¿Sueña Efraín Rozas con ovejas eléctricas? El artista experimental peruano, que entiende a la tecnología como herramienta que empodera al hombre, no tiene miedo al futuro ni a las nuevas inteligencias artificiales. Lleno de cables, danzas y ritmos, la performance sonora “Polirritmia|Sinestesia” es inédita en Perú.
Luego de pasar una temporada como el líder de la banda La Mecánica Popular, Efraín trascendió lo carnal y reemplazó integrantes personas por cables y un cerebro biológico por dos electrónicos. No es una exageración, pues estos nuevos “cerebros” son el elemento que da vida a sus maquetas, como “Myth and Prosthesis”, pieza central de la muestra. Todo es gestionado con un software creado por él mismo.
Su visión es una particularidad dentro de las propuestas convencionales, pues para Rozas la tecnología no representa una amenaza, sino una oportunidad. “Es una especie de activismo cognitivo, una manera nueva de comprender a las tecnologías y las mentes”, añade Efraín Rozas en una entrevista con con El Comercio. Entradas disponibles en https://www.joinnus.com
—¿Por qué adentrarse en el mundo de las artes?
En un comienzo me formé como antropólogo y me fui especializando como etnomusicólogo debido a los trabajos que hacía sobre música peruana, latinoamericana y de otras regiones. Mi principal interés, en un comienzo, fue mezclar la música y tradiciones latinoamericanas, siempre me interesó la vanguardia y encontré en la salsa, el huayno y los yaravíes géneros musicales donde no se cultivaba la exploración en las nuevas tecnologías, hasta ahora siento que la galería de arte y el laboratorio científico aún están separados. Por un lado, este cruce de información cultural que tengo solo se puede dar en un país como el Perú. Escuche decir una vez que algunos artistas crean para estar dentro de una escena y otros que crean algo que ellos quisieran escuchar y que no existe. Mis primeros proyectos eran eso, algo que yo quería escuchar. Lo que yo creo tiene que ver con el ritmo, lo corporal, lo visceral y lo más vanguardista. Aquí en el Perú podemos hacerlo, tenemos desde lo más tradicional hasta lo más vanguardista. La tarea en vez de separar o dividir, debería ser juntar. Sin idealizar ni satanizar ninguno de esos aspectos, más bien hacer algo nuevo.
—¿Cuáles fueron tus mayores dificultades en un inicio?
Las dificultades siempre han estado, yo no estudié música porque no se dio la oportunidad y en mi casa no existía esa posibilidad. Entonces me las ingenié, estudié dentro de la antropología algo que se vinculara a la música. Luego gané una beca doctoral en la Universidad de New York. En ese momento los profesores con los que yo trabajaba me dijeron: “Mejor quédate en antropología, hermano”. Decirle eso a un muchacho es muy duro, pero ahora que la visión ya se ha plasmado, ellos son mis amigos. En una oportunidad escribí para uno de los mejores cuartetos de cuerdas, yo no lo había hecho nunca, pero ese era el examen final. Ellos tocaron y sonaron horrible. Me salí y casi me puse a llorar. Respiré, regresé y les dije que volvieran a tocar, los volví a escuchar y percibí que ellos no tenían ritmo. En ese momento aprendí la mejor lección, ser yo mismo, pues ellos eran el mejor cuarteto de cuerdas de música clásica, pero cualquier guitarrista de aquí [Perú] hace un punteo sabrosón y le da mil vueltas en el tema rítmico. Yo no soy jazzista ni músico clásico, no me puedo poner a competir con esta gente que desde chibolos se criaron en Viena y recibieron una formación clásica. Hay que volver a lo nuestro sin romantizar lo indígena porque no somos esa idealización del indígena ni amantes extremos de lo extranjero.
—¿Cómo involucraste tu arte con la tecnología?
Para mí una manera de integrar la tecnología, no como una aspiradora de datos, sino como una suerte de empoderamiento humano, es buscar en ella un elemento de apoyo para el crecimiento espiritual y artístico. Está siempre el tema de la polirritmia, me encanta el ritmo, soy percusionista de formación. En la tecnología hay un espacio para que el artista pueda expresar lo que tiene dentro con más herramientas. Hablando un poco más sobre la tecnología, un consejo que le doy a los artistas más jóvenes es que nunca subestimen el poder de un email.
"Tal y como pasa con Chat GPT, va a haber gente que lo va a usar para que le haga todo el trabajo, lo que conlleva a degenerarse"
—¿Qué es esta serie de proyectos interdisciplinares llamado “Myth and Prosthesis” (Mito y prótesis)?
