Un episodio del pasado, traumático e irresuelto, acecha a cuatro exestudiantes de colegio –tres hombres y una mujer–. Muchos años después de ocurrido, ahora que están en la mediana edad, ellos deciden reunirse con el acuerdo tácito de no ahondar en aquello que los afecta, pero inevitablemente el asunto terminará estallándoles en la cara.
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Ese es, a grandes rasgos, el argumento de “LXI”, el segundo largometraje del peruano Rodrigo Moreno del Valle (Lima, 1983), formó parte de la Competencia de Ficción del Festival de Cine de Lima PUCP. Una cinta que, al igual que la anterior del director, “Wi:k” (2016), presenta a unos personajes que deambulan entre el ‘hipsterismo’ desenfadado y una rara nostalgia.
—Entre “Wi:k” y “LXI” han pasado cinco años, pero si uno compara a sus personajes en realidad los separa más tiempo. ¿Dirías que tiene que ver con tu propia edad?
De cierta manera sí. “Wi:k” arrancó con un sentir más adolescente, por ciertas cosas que quería contar, y un sentimiento más noventero, que evocaba más mis veintes. Entonces sí podría haber como un crecimiento de la primera a esta segunda película, porque la historia llega a mí cuando un amigo mío, Fernando Mena, dramaturgo chileno, me regala una obra de teatro que se llama “15 años después”. Esa obra es como un germen de inspiración que yo he adaptado muy libremente, y era un sentir más actual, relacionado a la edad que tengo ahora (tengo 38). Si “Wi:k” la hice con el ‘feeling’ de la película que no pude hacer a los 20, “LXI” sí viene con preocupaciones más actuales. Algunas personas que ya la han visto me han dicho que sí hay una direccionalidad de personajes más maduros, o por lo menos más coetáneos de lo que se espera de un director que está más cerca de los 40 que de los 20, aunque en el fondo ambas sean adolescentes emocionales.
—Porque en el fondo son personajes que no han terminado de madurar, al menos no hasta el punto que se espera para su edad…
Claro, responde a mi punto de vista de lo que es el adulto joven limeño de clase acomodada, que acaba siendo un adolescente eterno. Uno que nunca logra madurar ni termina de entender cómo suceden las cosas.
—Lima es otra vez protagonista la ciudad, filmada en clave baja, fría, nocturna.
Sí, “Wi:k” se hizo con la idea de construir una ciudad con ciertas características de Lima, pero sí con también con una onda más retro, de la Lima de mi adolescencia. Ese era el sentir. Ahora en “LXVI” lo que puede haber cambiado es que hay un sentimiento más actual, de una ciudad bastante miope, bastante cerrada en barrios, lo que para mí es una forma de criticar la forma en que algunos limeños no ven lo que nos pasa como país o como ciudad. Ahora bien, eso está puesto allí para el que pueda leerlo entre líneas, no es que la película busque explícitamente que esa lectura sea hecha.
—Y nuevamente hay un secreto en la historia, una intriga, que funciona como un recurso narrativo, pero que vuelve a estar relacionado a una cuestión sexual. ¿Fue intencional?
No me había fijado en lo sexual, pero es una buena lectura. En todo sí refleja lo conservadores que podemos ser, y la sexualidad de alguna manera ejemplifica muy bien un entorno conservador. Y hay otro aspecto que tiene que ver con el guardar secretos. Porque en el entorno y la ciudad que conozco, generalmente hay muchos secretos a voces, mucha basurita barrida debajo de la alfombra. Pero son temas que cruzan la película, si profundizarse, porque tampoco era esa la intención.
—Hay también un subtexto político: se muestran diferencias socioeconómicas, se habla de terruqueo... Asuntos que hoy adquieren una actualidad interesante.
Es correcto. De hecho, la obra chilena original tiene un contenido político mucho más explícito y más fuerte. Habla de una generación que experimenta con Pinochet un poco la misma onda que ocurrió acá con Fujimori. Yo me pegué mucho más a la parte social, porque crecí en un entorno acomodado, estudié en un colegio religioso, y entonces había vivido de espaldas a mi país. Entonces una de mis búsquedas ha sido conectarme con mi país, que es un trabajo que no termina. Esas temáticas que mencionas resuenan mucho hoy, pero en realidad en el Perú se vienen repitiendo históricamente. Lees a González Prada o al mismo Sebastián Salazar Bondy y parece que no hubiera cambiado nada en el país. Entonces eso siempre me ha causado curiosidad.
—Ahora que se habla mucho de la masculinidad, en la película también retratas a personajes masculinos bien particulares. ¿Crees que el cine peruano ha hecho lo suficiente para exponer este asunto más allá de estereotipos o clichés?
No sabría decirte a ciencia cierta. En realidad creo que ese análisis le compete más a la crítica, por ejemplo. Pero desde mi posición de realizador, sí considero que en “LXI” lo que tratamos de hacer es encontrar en cada personaje algo que me vincule y que me separe de él. En uno tuve la intención de poner lo mejor de mí, y en otro un poco de lo peor de mí: ese conservadurismo o machismo que sí me han marcado por mi formación, ya sea en mi niñez, mi adolescencia o mi juventud, y del cual me he querido alejar.
—¿Y te parece que el cine peruano, como escena o industria, ha hecho lo suficiente contra el machismo?
Aún hay mucho machismo, sí, y creo que el tema responde a que vivimos dentro de una sociedad patriarcal... Aunque tampoco quisiera usar palabras que parezcan de militante, porque no lo soy. Pero sí trabajo en mí y en mi entorno cercano para tratar de controlar eso, para tratar de mejorar en esos aspectos. Somos machistas, pero creo que en este momento la cosa ha ido evolucionando hacia mejor, o por lo menos eso intenta en algunos lugares. Todavía hay mucho por trabajar.
—Para terminar: ¿por qué tienen títulos tan raros tus películas?
(Ríe) Puede ser una coincidencia, pero cada una tiene su lógica. En “Wi:k” aludía al ‘spanglish’ para referirse a una semana (“week”), pues la película estaba estructurada de manera episódica, según los sietes días de la semana. Y “LXI” hace referencia a cómo designan sus promociones los colegios tradicionales, con cierto aparataje e historia, utilizando los números romanos. Y por eso, adelantándome a lo extraño que podía resultar, le puse el (61) así, entre paréntesis.
"LXI" llega a los cines el 21 de abril.
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