Cuenta el mismo autor que una noche vio un cartel dentro del metro de París. En él, se daba cuenta de la búsqueda de un asesino de un agente de policía. El dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès se quedó fascinado al advertir la foto del cartel. Tiempo después, vio en la televisión al mismo muchacho siendo capturado y llevado a prisión. Lo escoltaban, esposado, varios policías, sin que él perdiera la actitud desafiante.
Su nombre era Roberto Zucco. Su prontuario es perturbador: con solo quince años mató a sus padres y ya a los veinticinco años era considerado un asesino en serie. Para Koltès, escribir sobre él sería la primera vez que tomaba como punto de partida un hecho real. Sin embargo, al dramaturgo francés, abiertamente gay y fallecido en 1989 a causa del virus VIH un año después de publicar esta obra, no le interesaba la realidad. Como él mismo diría, lo que le interesaba era seguir la trayectoria de una pureza increíble. Así, la historia del criminal italiano es elevada a una dimensión mística, combinándola con la historia de una muchacha llevada por él a la perdición.
El director Roberto Ángeles lleva a la escena virtual este clásico contemporáneo, con un ritmo frenético, situaciones expresionistas, y con el popular actor Andrés Silva como protagonista. Todo el resto del elenco son exalumnos del taller de formación actoral de Ángeles, a quienes “sometió” a una performance intensa y de mucha exigencia física para ser grabada por las cámaras del renovado teatro de la Municipalidad de Miraflores. La intensidad actoral va acompañada con el rock más depresivo, sea en voz de Jim Morrison o de Kurt Cobain, un estilo que, como explica Ángeles, corresponde a una vida tan vertiginosa como el malogrado Zucco.
Lo que cambia, lo que no cambia
Director teatral y uno de nuestros más reconocidos maestros de actuación, Roberto Ángeles tiene una perspectiva privilegiada para hacer un balance de lo que ha sucedido con la actividad teatral en lo que va de este año y medio de emergencia sanitaria. Como tantos otros del gremio, el también tuvo que “reinventarse”, palabra tan odiosa y tan de moda en medio de la pandemia. Sin embargo, para el hombre de teatro, desde que recuerda entregarse a esta carrera siempre ha creído que su profesión ha sido “una reinvención permanente”. “Y no solo en mi caso, sino en el de todos mis colegas, sean productores, directores o actores. Esa es una actitud típicamente peruana: desde que este país se ha fundado, todos nos reinventamos constantemente, todo el tiempo, ante la adversidad. Ya estamos curtidos”, afirma.
Pensando en tus clases teatrales, ¿pudiste realizarlas virtualmente o es imposible enseñar a actuar sin la presencia física?
Estuve paralizado cuatro meses como la mayoría de talleres y centros de estudios. Pero después realicé mis clases de manera virtual, por lo menos para los dos primeros niveles. Eso trajo como ventaja la posibilidad de tener alumnos de diferentes regiones del país, lo que fue un logro. Tuve alumnos de Cusco, de Tacna, de Ilo, de Trujillo, de Chiclayo. Eso incrementó el número de postulantes a mi taller. Luego ha venido la etapa en que el taller ha debido ser necesariamente presencial, y estoy a punto de comenzar mis clases con todos los protocolos del caso.
Hubo quienes cuestionaron la virtualidad como herramienta para la escena al señalar que la falta de contacto físico traicionaba el rito teatral. ¿Cómo ha sido enseñar teatro virtualmente?
Para empezar, mi taller se llama “Taller de formación actoral”, lo que implica necesariamente que mi intención sea siempre formar actores no solo para el teatro, sino también para medios como el cine o la televisión. De pronto, surgió esta forma insospechada, inesperada, de actuar en la virtualidad, y nos hemos tenido que acomodar a ella. Tan es así que surgieron durante este tiempo algunas series de ficción hechas vía “zoom”. Hoy día, vemos que esta nueva forma de actuación ha funcionado en muchos casos, y la consideramos una variación más del teatro, como sucedió cuando pasamos del escenario sin luces a uno que utilizaba la luz eléctrica. La virtualidad es una nueva forma que trajo esta coyuntura para desarrollar la actuación, y nos hemos tenido que acostumbrar a eso.
Todos soñamos con el día en que esta pandemia remita y volvamos a llenar las salas de teatro. ¿Qué deberíamos hacer entonces con las tecnologías aprendidas?
Definitivamente, esta experiencia nos ha marcado. Yo creo que ya no podemos renunciar a la corriente eléctrica. Esta virtualidad es una alternativa que permanecerá. Procuramos sentarnos en una butaca para ver a los actores, así surgió el teatro y ese es su rito, pero el mundo avanza y va incorporando nuevas tecnologías. Quizá el teatro virtual no será lo más difundido, pero sí va a permanecer. De hecho, yo estoy considerando la posibilidad de alternar mis clases presenciales con virtuales, con el objeto de mantener este acercamiento a regiones a las que antes no tenía acceso.
Zucco y la búsqueda de la verdad
Hablemos de tu tocayo, Roberto Zucco.
(Ríe) ¡Mi tocayo malévolo!
Hay obras de teatro cuyo disparador es una historia real. Roberto Zucco está inspirada en la historia de un asesino en serie italiano, pero Bernard Marie Koltès lo eleva a una dimensión casi mística...
El teatro, como yo lo entiendo, siempre es una exploración de la condición humana. Esa característicaestá en los textos originarios, en las más importantes obras de la dramaturgia universal. En principio, el teatro no tiene un propósito educativo o ilustrador. Su propósito es la búsqueda de la verdad, la esencia de lo que somos. En ese sentido, el teatro explora muchas veces en personajes basados en la realidad, con severas perturbaciones, en condición de marginalidad, los grandes pecadores de la historia, los grandes transgresores del bien y del orden establecido. Este es el caso de Roberto Zucco. Con esta obra Koltès no hace una celebración del mal ni una aprobación del delito, sino que intenta entender cómo es posible que un ser humano realice actos de tal violencia, de tanto odio.
Koltès se basa en un asesino para hablar de la pureza de la juventud. ¿Cuánto se identifican los jóvenes con un personaje como este?
Los jóvenes siempre se sienten atraídos hacia los jóvenes. Buscan celebrar la maravilla de ser joven, a pesar de que la conducta de un joven, en la realidad o en la ficción, pueda ser extrema, equivocada, dolorosa. Si vamos a aceptar al ser humano, debemos aceptarlo y entenderlo en todas sus dimensiones. Y creo que los jóvenes son más propensos a eso: a entender al personaje joven en su totalidad. Son menos prejuiciosos, tanto en la contemplación como en la exploración. Eso crea un universo más amplio, más rico, y más vital.
Pensando en Zucco y su permanente búsqueda de la verdad: ¿Cuánto hay de Hamlet en este personaje?
Hay coincidencias. Por ejemplo, en las confrontaciones que tanto Hamlet como Zucco tienen con sus madres. Hamlet reprocha muy fuertemente a su madre por su complicidad con el rey usurpador. Zucco hace lo mismo: cuando se escapa de la cárcel, lo primero que hace es volver a su casa y confrontar a su madre. Pero él va mucho más allá. Le cuestiona por qué ella no lo ama de manera incondicional. Y ese es un punto fundamental. Explica muchas de nuestras falencias, nuestra condición de desamparo.
Más información:
“Roberto Zucco” es una propuesta de teatro virtual. Es una función grabada en el teatro del Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores. Vía streaming, el montaje puede verse a través de la plataforma joinnus.
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