“Cuál es tu tormento”
Autora: Sigrid Nunez.
Páginas : 200.
Editorial: Anagrama.
Como en su anterior y magnífica novela “El amigo”, Nunez redondea un relato sobre los claroscuros de la soledad y la compañía humanas. Lo hace desde la particular impersonalidad de nuestros tiempos, llenos de gente apurada y angustiada, individualistas en ejercicio de una falsa ilusión de comunidad. Pese a ello, no es un libro frío, cínico o desprovisto de esperanzas.
Está centrado en la historia de una mujer que debe acompañar a su mejor amiga en los que parecen ser sus últimos días de vida, latigueados por un cáncer que la consume física, mental y emocionalmente hasta el punto de, por momentos, hacerla parecer una persona completamente diferente. Pero a la par de ese vínculo entre las dos mujeres, marcado por la inminencia de la muerte pero retratado con sensibilidad y humor, Nunez nos va introduciendo en múltiples y breves relatos disgregados con voz anecdótica, aunque no por ello superficial. El mosaico que compone es rico en emociones, sorpresas y contradicciones.
“Cuál es tu tormento” es también un hermoso libro sobre la enfermedad y el paso del tiempo, sobre la tácita tristeza de dejar atrás una vida cargada de oportunidades desaprovechadas y pendientes imposibles. Una honda melancolía solo atenuada por la ironía y la gracia de una autora sobresaliente.
“Objeto distante”
Autora: Diana Moncada.
Páginas : 44.
Editorial: 1 vez editores.
Lo primero que llama la atención del poemario de Moncada es su capacidad sensorial para atrapar los estímulos con palabras: como si tuviera las pupilas muy dilatadas, el oído hipersensible o el olfato de un perro que husmea el aire con certeza. Y así explora la más cerrada nocturnidad, los matices de la blancura, y se permite indagar en materialidades y texturas con delicada destreza.
Por eso se permite reflexionar sobre “el resplandor del hambre” o contemplar un paisaje sin ceder ante el inútil preciosismo: “Yo vi la pradera y más alla de la pradera, un azul, una silla rota, la fábrica mugiendo entre las vacas, lo amarillo del campo haciendo de escenario”.
Pero ya más entrado el libro, la poeta comienza también a pasearse entre los propios alcances y barreras del lenguaje. En esa línea, cuando se ocupa de los enigmas de la vida, puede recurrir al argot mecánico o al científico, ampliando sus posibilidades líricas y de sentido de forma asombrosa y desconcertante.
Y en el corazón de la obra, la idea de una distancia necesaria en el propio poema. El desapego y la separación que mueven a la autora a procesarlo todo con cautela, como quien se deslumbra por lo nuevo. O como ella escribe: “La lengua que recién nacida observa callada lo que algún día podrá nombrar”.
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