La imagen muestra a una mujer de gafas oscuras en un auto. Ella abre la puerta mientras, afuera, un hombre que ha caído al piso la mira. “Sube, escapemos de Latinoamérica”, dice ella. Variaciones de este “meme” recorren las redes; una forma de humor ante la realidad regional. Y entre broma y broma, se adivina una historia, o tal vez miles de estas, según dice la noticia de hace dos semanas: “Seis de cada diez jóvenes peruanos consideran dejar el país” (IEP).
Sea por trabajo o por estudios, los peruanos se están yendo: solo en 2022, más de 401 mil peruanos han dejado el país y no han regresado (EC Data – Migraciones), casi el cuádruple de los que se fueron en 2021, 110.000. Así, irse del país está otra vez en la conversación, y no es la primera vez que esto ocurre. Las cifras, cuenta el abogado Luis Pásara, confirman las dificultades que hay en el Perú, pero sobre todo la estrechez. “La estrechez para hacerte un sitio, para reconocerte y darte un lugar como el que cada quien merece de acuerdo a sus capacidades, méritos y esfuerzos. Creo que en ese sentido el Perú da muy poco a los peruanos”, dijo el académico desde su casa en Madrid, España.
Pásara ha editado el libro “¿Por qué no vivir en el Perú?”, publicado por el sello Literal del fondo editorial de la PUCP y que recopila textos de diversas voces escritos en tres momentos distintos de nuestra historia: 1981, los inicios del conflicto armado interno; 1998, en pleno corazón del fujimontesinismo; y 2021-2022, las postrimerías del Covid-2019. Tres momentos claves en la historia del Perú, donde los dos primeros incluyeron textos publicados respectivamente en las revistas “Hueso Húmero” y “Márgenes”, mientras que en la última tanda fueron comisionados por el editor, que incluye contribuciones de Margarita Saona, Raúl Tola, Kathya Araujo e incluso Mario Vargas Llosa. Aquí, una entrevista con Pásara.
—Se entiende que la reflexión sobre la migración del Perú hacia el exterior siempre ha estado en el discurso.
Yo creo que es una cosa muy antigua y esto me parece una de las cosas interesantes del libro. Hay mucha gente que se plantea hoy día salir del Perú y piensa, primero, que es un asunto meramente individual, que es un asunto de cada uno. Y segundo, no sabe que esta pregunta o posibilidad se la han planteado muchos peruanos a lo largo de los últimos 50 años.
—Luis, citando tu propio testimonio mencionas que no había lugar en el Perú para ti si es que pretendías cambiarlo. Es un poco triste, ¿Cierto?
Bueno, es más triste; no solo yo tuve esa sensación. Hay un caso muy dramático en el libro, el de un médico sanmarquino que intenta volver al Perú después de haberse formado en Estados Unidos. Y simplemente no lo dejan, lo colocan al final de la cola, como si tuviera que empezar toda la carrera docente [él ya había enseñado ahí]. Entonces hay momentos en los que tú sientes, en diferentes grados, que el país te expulsa, te hace sentir que eres prescindible, que no te necesita. Claro, eso no lo dice el Perú, que no tiene boca, pero te lo dicen tus interlocutores. Te hacen sentir que no hay sitio para ti.
— ¿Es el Perú un país ingrato?
Yo creo que es bastante ingrato. Es ingrato, como este libro demuestra con algunos testimonios, por las gentes que han tratado de hacer algo desde fuera y el país no les da espacio para hacerlo. Pero esto se ve también en otros terrenos. Yo soy un viejo, y ya tengo la edad suficiente como para darme cuenta de la facilidad con la cual el Perú ha olvidado a las gentes que o trataron de hacer algo o lo hicieron. Esto a mí me impresiona mucho.
—Si no da oportunidades a los que se quedan, parece tampoco darlas a los que se van. ¿Siempre ha sido así?