Es una extensión de nuestra mente. Llámese el calendario o Tinder, nosotros ya somos seres híbridos. Por otro lado, el mito, en el sentido antropológico, son las grandes ideas que informan como una cultura se comporta, sea el cristianismo o el capitalismo, aquí yo intenté hacer mi propia mitología, convertir a la tecnología en mi prótesis. Estos proyectos tienen un software interesado en los ritmos latino que poco a poco fue cobrando vida. Una cosa es relacionarte con una música que salga de una computadora, otra es que salga de un instrumento interpretado por un músico y lo tercero es relacionarte con un instrumento que se toca solo. Eso es el futuro. Debemos aprender a integrar la tecnología con nuestra vida como artistas. Nuestra relación con la tecnología es muy simple, pero hay muchas maneras de sacarle provecho.
—¿Por qué conciliar el arte y la tecnología en un solo punto?
Empezó como un software básico, luego me metí a un curso de robótica y pensé en extenderlo a motores que ayuden a tocar las claves. Así cree este software que quería fuera amigable para un músico latinoamericano que le gusta la salsa. Siempre tuve el afán de juntar dos cosas que parecen que no se llevan bien. Además, cuando me di cuenta de que no puedo estar imitando a nadie, ni a los gringos ni a lo andino, nació mi primer proyecto interdisciplinar, un robot [”Myth and Prosthesis I”] que venía con la pregunta: “¿Los robots tienen etnicidad?” Empezó como un software básico, luego me metí a un curso de robótica y pensé en extenderlo a motores que ayuden a tocar las claves, así fue convirtiéndose en una escultura que orgánicamente fue evolucionando en un proyecto de danza, pues lo mío es otro tipo de laboratorio, no es algo frio, lo mío es un laboratorio caliente y sabroso.
—¿Qué es lo que buscas transmitir a través de tu arte?
Un sentimiento de contemplación, explorar estados mentales y como nos percibimos en el espacio y el tiempo. Normalmente no pensamos cómo una reflexión sobre nuestro ámbito cultural emocional vincula los opuestos como parte de nosotros. En segundo lugar, es una manera de combinar los binarios sin caer en los estereotipos. Siento que se imita lo de afuera o se enaltece románticamente lo nacional. No me gustaría caer en eso, sino apelar a lo nuevo.
—Hay una tendencia de usar inteligencia artificial en el arte. ¿Cómo se ve el artista frente a estas nuevas tecnologías?
Para mí el futuro es la interdisciplinariedad. Van a haber robots que toquen música increíble, ya muchos tienen miedo al hecho de poder ser reemplazados, pero yo no. Por mi parte creo que la llegada de estas nuevas tecnologías será positiva. Tal y como pasa con Chat GPT, va a haber gente que lo va a usar para que le haga todo el trabajo, lo que conlleva a degenerarse o, caso contrario, pasará lo mismo que con Chavín, uno de los primeros lugares donde varias culturas convergen en torno a un templo. Esto generó el nacimiento de un nuevo tipo de ética, de la aparición de los primeros tabúes.
"Debemos aprender a integrar la tecnología con nuestra vida como artistas, nuestra relación con la tecnología es muy simples, pero hay muchas maneras de sacarles provecho"
—¿En la escena artística, al igual que tú, otros artistas también se adaptarán a estas tendencias?
En todos lados siempre van a existir dos fuerzas que se oponen. Si hay mucho caos las cosas solo se destruyen, si hay mucho orden las cosas no avanzan. Son fuerzas que se necesitan mutuamente y que deben encontrar un equilibrio, aunque en la sociedad siempre habrá extremos. Está bien que haya gente conservadora y gente que esté a la vanguardia. A nivel general deberíamos seguir la tendencia de inclinarlos, tan siquiera un poco, a lo nuevo.
—En cuanto a los que se mantienen en vanguardia ¿Existen artistas peruanos con una visión similar a la tuya?
Claro, está Fil Uno, La Lá, Pauchi Sasaki o Jaime Oliver, todos tienen una visión exploratoria de oído abierto que no se han limitado a un solo género. He colaborado con alguno de ellos y son realmente increíbles.
—¿La interdisciplinariedad es tu camino final o seguirás otros rumbos?
Este ya es mi camino definitivo, es variado, pero en general todo esto es mi estilo. La percusión está presente, el uso de la tecnología, lo sagrado. Si lo vemos así, pues hay una constante en lo que hago. También hace poco gané un premio de la Jerome Foundation/Harvestwork que me ayudará a financiar proyectos hasta el 2025, yo seguiré desarrollando combinaciones entre cultura, ejecución musical, luz.
—¿Qué podemos esperar en la performance sonora Polirritmia|Sinestesia?
Un show que busca, a través de una convergencia de ritmos, que la gente pueda percibir en el espacio, el tiempo, la visión, el sonido y una energía que transmite esta fusión entre las artes y las tecnologías. La propuesta de Polirritmia|Sinestesia es una experiencia que no es música, escultura u otras cosas. Es algo inclasificable. Yo toco con estas cosas, bailo, hago performance. Es toda una sola cosa, no es que yo hago la música y luego pongo la música. Es una experiencia única que todos deberían ir a verla.
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