El último cortometraje de David Cronenberg lleva a un curioso límite su obsesión por los horrores físicos: lo confronta con su propio cadáver. Se llama “La muerte de David Cronenberg”, dura menos de un minuto, y en él se observa al cineasta canadiense acercándose a una versión de sí mismo con la piel lívida, la boca tiesa por el último estertor. El Cronenberg vivo se acuesta junto al Cronenberg muerto y lo abraza, se queda junto a él.
No es la primera vez que Cronenberg juega con su propio deceso (conviene ver el corto “At the Suicide of the Last Jew in the World in the Last Cinema in the World”), pero hoy sí podemos afirmar que el director de “La mosca” y “Una historia violenta” está más vivo que nunca, gracias al estreno en el Festival de Cannes de su tan esperado largometraje “Crimes of the Future”.
Porque la postergación de dicho proyecto daba una sensación de retiro. Netflix lo rechazó, al parecer debido a que era demasiado extraño y provocador para su catálogo, o al menos eso es lo que el propio Cronenberg afirmó. Después de todo, ¿qué se puede esperar de un cineasta que viene provocando a los susceptibles desde los años 60?
INTESTINAL Y PSÍQUICO
El maestro del ‘body horror’ ha sido siempre un experto en encandilar y espantar en partes iguales a la audiencia. Sus películas se hicieron sumamente populares, y a la vez elogiadas por la crítica, por explorar las más sórdidas afectaciones orgánicas del ser humano. En “The Brood” mostraba a un grupo de engendros que nacían del cuerpo de una mujer convertida en terrorífica reina madre; en “Scanners” nos perturbó con sus cabezas explosivas; “La mosca” se convirtió en un clásico de las mutaciones humano-animal; y la estupenda “Crash” seguía a fetichistas que se excitaban con accidentes de tránsito y mutilaciones.
Más adelante en su carrera, específicamente en los 2000, Cronenberg mostró un giro temático interesante con una serie de películas en las que las monstruosidades físicas daban paso a las psicológicas. “Una historia violenta” (2005), “Promesas del Este” (2007) y “Un método peligroso” (2011) tenían en común las alteraciones psíquicas de sus personajes. Curiosamente, las tres fueron protagonizadas por el que se volvió en una especie de cómplice del director, el actor Viggo Mortensen.
Pero tal parece que el canadiense pega la vuelta a sus obsesiones originales: “Crimes of the Future”, protagonizada nuevamente por Mortensen junto a Léa Seydoux y Kristen Stewart, tiene un argumento tan espeluznante como su primer avance: ambientada en un futuro indefinible pero cercano, donde ya no existe el dolor, cuenta la historia de un ‘performer’ que realiza sesiones en vivo durante las cuales se hace extirpar órganos que previamente ha hecho crecer por medio de un tratamiento acelerador. “La cirugía es el nuevo sexo”, dice uno de los personajes. Un retorcido eslogan para esta nueva aventura fílmica.
DEL ASCO A LAS PALMAS
Días antes del estreno oficial de “Crimes of the Future” en el Festival de Cannes, Cronenberg ya había adelantado que estaba preparado para ver a gente abandonando la función frente al sadismo sexual de los bisturíes. “Mi interés no es conmocionar y mi objetivo no es que la gente salga de la sala, pero puede pasar”, declaró a la agencia France-Presse.
Su predicción se cumplió, pues en la función debut de este lunes hubo varios espectadores que no aguantaron algunas de las grotescas escenas, según reportó “Variety”. En contraparte, hubo también una ovación de siete minutos para el director. Ciertamente, el cronometrado de aplausos en Cannes se ha vuelto una tradición que en el fondo dice poco o nada sobre la calidad de las cintas. Pero el contraste entre el rechazo y los vítores hablan de un filme polarizador.
“Es más una pieza estilística que una historia narrativa”, escribió por su parte Richard Lawson, crítico de “Vanity Fair”, quien también hizo notar algunos chocantes momentos. En la conferencia de prensa, se le preguntó a Cronenberg si es que había algo que pueda repelerlo. “Hay cosas que no me gustaría ver, pero son muy específicas. No me gusta la crueldad, sobre todo la crueldad hacia los niños (...) No diré que me conmocione pero no me gusta mirar”, reconoció.
Y sin embargo, en los primeros minutos del filme, según revelan los primeros comentarios, se ve a niño que acaba asfixiado. Quizá por allí pasa el enigmático encanto de este maestro del horror: su constante oscilación entre las contradicciones del placer y el espanto.
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