“Betty la fea”, la telenovela latinoamericana más exitosa de la historia de la televisión [y del streamming] ha resistido la prueba del tiempo. Aunque algunos críticos argumentan que su historia y valores tradicionales han envejecido mal, irónicamente esa es una de las razones detrás de su éxito masivo a casi 25 años después de su estreno. Con una trama que pone en debate el machismo, el acoso laboral y la homofobia, la serie ha cautivado a generaciones de espectadores y sigue siendo un referente de la cultura popular.
“La magia del fallecido creador de la telenevela, Fernando Gaitán, perdura. La historia sigue siendo relevante porque los jóvenes de hoy han entendido perfectamente su visión. Mediante la representación, él denunciaba los abusos y agresiones dentro de un entorno laboral”, comenta Julio César Herrera, el mensajero Freddy Contreras, en entrevista con El Comercio.
De víctima a victimaria
Marcela Valencia, interpretado por Natalia Ramírez, es quizá el personaje que experiementó el cambio de análisis más drástico por parte de la audiencia: la antagonista solo fue una villana de una historia mal contada. “Betty entra a la empresa, se vuelve la secretaria del jefe, se enamora de él, se acuestan, se queda con la presidencia, ¡¿y la mala era Marcela?!”, exclama con indignación.
Recuerda que, cuando se estrenó la novela en 1999, las mujeres casadas la frenaban por las calles y veneraban su paciencia y comprensión hacia su infiel “prometido”, Armando Mendoza (Jorge Enrique Abello). “Eso sí, las enamoradas me detestaban. Es curioso que aunque la historia sea la misma, está está servida en bandeja de plata para que cada uno la pueda interpretar como desee”, agrega.
Herrera, sin embargo, no está de acuerdo con que ahora califiquen el comportamiento de su personaje como acoso, y excusa los “coqueteos sexuales” bajo el romance. “Yo creo que Freddy solo era un bacanzote. Él mendigaba amor, pero no era un acosador. Pero si algo hay de cierto en esa afirmación es que si alguien no te quiere, deberías hacerte a un lado”, dice aludiendo a su obsesión con el personaje de Aura María Fuertes (Estefanía Gómez).
La idea no abandona su cabeza e interrumpe repentinamente para pedir comprensión a los jóvenes si es que él aún no autopercibe lo que ellos sí. “Los hombres estamos aprendiendo, al igual que la nueva generación, a evaluar nuestro comportamiento y acciones. A veces creemos que no hemos acosado, pero sí lo hemos hecho, muchísimo. Lo que pasa es que no sabíamos que podemos acosar verbalmente y hasta con la mirada, pero vamos aprendiendo despacito”, agrega a modo de reflexión.
Considera que es una “bendición”, que aún se pueda discutir la telenovela, tanto desde lo positivo como lo negativo. “Ahí te das cuenta que nosotros no estábamos haciendo una comedia, era una tragedia”, dice. Por su lado, Ramírez agradece que se pueda revivir la telenovela una y otra vez. “Estuvimos dos años y medio entregándole alma, vida y corazón a unos personajes que marcaron no solamente la vida de los televidentes, sino en nuestras vidas, entonces siempre siento mucho cariño al recordar estas cosas”.
Pese a todo, ambos admiten que jamás han visto la serie completa ni tampoco les ingresó la curiosidad de reproducirlo cuando lideraba la lista del top 10 de Netflix. Lo que sí han repetido incontablemente son fragmentos de videos que las “bettyadictas” les comparten a través de redes sociales. “En mi canal de YouTube yo hago un análisis de las escenas de Betty, pero muy seleccionadas. Incluso estoy viendo partes que nunca vi al aire”, confiesa Ramírez.
Ambos actores creen que difícilmente replicarán nuevamente el éxito que goza por la telenovela, pese a que se mantienen activos en la industria del entretenimiento. “Lo que pasa es que la inmediatez nos tiene jodidos. El consumo en streaming se ha tirado el disfrute de las historias en televisión o el cine. Los muchachos todo el tiempo están devorando series en uno o dos días, no hay espacio para la expectativa semanal o una conversación que reflexione sobre el trabajo de los actores”, sentencia Herrera con un tono más serio. “Ellos disfrutan y luego se olvidan para ir por la siguiente”.
“El diván rojo”
Para contrarrestar estas dinámicas del hiperconsumismo, recomienda ir a ver una obra de teatro, que describe como un espacio que permite hacer una pausa entre esta agitada vida que llevamos en la ciudad.
De hecho, la obra dramática “El diván rojo” es el motivo detrás de la llegada de Lorena Cepeda, Julio César Herrera y Natalia Ramírez al Perú. Con únicamente dos funciones el 14 y 15 de abril, la puesta reflexiona acerca de las relaciones de pareja y los tabúes que existen en el sexo. Cepeda (Patricia Fernández) interpreta es una “hombreriega” y Herrera hace de un sexólogo que la ayudará en su lucha por amar a un solo hombre, sentar cabeza y establecerse.
Comentan que, con el fin de que el público tenga un espacio para disfrutar de los personajes de “Betty la fea” en las tablas, existen pequeños guiños dentro de la obra que harán alusión a la novela. “Tuvimos que pedirle permiso al director para que ocurriera algo”, resalta Herrera. “Cuando salimos al escenario verán los tres personajes de la serie cantar y coreografiar, hasta que hacemos una transición muy hermosa para dejar atrás la emoción y empezar a enamorarse de nuestros nuevos roles”, describe Ramírez para finalizar. La obra se presenta hoy en el Teatro Canout, Av. Petit Thouars 4550, Miraflores. Las entradas se encuentran agotadas.
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