La escritora argentina María Kodama falleció el pasado 26 de marzo tras una breve lucha con el cáncer de mama. Por coincidencias algo literarias, falleció cuando tenía 86 años, misma edad con la que partió su esposo Jorge Luis Borges un 14 de junio de 1986.
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Presidenta y creadora de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, Kodama dedicó más de la mitad de su vida a la conservación y difusión de la obra del escritor argentino más conocido de todos los tiempos.
María Kodama nació en Buenos Aires el 10 de marzo de 1937 en una casa de múltiples nacionalidades. Su padre fue el químico japonés Yosaburo Kodama - quien le inculcó un amor de toda la vida por esa cultura asiática - y su madre era la pianista María Antonia Schweizer, con ascendencia suizo-alemana, inglesa y española.
Fascinada por la literatura desde joven, Kodama decidió estudiar esta carrera en la Universidad de Buenos Aires. En 1953, cuando ella tenía 16 años, tuvo un choque que cambió para siempre su vida, al casi derribar a Borges, entonces de 54 años, en la salida de una librería.
“Yo no sabía que Borges iba a dejarme su obra, porque si lo hubiera sabido me habría negado".
Ambos dotados de un espíritu aventurero y amor por el descubrimiento, se convirtieron en íntimos amigos a pesar del matrimonio de Borges con Elsa Astete en 1967, una relación breve que terminó en un divorcio tres años después. Tras la muerte de la madre de Borges, Leonor Rita Acevedo Suárez, en 1975, María Kodama se convirtió en la compañera de viajes del autor, así como su guía, apoyo y hasta ojos con el deterioro de la vista del literato.
El matrimonio ocurrió en 1986 y según la propia Kodama, tuvieron que convencerla para aceptarlo. También le vino de sorpresa que le dejaran los derechos del legado literario de su esposo.
“Yo no sabía que Borges iba a dejarme su obra, porque si lo hubiera sabido me habría negado. Me enteré cuando el abogado me llamó a Ginebra para decirme que Borges había dejado su obra para que yo la cuidara. Él sabía cómo era yo: estilo japonés, palabra dada, palabra dada”, dijo en una entrevista para el diario Sur.
Para ayudar en esta labor, creó en 1988 la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, organización encargada en velar y difundir la obra del escritor argentino y que mantiene hasta la fecha sus actividades.
No estuvo sin sus controversias en su celosa defensa del legado del autor. Una de las últimas ocurrió en 2009, cuando demandó al escritor argentino Pablo Katchadjian por publicar “El Aleph engordado”, una reinterpretación del cuento más conocido de Borges al que le agregó 5.600 palabras pero que la propia Kodama consideró “un plagio irreverente”.
Al final la justicia se puso de parte de Katchadjian en 2017, considerando que su obra - de la que publicó solo 200 ejemplares para entregar gratuitamente a amigos - “constituyó la creación de un texto nuevo, generado a partir de un procedimiento literario reconocido en el paradigma que guía la literatura contemporánea y que clásicos como el mismo Borges había aceptado”.
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Con la muerte de María Kodama queda la duda de quién será el nuevo defensor de los derechos de las historias de Borges, que según las leyes argentinas pasarán al dominio público en 2056. Por el momento la Fundación Internacional Jorge Luis Borges ha guardado silencio en la materia, aunque el abogado de la difunta, Fernando Soto, indicó a Infobae que “ella tenía todo arreglado, ya se informará”.
Por su parte, el periódico argentino La Nación sostiene, basándose en una entrevista que tuvo con la autora en agosto de 2022, que el legado del máximo literato argentino quedará a cargo de una universidad estadounidense y otra japonesa, especulando que se trata de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Tokio.
"No Borges. Yo no soy de nadie, lo sabe muy bien”.
Pero María Kodama no solo fue la viuda de Borges y acumuló sus propios logros. De su obra literaria, trabajó como traductora por muchos años, incluyendo en versiones de libros de Borges como “Breve antología anglosajona”, “Atlas”, “La alucinación de Gylfi” y “El libro de la almohada”. También, de su pluma propia, publicó libros como el “Homenaje a Borges” (2016) y su libro de cuentos “Relatos”, así como trabajó, junto a la periodista Claudia Farías G., en el libro “La divisa punzó”, un replanteamiento de la polémica figura del militar y político argentino Juan Manuel de Rosas.
Sus logros, sólidos y visibles incluso en la sombra del gigante de literatura argentino, quedan evidentes en cómo se rehusaba a utilizar el apellido de su conocido esposo. “No Borges. Yo no soy de nadie, lo sabe muy bien”, afirmó en una ocasión a su biógrafo Mario Mactas.
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