencia, pero los trabajadores del arte, como todos, deben pagar su alimentación, sus alquileres y sus servicios básicos”, afirma.
Para Alvarado, además de la encuesta oficial lanzada, es urgente el empadronamiento de los creadores independientes. “Si bien ya hay colectivos haciéndolo a través de las redes, necesitamos que el ministerio lidere, centralice y formalice todas estas iniciativas, señala.
Por su parte, el crítico Gustavo Buntinx propone un programa de apoyo económico estatal al trabajo cultural para enfrentar la emergencia. “Una iniciativa que contemple la liberación total del comercio electrónico de bienes culturales, la exoneración del IGV al comercio de bienes culturales y la exoneración del pago del impuesto a la renta este año para los creadores hasta determinado nivel de ingresos”, avizora.
Si bien está claro que nunca la cultura ha enfrentado una crisis de tal gravedad, todos los entrevistados confían en que, cuando pasen los tiempos más duros y el aire se vea libre de virus, la cultura florecerá renovada. Pero para que vuelvan a abrir sus puertas los espectáculos públicos, Buntinx sugiere que el Estado adquiera masivamente boletaje de las actividades culturales, y trabajadores culturales sean contratados para campañas masivas de educación artística y ecológica, por ejemplo. Así se sembrarán las semillas de una cultura nueva llamada a florecer.
Encuesta para el sector cultural:
Bit.ly/EncuestaCulturalCOVID19
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Coronavirus: Publican en español el “Manual de prevención y control COVID-19”
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