Bueno, creo que es un fenómeno que se ha ido agudizando. Por ejemplo, si me permites de nuevo usar mi caso como como testimonial, en los años que yo salí de la universidad no había demasiados problemas para ubicarse en el mercado laboral. Eso ha cambiado de manera muy radical. Yo imagino que las gentes que hoy día se plantean salir del Perú en buena medida es porque no tienen trabajo. Y no estoy hablando de los sectores más deprimidos, pobres y desprotegidos, que esos no migran curiosamente. Los que migran tienen ciertas condiciones, cierta preparación; no estoy hablando de preparación universitaria, pero manejan un oficio, por ejemplo. Entonces esas gentes no encuentran lugar en el Perú o encuentran un lugar miserable, ¿no? Que no guarda proporción con su preparación y con su esfuerzo. Por ejemplo, piensa en los miles de compatriotas que tenemos en Argentina y Chile, que no están en el libro pero que desempeñan ahí oficios modestos que les rinden o dan muchas mejores perspectivas.
—Ahora que mencionas que los sectores más deprimidos no son los que emigran, tuve una lectura un poco distinta. Me pareció que el libro incluía a personas de diversos niveles de privilegio y que querer irse era una constante.
Si tú observas los gráficos que yo recojo de Ipsos, la preguntas sobre si usted ha pensado irse al Perú está luego desdoblada por niveles socioeconómicos. La frecuencia más alta está en los niveles A, B y C. En D y E declinan. Yo creo que esos niveles, los más deprimidos, son gentes en las cuales la escasez de recursos en todo sentido es muy grande. El que piensa irse fuera del país primero sabe que hay países a los cuales podría irse y tiene una idea no porque lo lea en algún libro, sino porque tiene algún amigo o pariente que vive afuera y le ha dicho que ahí hay determinadas condiciones. La gente de los sectores más bajos del país no tiene esos recursos, no en el sentido económico, sino en el sentido de tener a quién recurrir. Eso probablemente explica que esa persona se planteen en proporciones mucho menores que el resto la posibilidad de irse.
—En esa misma línea, ¿Es lo mismo irse del Perú que irse de Lima?
[Luis piensa un momento antes de responder] Bueno, yo no he visto estadísticas de migración diferenciada; Lima versus el resto del país. Sí es frecuente que el migrante que va del interior del país, a veces hacia la capital de la región y luego hacia Lima, está mejor preparado para irse del Perú. Ya ha pasado por una experiencia migratoria, tiene una idea de los costos, de las dificultades, de los dolores que pasa un migrante —que son muchos siempre—, pero al mismo tiempo espera que lo que puede sacar como provecho de esa experiencia vale la pena. El que siempre ha sido limeño a lo mejor no está tan adiestrado para irse como el que nació en una en una provincia de interior y ha hecho este proceso.
—Luis, el libro tiene varias frases lapidarias. No olvido lo que Alberto Guzmán dijo en 1981 y voy a citarlo aquí: “Por lo menos en París vivo libre del abuso de autoridad”. En Perú esta situación no ha cambiado para nada, ¿cierto?
O ha cambiado para peor. Mira tú este decreto que ha hecho norma una práctica policial, que es la intervención. Uno no es detenido, sino que es intervenido. Y te pueden intervenir hasta por cuatro horas antes de volver a ponerte en libertad. Esto simplemente es un abuso, se da como pretexto que hay mucha delincuencia, pero la delincuencia no se combate deteniendo a los que pasan caminando al azar. Se combate con trabajo de inteligencia. Entonces creo que sí, que el margen del abuso es mucho mayor. Creo que esto se debe a que la Policía es mucho más corrupta de lo que era antes. Muchas veces los abusos tienen como objetivo extorsionar al ciudadano. Entonces creo que la extensión de la corrupción, que comprende Policía, Fiscalía, jueces y por supuesto el sector de gobierno hace que el abuso sea mucho más frecuente.
"Yo creo que es bastante ingrato. Es ingrato, como este libro demuestra con algunos testimonios, por las gentes que han tratado de hacer algo desde fuera y el país no les da espacio para hacerlo. "
— ¿Y qué tanto esta sensación de opresión, de que haya problemas en cada instancia de gobierno, sumado a la corrupción, influye en que alguien decida irse del país? ¿O es un tema demasiado elevado y la persona no lo ve tan cercano?
