(DPA/ elcomercio.pe)
Jean Luc Godard se había comprometido a presentar su película en 3D Festival de Cine de Cannes, pero llegada la hora de la verdad, solo envió un video.
Su “gesto artístico magnífico”, como lo definió el delegado general del certamen, fue muy aplaudido en la función de “Adieu au langage”, cinta que lo iba a llevar al festival.
En su “carta filmada” de casi nueve minutos, Godard comienza dando las gracias al presidente del Festival de Cannes, Gilles Jacob, y a su delegado general por haberlo invitado a subir los “augustos 24 escalones”.
“No soy el que ustedes creen que soy aún”, añadió el cineasta, que en su video, al igual que en la película, entremezcla imágenes de otras películas, nombra al escritor William Shakespeare o la filósofa Hannah Arendt o muestra imágenes suyas reflexionando sobre la lógica.
“El riesgo de la soledad es siempre perderse a sí mismo. Ese es el riesgo 'profesional', por así decirlo, que asumen los filósofos que investigan la verdad, pero se preocupan de cuestiones metafísicas que son las mismas que preocupan a todo el mundo”, aseguró Godard en la carta-video que puedes ver a continuación:
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EXPERIMENTO CINEMATOGRÁFICO
En “Adieu au langage” Godard va lanzando ideas que el espectador tiene que ir conectando y todo ello con un molesto 3D que por momentos complica la visión de la cinta.
Godard menciona a Adolf Hitler, Aleksandr Solzhenitsyn, Nicolás Maquiavelo, Otto von Bismarck o Auguste Rodin, entre muchos otros, conformando un lenguaje propio tanto desde el punto narrativo como visual, difícil de digerir.
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GODARD Y CANNES
La relación del cineasta con el festival ha sido de todo menos dócil. A pesar de ser uno de los fundadores de la Nouvelle Vague y haber competido en cinco ocasiones, el certamen francés no lo ha premiado nunca.
La primera vez que viajó a Cannes fue en 1962, como actor de la película de Agnès Varda “Cleo de 5 a 7”. Y seis años después, en pleno mayo del 68, fueron François Truffaut y él los que consiguieron por primera y única vez interrumpir el festival.
“A la grande salle!” (A la sala grande), gritó Godard el 18 de mayo de 1968 en Cannes, mientras en París ardían las barricadas. Días antes en la capital francesa habían comenzado las protestas contra el gobierno de Charles de Gaulle.
En discusiones maratónicas que en algunos casos llegaron a las manos, Truffaut, Godard y sus seguidores lucharon por la interrupción del festival como signo de solidaridad con los estudiantes y trabajadores que se manifestaban en París.
Otros en cambio se negaban a la irrupción de la política en el cine. Los directores Roman Polanski se solidarizaron con los rebeldes y abandonaron su papel como jurados. Otros, como Milos Forman, retiraron sus films de la competencia.
Pero el festival continuó, hasta que llegó la toma del cine durante la proyección de mediodía de “Peppermint frappé”, del español Geraldine Chaplin se aferraron al telón para impedir la proyección junto con el resto de manifestantes. La función se suspendió y poco después el propio festival anunció que hacía lo mismo.
Un año después en Cannes se introdujeron cambios en el programa: un grupo de jóvenes cineastas había creado como reacción a lo ocurrido una nueva sección, la independiente “Quinzaine des réalisateurs” (Quincena de los Realizadores), para proyectar allí películas “libres de censura y consideraciones diplomáticas”. Godard presentó allí en 1970 su primera película en el certamen francés, “Vent d'Est”.
En 2010, el autor de revolucionarios títulos como “À bout de souffle” (“Al final de la escapada”/“Sin aliento”) “Pierrot le fou” (“Pierrot, el loco”) o “Le petit soldat” (“El soldadito”), rechazó viajar a Hollywood para recoger su Oscar honorífico sin aclarar los motivos.
En su última comparecencia en Cannes, hace justo diez años, impartió una lección de filosfía en la presentación de la película “Nuestra Música”. Mi país, dijo entonces, “es el de las películas”.