A pesar de su larga ausencia, Rafael Amaya sigue siendo uno de los actores mexicanos más populares de los últimos años, sobre todo por su trabajo como Aurelio Casillas en “El señor de los cielos”, telenovela que puede verse completa en Netflix.
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Desde hace un tiempo, el mexicano se encuentras en el ojo de la tormenta por su sorpresiva desaparición en 2018 y su retorno a la vida pública a finales del 2020, donde ofreció una entrevista a la revista People en español y confesó que estuvo en rehabilitación a causa de la depresión y sus adicciones a las drogas.
Pero parece que Rafael Amaya ha cargado con otros problemas de mayor prioridad de carácter personal y emocional desde su niñez, etapa en la que estuvo rodeada de extrema pobreza, así que esto lo orilló a trabajar desde muy pequeño y no disfrutar de su infancia como se esperaría.
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LA INFANCIA DE RAFAEL AMAYA
En 2016, Rafael Amaya dio una entrevista al diario Reforma y contó lo difícil que fue su infancia. También recordó que tuvo que trabajar para poder comer.
“Yo trabajé de todo, de cerillito, haciendo macetas, juntando botes, crecí en la calle básicamente… en la calle crecí”, recuerda Amaya, respecto a su infancia. “como todos mis hermanos son más grandes, ellos llegaban a la casa y se acababan la comida, entonces, yo tenía que buscarla en la calle, básicamente”, señaló el actor para el periódico Reforma.
Pese a que con el paso de los años se convirtió en uno de los actores más cotizados de la televisión y de ganar jugosos sueldos, los problemas de su infancia lo siguieron hasta hacerlo colapsar y llevarlo a vivir uno de los momentos más difíciles de su vida.
Actualmente, Amaya trata de retomar su vida y carrera profesional, con la ayuda de su familia y amigos cercanos como lo son Roberto Tapia, quien cree que el actor se dejó influenciar por su personaje “Aurelio Casillas”, quien Amaya comentó;
“Soy un ser humano, no soy un robot. Me dejé llevar por el alcohol, las banalidades. Estaba cegado por el manto oscuro de la drogadicción”, señaló.
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