Yo creo que la gente lo percibe y me parece que lo que impulsa esto que tú has llamado elegantemente “problemas”, esta serie de fenómenos de degeneración que hay en las instituciones públicas, yo creo que lo alienta es la desesperanza. Y la desesperanza es la principal motivación subjetiva que uno tiene para migrar. La desesperanza consiste en decir “aquí no hay arreglo”. Esto va a seguir siendo así, porque cada vez es peor. El Perú del cual yo me fui hace casi 40 años era relativamente mucho mejor que el Perú de hoy.
—Me llamó mucho la atención lo que en el libro dijo Kathya Araujo sobre el maltrato moral característico de los peruanos, de hacer escarnio del otro y luego hacerlo pasar como como si fuese una broma. ¿Es el Perú una sociedad de bullying institucionalizado?
No me lo había planteado así, pero podría ser. Las bromas en el Perú son muy crueles. Mira, yo he vivido en siete países aparte del Perú. Y esa manera de bromear respecto al otro, esa manera hiriente de hacer burlas es muy peculiar del Perú. No había pensado en el bullying como como fórmula para etiquetarla, pero es muy cruel, muy dura y a veces cuando se trata de una persona que tiene menos capacidad para reaccionar es sumamente humillante.
—Volviendo al tema de la migración, Mario Vargas Llosa dijo que “ser peruano es un mal incurable”. ¿Irse del país es entonces una forma de tratamiento? ¿Un paliativo, tal vez?
Depende de cómo vives el estar fuera. Hay personas, pocas, creo, que se olvidan del Perú. Se van fuera, hacen una vida, se casan y el Perú es una referencia muy lejana, muy olvidada. Luego hay los que se van, pero no se van. Yo he conocido a peruanos en Estados Unidos que tienen en su casa todo como si estuvieran en el Perú; desde la efigie del Señor de los Milagros hasta el turrón de Doña Pepa. Hay una versión un poquito más doliente, que es el peruano que dice que se ha olvidado del Perú y tú te das cuenta que no. Una vez me encontré en un restaurante con un peruano aquí en España, que por el modo de hablar yo me di cuenta que era peruano. Y tú sabes que los modos de verdad son difícil borrarlos. Le dije “usted es peruano”; “No”, me dijo. Pero se tiró atrás: “Bueno, mi mamá fue peruana, pero yo no soy peruano”. Este es un caso muy serio porque no solamente rechazan, sino que niegan ser peruanos.
—Leí el recopilatorio justo en la semana en la que el IEP lanza su encuesta en la que cada vez más peruanos quieren irse del país. ¿Cómo tomas tú estas nuevas cifras?
Como indicadores muy firmes de lo difícil que es vivir en el Perú. Y creo que esto confirma alguna de las cosas importantes que los participantes en el libro dicen: las dificultades, las negaciones, la estrechez que hay en el Perú para todo efecto. La estrechez para hacerte un sitio, para reconocerte, para darte un lugar como el que cada quien merece de acuerdo a sus a sus capacidades, méritos y esfuerzos. Creo que en ese sentido el Perú da muy poco a los peruanos.
—No quiero terminar esta entrevista sin hacerte la pregunta opuesta al título de tu libro: ¿Por qué alguien sí querría quedarse a vivir en el Perú?
De nuevo los datos son interesantes para responder esa pregunta y no responderla de un modo antojadizo: es muy claro que los que menos quieren irse del Perú son los del llamado sector A, los que más recursos tienen, mejor instalados están y tienen en Perú ciertos privilegios que van desde tener una o más empleadas en la casa, hasta tener una serie de facilidades para aquello que la mayor parte de los peruanos no tiene; para llegar a un ministro, para hacer un trámite, para conseguir algún favor. Esa gente que tienen los mejores recursos tienen muchas menos razones para irse.
—Cecilia Méndez, historiadora, ha dicho de que incluir su testimonio en este libro sin pedirle permiso ha sido, y voy a citarla, “poco ético”. ¿Cómo le respondes?
Yo solicité permiso a los herederos de los editores de la revista; permiso me lo dieron. Y en segundo lugar, la revista “Márgenes” de la cual fue tomado su testimonio tiene en la solapa una autorización expresa de reproducir el contenido de la revista con tal de citar la fuente. Yo lamento que ella interpretará mal esta inclusión, pero no he podido evitarlo.
Puedes adquirir el libro en librerías de todo el Perú y en la web del fondo editorial de la PUCP.
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